Crónica: Los peligros de la noche para la caravana de migrantes salvadoreños
La noche es sinónimo de incertidumbre para los compatriotas que viajan hacia Estados Unidos. ¿Dormir o avanzar? ¿El parque, la plaza o la acera? Son las horas en que se exponen a algunos de los mayores riesgos de la ruta.
Son las 6 de la tarde y el sol comienza a ponerse en Moyuta, el pueblo fronterizo de Guatemala en donde la caravana de migrantes salvadoreños ha decidido pasar la noche.
La oscuridad cae de golpe y comienzan a formarse grupos de seis o siete para hacerle frente. En el parque no hay luz y es fácil tropezar con un brazo, una pierna o una cabeza tapada con un pedazo de tela. Un par de policías custodian el lugar pero los migrantes son vulnerables y lo saben.
Ahí están los que cruzaron por la frontera de La Hachadura. Durmieron, comieron, rieron y hasta se tomaron un momento para “celebrar” que ya estaban fuera de El Salvador y más cerca de Estados Unidos. Los lugareños los miraban con algo de recelo. Constantemente van y vienen hombres en motocicleta rodeando el parque. Ponen nerviosos a los migrantes: comienzan a armar planes para marcharse lo más pronto posible.
La noche terminó de caer y los migrantes seguían llegando. Dieron las siete y el hombre que se apoderó de la voz de mando – El Líder- decide que es momento de continuar.
Enrique, de 61 años, se aventura en la ruta migrante con sus dos nietas para alejarlas de la pobreza y de la delincuencia a la que se exponen en El Salvador.
Los más cansados no pudieron dar un paso más y prefirieron cerrar los ojos sobre el suelo del parque, quedarse ahí a su suerte, rezagados. Los que sí se animaron, abordaron un autobús que los llevó hasta la terminal de Escuintla, desde donde seguirán a pie. Era medianoche cuando llegaron, descansaron unos minutos y prosiguieron la marcha.