En un panorama poco alentador para los miles de sobrevivientes del terremoto en Haití el pasado 14 de agosto, las mujeres suman una nueva preocupación, pues temen ser víctimas de violencia sexual al encontrarse a la interpedie en refugios improvisados con mantas y plásticos en un campo de futbol, en la localidad de Los Cayos, o a las horillas de las calles.
“No estamos a salvo”, señaló Vesta Guerrier, una mujer de 48 años que expresó su temor a la cadena de noticias AFP. La mujer que ya se encuentra afectada psicológicamente por la devastación provocada con el terremoto de 7,2 agregó que le preocupa la seguridad “Especialmente por la noche, cualquier persona entra al campo”.
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La situación de inseguridad y poca intervención de las autoridades pone a las víctimas en la misma posición que en 2010 cuando posterior al terremoto de dicha fecha un aproximado de 250 mujeres reportaron haber sufrido violaciones en los campamentos durante los 150 días que se mantuvieron en dichos refugios, esto según un informe presentado por Amnistía Internacional (AI), publicado en enero de 2014.
Se estima que el campo de Gabions, donde decenas de refugiados tienen que convivir en espacios muy limitados y con recursos extremadamente limitados un poco de privacidad es casi imposible. Por lo que Vesta Guerrier afirmó que no confía en desnudarse por completo nunca ni siquiera para tomar un baño, entre las medidas extremas que ha tomado para higienizarse siempre espera a que se ponga el sol antes de limpiarse.
A pesar de esto “puede ser que me venga a enfocar una luz y ahí no sé si la persona que me ilumina es alguien que vive aquí con nosotros o si es alguien de afuera que viene a hacer lo que sea” agregó Guerrier.
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Sumado a esto los únicos cuatro inodoros instalados en el campo se han vuelto inutilizables debido a la falta de mantenimiento, según Guerrier las mujeres sufren “aunque tengamos ganas de orinar, porque todos nos miran por todos lados”.
En el campo se han organizado líderes para cuidar unos de otros para evitar otra tragedia. El pastor Milfort Roosevelt señaló a los medios que ha trasladado a “los más vulnerables” a otro campamento cercano.
“Protegemos a las niñas. Por la noche, armamos una brigada de vigilancia que circula toda la noche y se asegura que ningún chico cometa actos de violencia contra las mujeres” explicó el religioso de 31 años.
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Entre las ruinas cientos de familias intentan reorganizar sus vidas utilizando sábanas y plásticos para marcar espacios.
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