Hay alrededor de 2.5 millones de salvadoreños en Estados Unidos y gran parte de ellos aún no cuenta con un estatus migratorio permanente en ese país. Por tanto, cada vez que en ese país se elige un presidente, surge la pregunta de qué va a pasar con los compatriotas que tienen arraigo -pero no todos los papeles- en ese país.
Hace cuatro años, Trump ganó la elección ofreciendo mano dura en la migración, y lo cumplió: en el tiempo que lleva gobernando, ha buscado eliminar programas como el TPS, el DACA (que protege a quienes entraron como menores) y ha avanzado la construcción de su muro.
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Además, ha presionado a países como México, Honduras, Guatemala y El Salvador a impedir el flujo de migrantes y a aceptar solicitantes de asilo de otros países mientras esperan que EE. UU. determine su situación.
De ganar la reelección, y ante la falta de indicaciones contrarias, parece que el camino seguirá igual: Trump mantendrá su mano dura a los migrantes y seguirá premiando a los gobernantes que sigan sus políticas.
Por otro lado, el candidato demócrata Joe Biden lanzó recientemente su plan para Centroamérica, que ofrece dar fin a las políticas “draconianas” (estrictas) de Trump sobre la migración.
Biden plantea volver al modelo presentado por Obama en 2014 de la Alianza para la Prosperidad del Triángulo Norte, que buscaba invertir recursos en la prevención de las causas de la migración.
El programa ofrece un fondo de $4,000 millones en 4 años para combatir debilidad institucional, inseguridad y corrupción: las causas que empujan a que miles busquen irse a Estados Unidos.
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Parte de esto se financiará, dice el plan de Biden, con redirigir los fondos destinados a detener migrantes en la frontera y asignados hasta hoy al Departamento de Seguridad Nacional.
Sin embargo, este plan se conoció recientemente y no ha sido ampliamente discutido. Y en vista de las grandes necesidades de Estados Unidos en lo doméstico (atender la pandemia, su economía golpeada y la tensión racial), es posible que la política exterior, gane quien gane, entre en un segundo plano.
Además, en los debates ofreció un “camino a la ciudadanía” para millones de migrantes, incluyendo los “soñadores” amparados al DACA: quienes ingresaron al país irregularmente como menores de edad.
Las elecciones en EE. UU. importan al mundo entero. Para nosotros, es importante saber dónde está parado cada candidato y qué ofrecen, al menos en campaña, a los salvadoreños que esperan saber qué apoyos políticos tendrán para poder regularizar su situación.
¿Y la democracia?
Hay quienes opinan que la presidencia de Trump abandonó su compromiso con la democracia y el combate a la corrupción y se enfoca exclusivamente en vigilar que El Salvador cumpla sus objetivos de política migratoria.
Por otro lado, miembros del partido demócrata dicen que si gana Biden habrá un seguimiento más cercano a los presuntos abusos de poder de Nayib Bukele, que hasta hoy es respaldado por Washington al sumarse a las medidas migratorias.
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De momento, los demócratas ofrecen una visión más estructural y en conjunto no solo de la migración, sino de cómo abordar la institucionalidad como un factor importante para la paz, estabilidad y prosperidad de El Salvador y cómo esto evitará migración irregular.
Pero, nuevamente, el enfoque del próximo presidente será probablemente la dura situación doméstica y es posible que ni republicanos ni demócratas quieran gastar mucho capital político en la democracia de un país chico como el nuestro.