¡Seguirá cantando! Gallo Maurice le gana juicio a sus vecinos y su dueña recibirá pago económico

El caso, aunque anecdótico, ilustra a la vez los temores de que desaparezca el mundo rural en Francia, debido al declive de la actividad agrícola y ganadera y al éxodo de los jóvenes hacia la ciudad.

La justicia francesa determinará esta semana si el cacareo de un gallo debe ser considerado como un sonido pernicioso, en un caso paradigmático de las nuevas disputas entre vecinos en el mundo rural.

Por Agencia EFE

2019-09-05 8:43:34

La justicia francesa dio este jueves la razón a los propietarios de un gallo en una localidad turística en la isla francesa de Oleron que se ha convertido en símbolo de la vida rural, a los que habían denunciado unos vecinos que se quejaban de la molestia que les causa el canto del animal.

El Tribunal de Rochefort (oeste) impuso a los denunciantes, una pareja originaria del centro de Francia que tiene una segunda residencia en Saint-Pierre-d’Oléron, el pago de 1,000 euros por daños y perjuicios a la dueña del gallo, Corinne Fesseau, explicó a Efe su abogado, Julien Papineau.

Además, tendrán que abonar los gastos del procedimiento y no hay posibilidad de recurso.

El tribunal consideró que los querellantes no habían presentado pruebas suficientes de que el gallo Maurice hiciera un ruido excesivo y además estimó que un animal doméstico como este puede vivir en una localidad rural cuando no está en el centro.

El gallinero se encuentra a cuatro metros de la habitación de la pareja denunciante en un pueblo que tiene 7,000 habitantes en invierno, pero cuyo número se quintuplica durante las vacaciones de verano.

Foto AFP

“Es una buena decisión” tras dos años de procedimiento que, entre otras cosas, prueba que “no se puede ir ante la justicia por nada”, subrayó Papineau.

El contencioso, difundido en la prensa francesa pero también en la internacional, dio lugar a una audiencia el pasado 4 de julio en la que los denunciantes exigían que cesaran lo que calificaban de “molestia sonora” y pedían que si no ocurría se impusiera una sanción de 150 euros al día a la propietaria del gallo Maurice.

La pareja trató de evitar que el proceso se presentara como una confrontación entre unos turistas que no soportaban el canto matutino del gallo, un elemento tradicional de la vida rural.

Símbolos franceses amenazados

“Hoy denuncian el cacareo, y mañana ¿qué será? ¿Las gaviotas? ¿El ruido del viento? ¿Nuestros acentos?”, se indignó el alcalde de Saint Pierre de Oleron, Christophe Sueur.

El caso, aunque anecdótico, ilustra a la vez los temores de que desaparezca el mundo rural en Francia, debido al declive de la actividad agrícola y ganadera y al éxodo de los jóvenes hacia la ciudad.

El caso llevó al alcalde de la localidad de Gajac, Dionis du Séjour, en el suroeste de Francia, a publicar una enardecida carta para defender el “derecho” de las campanas de las iglesias a repicar, de las vacas a mugir y de los burros a rebuznar.

Su carta compara a los recién llegados a las aldeas que se quejan de los ruidos y los olores con “los ignorantes que descubren que los huevos no crecen en los árboles”.

El alcalde pidió al gobierno que clasifique los sonidos del mundo rural como parte del patrimonio del país.

Su demanda recibió el apoyo del diputado conservador Pierre Morel-a-L’Huissier, que representa parte de la región de Lozère (noreste).