“Me da nostalgia que de un día para otro desaparece”: ciudadanos conmovidos por derribo de edificio de Biblioteca Nacional

El antiguo edificio será derribado en su totalidad para construir uno nuevo, con un valor de $54 millones, donados por China.

Decenas de transeúntes se detienen todas las tardes para observar como el antiguo edificio es derribado con maquinaria pesada. Video EDH / Moisés Rivera.

Por Eduardo Alvarenga

2021-12-28 11:00:32

Hacer una foto, videos o videollamadas a familiares para registrar el proceso de demolición del antiguo edificio de la Biblioteca Nacional de El Salvador, se ha vuelto común, en la plaza Gerardo Barrios, del Centro Histórico capitalino. Con sorpresa, los ciudadanos hacen una parada en su paso por el lugar.

Muchas de esas personas pasan todos los días por ahí, cuando regresan de trabajar. Otros, llegaron al centro aprovechando las vacaciones. El antiguo edificio ha sido testigo mudo de esas rutinas, de hechos históricos y catástrofes naturales. Soportó los terremotos de 1965, 1986 y los dos de 2001.

Ahora la ciudadanía es testigo de su caída. Una decisión que generó polémica porque ese inmueble había sido declarado parte del patrimonio del centro. Patricia Espinoza, una de esas salvadoreñas, recuerda que alguna vez lo visitó, cuando en el lugar funcionaba el Banco Hipotecario. “Era bastante bonito y espacioso, tenía tiempo de no pasar por acá y me dio tristeza ver que lo están botando”, asegura.

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El edificio fue diseñado por el arquitecto Rafael Cordero e inaugurado en 1962. Según el arquitecto Rafael Tobar, de la Escuela de Arquitectura de la Universidad José Matías Delgado, el inmueble tenía importancia histórica por ser el primero con lenguaje modernista que se construyó en acero estructural, en El Salvador. Además, en su interior se encontraban las primeras gradas eléctricas que vinieron al país.

Foto EDH / Eduardo Alvarenga.

Sin explicar decisión

Nada de esto valió para que el gobierno parará su derribo, a pesar, que un grupo de más de 100 arquitectos del país pidieron que se aclara sobre los criterios para botarlo. Para Miguel Aquino, uno de los ciudadanos que encontramos durante la visita al lugar, esto tiene una explicación. "Los gobiernos anteriores lo tenían como un patrimonio cultural, ahora con el cambio de gobierno, como ya es otra cosa, no lo tomaron así”, concluye.

Otros ciudadanos no dejan de mostrar su asombro con el nuevo diseño, colocado en una valla al frente de la construcción. “Me parece atractivo, asombroso en lo que lo van a convertir, pero hasta no ver, no creerlo. Para mi ver, no era necesario botarlo todo, quizás las remodelaciones pudieron haber sido externas”, dice José López, de 26 años.

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Tras el derribo de la edificación, un nuevo inmueble será erigido. Todo el proyecto costará $54 millones, según declaraciones del mismo presidente de la República, Nayib Bukele. Esos fondos fueron donados por la República Popular de China y son no reembolsables. Sin embargo, ante la magnitud de la inversión, los salvadoreños consultados se cuestionan si esa cantidad de dinero se podría haber destinado a otras necesidades, quizá, menos vistosas, pero vinculados a problemas sociales más complejos.

Foto EDH / Eduardo Alvarenga.

“Ese dinero pudieron haberlo invertido en reparar las calles del centro, que sí están en muy mal estado”, dice José López. Por su parte, Miguel Aquino, otro de los ciudadanos consultados, opina que “en vez de construir eso, hubieran construido edificios de vivienda popular o escuelas. Derribarlo es un desperdicio porque se hubiera aprovechado la construcción ya existente”.

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Según reportó El Diario de Hoy, la decisión del derribo del inmueble fue basado en un informe hecho por la arquitecta María Isaura Aráuz Quijano, en 2019. En ese documento se concluía que habían “graves daños estructurales que ponen en riesgo a los usuarios y todo el acervo cultural que resguarda”.

Sin embargo, otros arquitectos denunciaron la poca claridad de esa aseveración. Según evaluaciones posteriores a los terremotos del 2001, hechas por el Ministerio de Obras Públicas y la Asociación Salvadoreña de Ingenieros y Arquitectos y la Federación Salvadoreña de Ingenieros, Arquitectos y ramas afines, el edificio fue clasificado con bandera verde.

Foto EDH / Eduardo Alvarenga.

Fuera de las controversias, de si el edificio debía o no ser derribado, los ciudadanos tienen emociones particulares con este hecho. Quienes un día estuvieron al interior del inmueble guardan un buen recuerdo. “Yo he crecido acá en San Salvador. Me da nostalgia que de un día para otro desaparece, da sentimiento que algo que costó construirlo, venirlo a botar en un momento”, explica Miguel Aquino de 54 años.