“Cuando despertó de la anestesia me gritaba: ‘Mamá me quitaron el bracito y ¿usted por qué lo permitió?, si yo no quería’. Mi hijo lloraba y eso me partió el corazón. Le pedí a Dios que me diera fuerzas porque para el niño era desesperante ya no sentir su brazo”, relata Sindy Villatoro, madre de Brayan Benjamín Meléndez Villatoro, de 10 años, quien enfrenta el diagnóstico de cáncer y debido a lo cual le amputaron el brazo.
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El corazón de madre de Sindy ha enfrentado duras pruebas, como enfermera conoce los daños en la salud de sus hijos, pero como creyente pone su fe en Dios para salir adelante.
Brayan Benjamín es el más pequeño de los tres hijos de la enfermera, quienes viven en el municipio de Conchagua. El 20 de octubre de 2020, a Brayan le amputaron el brazo derecho debido al cáncer de hueso que padece; esa fue la segunda vez que entró a un quirófano. La primera fue cuando tenía dos años y fue sometido a una cirugía de corazón abierto.
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Según relata la madre, el año pasado, al niño le salió como un granito en el brazo, el cual dolía y el área estaba irritada. Luego de dos meses de sufrir dolores fuertes, Sindy lo llevé al hospital de La Unión, en donde le hicieron rayos X. “Los doctores me dijeron que era un sarcoma, es decir que tenía cáncer en los huesos, y tenían que referirlo para San Miguel”, recuerda Sindy.
El diagnóstico Brayan llegó en plena cuarentenas en el país en el contexto de la pandemia por covid-19, lo que implicó un reto más para trasladar a citas médicas al niño desde Conchagua hasta la capital.
Sindy vive con sus tres hijos y su madre; además es el único ingreso económico es el salario de su plaza en el hospital de La Unión. Sus compañeras de trabajo y otras personas generosas le han ayudado para salir adelante con los gastos transportes y alimentación que implican viajar a San Salvador.
Antes de amputarle el brazo, Brayan recibió siete quimioterapia. En esos días, la esperanza era que el tratamiento controlará le cáncer y no fuese necesario la amputación, pero no eso no ocurrió.
“Brayan es un niño de fe, cuando estaba con las reacciones de las primeras quimioterapias ambos oramos le agarraba su manita le orábamos a Dios para que se le quitarán los malestares y lo lográbamos”, recuerda la madre.
Sindy tuvo que explicar a Brayan que el cáncer había dañado el brazo y debían amputarlo.
Actualmente, el niño sigue en tratamiento. Asiste cada 21 días a las citas a la Fundación Ayúdame a Vivir. En cada viaje, Sindy debe tener reunido al menos 100 dólares para pagar $85 de transporte y $25 en gastos de alimentación.
La madre destaca y agradece el apoyo que la Fundación le ha dado en todo el proceso de las quimioterapias y tratamiento en el hospital Benjamín Bloom.
La enfermera tiene dos hijos más. Uno de 16 y su hija de 17. La joven no estudia por problemas de salud. Cuando ella tenía siete años de edad le diagnosticaron tumores cerebrales. Y hace cuatro años la operaron. Ella ha superado en cuatro ocasiones la meningitis.
Brayan es alegre, dinámico. En su casa le han inculcado que se puede hacer muchas cosas, aunque solo tenga un brazo. Él juega, va a la tienda a comprar, asiste con su mamá a la Iglesia, pasea en su bicicleta y el próximo año continuará con sus estudios de tercer grado en la escuela de la localidad.
Sindy compartió su historia y la de su familia durante una conferencia a la que fue invitada , en la ciudad de La Unión, con la participación de la experta en psicóloga, la doctora Evelyn García, salvadoreña residente en Estados Unidos.