Son las 3:30 p.m en la colonia Alpes Suizos I, Santa Tecla, y el calor del día comienza a bajar. Los microbuses de la ruta 101 llegan vacíos hasta la entrada del parque del lugar. "Ya falta poco para que vengan", comenta una mujer en su puesto de venta sobre la acera.
Como si se tratara de un horario laboral, justo a las 4:00 p. m. llega el primer microbús lleno de personas. Se bajan, ajustan las cintas de sus zapatos y acomodan bien sus mochilas; buscan no tener ningún inconveniente en el camino que están por comenzar.
Las personas que van a bajar el volcán se reúnen en grupos para adentrarse en el bosque. Se preguntan entre ellos si hay alguno que ya haya bajado antes, para saber quién podría servir de guía para los inexperimentados. Los primerizos buscan juntarse con los que ya tienen experiencia porque hay una fuerte posibilidad de perderse, ya que no hay un camino claramente marcado y hay tramos que no tienen ni una brecha marcada por la fauna silvestre. "Listos... démole", se escucha antes de ver al grupo de hombres y mujeres comenzar su travesía.
El camino empieza justo donde termina el pavimento de la colonia.
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El inicio es un sendero ancho, lleno de árboles y de otra vegetación frondosa, sería un paisaje de ensueño para las personas que se dedican a hacer montañismo en su tiempo libre, pero mientras más avanzan, el camino se hace más angosto y complicado.

"Esta es mi segunda vez caminando por esta vereda, la verdad, sí me sale bien porque me ahorro las cuatro horas de tráfico", comenta uno de los aventureros que no quiso ser identificado, ya que teme, según sus palabras, que las autoridades puedan llevárselo preso, por algún delito que desconoce, si lo reconocen por las fotografías de este medio.
Avanzar por el sendero no se puede hacer despacio, ya que se corre el riesgo de deslizarse por lo inclinado del camino. Algunos que ya pasaron por acá han cambiado sus uniformes de trabajo por ropa más cómoda y la cual pueden enlodar en caso de sufrir una caída.
Bajan personas de varias profesiones, la mayoría son trabajadores de la construcción, pero también hay personal de servicio al cliente de distintas empresas, maestros, alumnos, incluso empleados públicos que pidieron con vehemencia no mencionar en esta nota las instituciones estatales en las que trabajan por miedo a ser reprendidos.
El 26 de abril ocurrió el primer derrumbe en el tramo Los Chorros de un talud de tierra que obstruyó el paso de todos los carriles. Un día después se habilitó el paso, pero ocurrió un segundo derrumbe. Desde entonces se encuentra cerrado y autoridades afirmaron que se habilitará el 11 de mayo.
Al principio, los trabajadores que viven en la zona de Lourdes y zonas aledañas recorrían alrededor de 50 kilómetros para llegar a sus destinos en San Salvador y Santa Tecla, en lugar de los 8 kilómetros de los que consta la autopista Los Chorros. Esto significaba gastar de 8 a 10 horas del día en el tráfico, llegando tarde y agotados a sus trabajos y a sus hogares.
Al no ver más opciones, los trabajadores tomaron la decisión de caminar por un sendero improvisado, que no aparece en mapas, pero que debido a la situación se ha convertido en una opción que no dudan en elegir.
Los que llevan más días usando esta vía improvisada comentan que al inicio era más complicado porque nadie conocía el lugar, lo han ido descubriendo de a poco. Por eso algunos han optado por quebrar ramas o raspar piedras para dejar marcas visibles, y también han aprendido que hay que ser solidarios y no dejar que nadie se quede solo, ya que el segundo día después del derrumbe se perdieron seis personas que tuvieron que ser rescatadas por Protección Civil.
Roberto Vásquez, Víctor Ortiz y Rolando son compañeros de trabajo. Ellos se dedican al mantenimiento de limpieza de una escuela.

Comentan que es la quinta vez caminando por el sendero, pero que el primer día solo lograron pasar guiándose por las marcas que dejaban los demás caminantes. "Un compañero de nosotros nos dijo que iba a dejar regadas unas hojas de colores para guiarnos", mencionó Rolando, un truco similar al de Hansel y Gretel.
Roberto Vásquez agregó que caminar por el lugar es complicado, pero que se ahorran las cuatro horas de viaje que les toma dar toda la vuelta al volcán de San Salvador vía Quezaltepeque.
"Yendo por acá llego a casa a las seis o siete de la noche, si me fuera en bus, llegaría a las nueve o a las diez de la noche", dijo mientras se limpiaba el sudor de la frente.
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En el lugar abundan los insectos que se han despertado con las primeras lluvias de la temporada y también hay otros animales del bosque, como serpientes. Pero lo que más temor provoca a los caminantes es la posibilidad de perderse. Si se tardan mucho en la travesía, pueden quedarse atrapados en el lugar al caer la noche.
Los sonidos del bosque acompañan un sentimiento de incertidumbre que aumenta con cada minuto en que va bajando la intensidad de la luz del atardecer. El miedo se esfuma con un grito. "¡Oi!", se escucha a los lejos. "¡Oí!", responde otro grupo de personas.
Este grito sirve para poder guiar a los que van detrás, pero también ayuda a no sentirse solos en el camino y darse ánimos para seguir.
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— elsalvador.com (@elsalvadorcom) May 9, 2025
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Carlos Hernández se sintió agradecido por estos gritos, ya que era su primera vez usando la ruta junto a Patty, su compañera de trabajo, que improvisó un bastón con una rama de árbol. Además de los gritos y la señalización, agradeció que no estuviera lloviendo, porque si no se hubiera dificultado aún más la caminata.
Agachándose para evitar golpearse con ramas, saltando entre piedras, cambiando la velocidad de los pasos dependiendo del terreno, dando pasos cortos por lo angosto del camino y de vez en cuando deteniéndose para respirar y apreciar el paisaje. Así se pueden resumir la hora u hora y media que toma caminar desde la Colonia Alpes Suizos hasta el centro de transferencia MIDES o "rastro", como le llaman los caminantes a éste lugar al lado de la carretera donde desemboca la ruta por el bosque.
Luego, la caminata continúa por tres kilómetros más sobre la autopista para llegar a la zona de El Poliedro, donde está cerrada la carretera, punto desde el cual ya se pueden abordar los buses del transporte público.
Si los caminantes logran coincidir con los camiones y pick up con logos del MOP que van bajando, los que llevan trabajadores fuera de la zona de construcción del viaducto, los conductores se detienen para darles "aventón".
"Hey, les damos ride, súbanse", grita un trabajador del MOPT mientras levanta su mano animando a los caminantes a correr y subirse al camión. A cada cierta distancia, aparecen más personas. De a poco, el camión se llenó de personas.
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