Stephanie Amaya, la maestra salvadoreña que cambia vidas en Estados Unidos
La historia de Stephanie Amaya es un reflejo del esfuerzo y la determinación de miles de salvadoreños en el exterior. De hija de inmigrantes pasó a dirigir una escuela en Dallas y hoy supervisa a ocho directores en Oak Cliff.
Por
Leidy Puente
Publicado el 06 de octubre de 2025
Desde Dallas, Texas, la salvadoreña Stephanie Amaya inspira a su comunidad con una historia de esfuerzo y liderazgo. Hija de migrantes que huyeron de la guerra civil, pasó de ser maestra en Adamson High School a directora y luego supervisora de ocho escuelas en Oak Cliff. Bajo su guía, Adamson
En el corazón del vecindario de Oak Cliff, en Dallas, Texas, hay un lugar donde los aromas de la comida salvadoreña evocan recuerdos de hogar. Es el restaurante Rosis, donde Stephanie Amaya se sienta a disfrutar de un tamal frito y dos pupusas —una de queso y otra revuelta— como si estuviera en su país.
Entre conversaciones en español y risas, esta educadora salvadoreña revive los sabores de su infancia y reflexiona sobre el camino que la llevó a cambiar vidas desde el aula.
Sus padres emigraron de El Salvador durante la guerra civil de los años ochenta, buscando seguridad y un futuro mejor. En Dallas, construyeron una nueva vida basada en el trabajo duro y los valores familiares.
“Mi mamá siempre ha estado ahí, ayudando en la escuela, limpiando, apoyando en lo que se necesitara. Ellos sabían que yo iba a dar todo de mí”, contó Stephanie en una entrevista con Telemundo 39, conducida por la periodista María Guerrero.
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El deseo de enseñar nació en Stephanie desde joven, inspirada por una profesora puertorriqueña que le mostró que la educación podía cambiar destinos. Su carrera comenzó como maestra en la secundaria Adamson High School, una institución con más de un siglo de historia en el sistema educativo de Dallas. Allí, el 95 % de los estudiantes son de origen hispano, muchos de ellos hijos de inmigrantes como ella.
Con dedicación y empatía, Stephanie fue ascendiendo hasta convertirse en directora del plantel, justo en medio de la pandemia de COVID-19. El reto era monumental, mantener a los estudiantes motivados y enfocados en un contexto lleno de incertidumbre.
Pero su convicción fue más fuerte que el miedo. “Lo importante es que los jóvenes tengan algo que los motive, algo que los saque de la calle y los haga creer en su propio futuro”, afirmó durante la entrevista televisiva.
Con su liderazgo, Adamson fortaleció los programas académicos y artísticos, fomentando la participación en deportes, música y voluntariado. Su meta era clara, que cada estudiante encontrara una razón para permanecer en la escuela y creer en sí mismo.

De la letra C a la excelencia académica
En apenas cuatro años, los resultados hablaron por sí solos. Adamson High School pasó de una calificación estatal C a una A, convirtiéndose en el único plantel convencional del distrito escolar de Dallas en alcanzar ese nivel de excelencia. La transformación fue tan significativa que padres, alumnos y maestros celebraron el logro como un triunfo colectivo.
“Ella logró que los alumnos se sintieran orgullosos de ser parte de Adamson”, compartió un padre de familia en el reportaje de Telemundo 39. “Mi hijo volvió a creer en la escuela y en su futuro.”
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Gracias a su desempeño, el distrito escolar le confió nuevas responsabilidades. Hoy, Stephanie Amaya supervisa a ocho directores en la zona de Oak Cliff, donde continúa impulsando programas de mejora académica y participación familiar. Su enfoque es fortalecer el liderazgo escolar para que más jóvenes hispanos tengan acceso a oportunidades de calidad.

Orgullo salvadoreño que trasciende fronteras
Aunque su vida profesional está en Estados Unidos, Stephanie nunca ha perdido la conexión con sus raíces. Además de su labor en Dallas, apoya proyectos educativos en El Salvador, brindando asesoría y recursos a comunidades rurales.
“Ser salvadoreña me da fuerza —dice con orgullo—. Me recuerda que venimos de un pueblo trabajador, que no se rinde. Y cada día que entro a una escuela, siento que represento a mi gente.”
Su historia es la de miles de salvadoreños que emigraron en busca de un sueño, pero también la de quienes no olvidan su origen y regresan, de alguna forma, a tender la mano. Stephanie encarna ese espíritu, el de la maestra que enseña, la directora que guía y la mujer que lidera con el corazón.

“Mi mamá siempre me decía que no hay imposibles cuando se trabaja con amor”, cuenta con una sonrisa. “Y eso intento hacer cada día: dar lo mejor de mí, por mis estudiantes y por todos los que vienen detrás.”
En un país donde la diversidad es una fortaleza, el nombre de Stephanie Amaya se ha convertido en sinónimo de esfuerzo, inspiración y orgullo salvadoreño. Su legado demuestra que la educación, cuando se vive con pasión, puede cambiar no solo la vida de un estudiante, sino también la de toda una comunidad.
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