“Ha sido una larga y dolorosa despedida”: Cecilia Flores, tía del migrante salvadoreño que murió arrollado en México

Cecilia confiesa que desde que se enteró de la muerte de Nelson, todos los días ha sucumbido a un dolor incomparable. El cuerpo del migrante fue repatriado la noche del jueves, proveniente de Tijuana, México.

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Foto EDH/Jessica Orellana

Por Marvin Romero

2018-12-28 12:18:15

A Cecilia Flores todavía le hace presión en la piel el último abrazo de su sobrino. Las últimas palabras que le dijo también le taladran la memoria. No consigue aceptar que está muerto a pesar que su mano está sobre el ataúd en donde será sepultado en tan solo unas horas.

Para esta mujer – la matriarca de su familia – treinta días de angustia llegaron a su fin la noche del pasado jueves cuando, en un pequeño y frío salón del Aeropuerto Internacional de El Salvador, recibió el cadáver de su sobrino, Nelson Flores: el migrante salvadoreño que murió arrollado por un automovilista borracho en la ciudad fronteriza de Tijuana, en México, a finales de noviembre.

Al interior de una modesta funeraria del centro de Quezaltepeque, y frente al ataúd de su sobrino, Cecilia confiesa que desde que supo de la muerte de Nelson – la madrugada siguiente al accidente – todos los días ha cedido a un dolor incomparable y aún después de verlo dentro del féretro, se negaba a aceptar su muerte.

 

 

 

 

“Esta ha sido una larga y dolorosa despedida, como si hubiera caminado por un desierto o un túnel a oscuras, sin encontrar salida, ni luz”, relata la mujer sobre los días en que tuvo lejos el cuerpo de Nelson. “Pero ya me siento conforme que por lo menos lo tengo en cuerpo, aunque ya no en vida, para darle cristiana sepultura”, añade. 

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El cuerpo de Nelson Armando Flores, de 36 años, fue repatriado la noche del jueves y entregado a sus familiares en el aeropuerto de Comalapa. El compatriota murió atropellado en Tijuana y era parte de los salvadoreños que migraron en la caravana que salió el 31 de octubre del Salvador del Mundo.

Nelson fue parte de la segunda caravana de migrantes que partió de El Salvador el 31 de octubre pasado y recorrió por varias semanas la ruta hasta la frontera norte de México. Llevaba unos días en Tijuana y estaba a la espera de cruzar a Estados Unidos para solicitar asilo en ese país.

El cuerpo de Nelson regresó a El Salvador a eso de las siete de la noche del jueves. La gestión corrió a cargo del Ministerio de Relaciones Exteriores. En el traslado hasta la funeraria fueron apoyados por Comandos de Salvamento. “Me lo han mandado bien lindo, le pusieron corbata, bien guapo está”, describe Cecilia, con cierto brillo en los ojos, pero con la voz entrecortada, como quien recuerda buenos momentos, para luego chocar de frente con la realidad.

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Familiares se hicieron presentes al aeropuerto para recibir el cuerpo. El objetivo de Nelson, quien partió en la segunda caravana a finales de octubre, era conseguir un trabajo como chef en EE.UU.

Nelson soñaba con convertirse en Chef

Nelson soñaba con conseguir un trabajo como chef en EE.UU. En una ocasión, antes de partir con la caravana, le comentó a su tía que quería trabajar y así ganar el dinero suficiente para ayudar a salir adelante a esa familia que ahora no puede creer que haya partido.

Él ya trabajaba como cocinero en El Salvador. “Me contaba de sus planes de estudiar cocina y convertirse en chef”, dice Cecilia y explica que ya se encontraban en el proceso de aplicar a programas de becas para escuelas de cocina en El Salvador.

 

Nelson ya se encontraba en la lista de espera para poder pasar a territorio de Estados Unidos y solicitar su condición de asilo. Foto EDH/ Jessica Orellana
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Nelson Flores formaba parte de la segunda caravana de salvadoreños que salió el el pasado 31 de octubre. “Yo voy a sacarlas adelante”, les repetía a su tía, prima y sobrina, la familia que ahora lo llora en El Salvador.

“Cuando sea cocinero en Estados Unidos, un día voy a tener papeles legales y las voy a mandar a traer”, recuerda que su sobrino le dijo antes de emprender el viaje. “Yo no las voy a olvidar, voy a sacarlas adelante”, les repetía constantemente a su tía, prima y sobrina. A la pequeña, de tan solo cuatro años de edad, Nelson solía llamarla “Niru”, de cariño: “vas a crecer bien, porque yo voy a cuidarte desde lejos”, le decía en esas tardes en las que pasaban horas jugando juntos.

De vuelta en la funeraria, con un tono de resignación, Cecilia expresa: “sé que Dios lo tiene ya en sus brazos y nosotros aquí tenemos que seguir”. Se pone de pie para arreglar las flores junto a la fotografía de Nelson y no puede evitar rendirse al llanto. Nelson será sepultado este sábado, luego de una ceremonia en la iglesia La Señora de los Mártires de Quezaltepeque.