El agua que no deja de brotar en la Hacienda El Platanar

Desde los 90, el nacimiento natural, ubicado en Moncagua, San Miguel, se aprovecha para varios usos.

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Foto EDH/Iliana Ávila

Por Iliana Ávila

2019-02-24 9:54:55

SAN MIGUEL. Adriana Carranza, de 28 años, llega desde muy temprano al nacimiento de agua de la Hacienda El Platanar, en Moncagua, junto con su pequeña hija y dos enormes huacales con ropa sucia para lavar. “Desde que nací ya lavaba la gente acá, antes se lavaba en piedras, luego construyeron los lavaderos”, cuenta, mientras el agua brota a borbollones de la tubería que atraviesa una serie pilas y lavanderos.

El agua proviene de una gran piscina ubicada un par de metros más arriba de los lavanderos. En medio de esta piscina se encuentra el nacimiento de agua, que no solo suministra el vital líquido al resto de piscinas distribuidas en las dos manzanas de terreno del Turicentro Hacienda Platanar de Moncagua, sino también es el corazón que bombea agua a 1,100 casas de la comunidad.

“Tengo agua potable, pero como en la casa uno hace una cosa y otra, nunca se termina de lavar, en cambio acá se pone una de un solo (lava) hasta que termina. Usted puede venir desde la 5:00 de la mañana hasta las 6:00 de la tarde”, comenta Adriana.

Las piscinas de El Platanar también son utilizadas por grupos de personas evangélicas que realizan bautizos y luego comparten en las diferentes glorietas, además de utilizar las hornillas para cocinar.

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“Acá vienen de todas partes, tanto de los municipios cercanos como de la frontera con Honduras, se están el día porque se tiene hornillas y ahí aprovechan a cocinar, hacer la sopa, porque se tiene tilapias en algunos estanques”, agrega Lorenzo Portillo, quien por 14 años ha tenido a su cargo el cuido del lugar y es el encargado de distribuir el agua potable por sectores.

El servicio de agua potable es administrado por la ADESCO, y el proyecto nació en la época de los 90, según recuerda el profesor de Ciencias Sociales y residente de la hacienda, Ronald Carballo.

“Entre 1900 a 1910 era de la familia Pohl, antiguos dueños de la hacienda Platanar y Tangolona, luego pasa a la familia Borgonobo; con la reforma agraria el inmueble fue intervenido y se volvió algo turístico a partir de los 90, por esas fechas nace un movimiento que vela por la adaptación del agua potable en el Platanar y toman como referencia el nacimiento para poder abastecer la zona”, explica el docente.

Los habitantes de la Hacienda El Platanar, que cuentan con agua potable, cancelan $6 mensuales por dicho servicio, esto les faculta poder hacer uso gratuito del centro recreativo, no así las personas que no son del sector, quienes deben de pagar $1.

A pesar que el agua fluye en grandes cantidades y permite que los vecinos agricultores de hacienda Tamera puedan utilizar el agua en sus regadíos, que les llega por medio de quebradas, el flujo ya no es como antes.

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“Tengo 48 años de vida, y le puedo decir que el caudal en esa época era fuerte, abastecía los riegos de Tamera, pero hoy tiene un déficit de un 30% debido a la deforestación y el cambio climático”, señala Carballo.

También, Lorenzo Portillo ya vio que el agua no fluye como antes, pues “desde el año pasado se notó que ha bajado un jeme (medida entre el dedo pulgar y el indice) antes salía por unos tubos que están en la parte alta de la bóveda de donde se toma el agua para hacerla potable hoy hasta que se paran los equipos comienza a salir por ahí”, manifiesta.

Portillo sabe de la importancia de mantener el nacimiento de agua. “Sin el nacimiento damos lástima, pero gracias a Dios aún tenemos agua”. El lugareño sabe que para mantenerlo es necesario tomar algunas medidas, por ello han realizado acciones dentro del terreno del turicentro, como la siembra de árboles de almendro.