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Proyecto Uniforme servicio domestico Catalina del Cid

El uniforme, estigma y estatus para el servicio doméstico en El Salvador

De nuevo, el arte cuestiona, reflexiona y alza la voz para visibilizar una realidad que incomoda. Cuatro performance fueron suficientes para evidenciar el significado peyorativo que el uniforme para empleadas domésticas posee en El Salvador del siglo XXI.

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Por R. Mixco / O. Picardo
Publicado el 10 de agosto de 2025


"Doña Licha (nombre ficticio). Mire, yo nunca le he preguntado a usted, pero... realmente, ¿le gusta utilizar el uniforme del servicio doméstico?".

Esa pregunta fue el génesis del proyecto de arte "Uniforme del servicio doméstico", que impulsó a la artista visual Catalina del Cid a contemplar la realidad de las empleadas del servicio o "las muchachas" con una mirada diferente.

Han transcurrido más de 10 años desde que dicha inquietud surgió en la mente de la artista, al cuestionarse a sí misma qué tipo de valores heredaría a su pequeña hija.

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La respuesta de Licha, una empleada de años en su familia, fue reveladora: "Hay niña Caty, pues la verdad es que no".

Según la IA, el uniforme es más que una prenda de vestir: "Crea un sentido de unidad e identidad dentro de un grupo, ya sea un equipo deportivo, una empresa, una escuela o una rama militar. Al vestir la misma ropa, los individuos se identifican como parte de algo más grande que ellos mismos. Esto fomenta la cohesión, el compañerismo y un propósito común".

Claro está, esta vestimenta debe ser adecuada para el trabajo o actividad que se desarrollará con este.

Sin embargo, al referirse al uniforme del servicio doméstico, la IA plantea que este "sirve, en primer lugar, para identificar el rol y el estatus de la persona que lo lleva. Históricamente, separaba visualmente a la persona que sirve de la persona servida. Este atuendo delimitaba, claramente, su posición en la jerarquía del hogar, estableciendo una barrera entre el empleado y la familia para la que trabaja".

Proyecto Uniforme servicio domestico Catalina del Cid
Ilustración en técnica mixta del primer performance de Catalina del Cid. Foto: cortesía de la artista visual

Y justo dicha afirmación, fue validada por Del Cid a través de su proyecto performático, que contó con el apoyo de consagradas artistas de teatro nacionales y migrantes salvadoreñas residentes en España.

"Me di cuenta que el tema del uniforme del servicio doméstico es íntimo, es el aporte que cada mujer salvadoreña puede hacer íntimamente, de uno a uno, haciendo un cambio íntimo en tu hogar; y ese fue el meollo del asunto, y para eso lo que yo quería era enfrentarme con mujeres como yo y cuestionarlas", afirmó la creadora en entrevista vía mensajería. Y eso hizo.

Para el proyecto Del Cid, "El tema del uniforme es la punta del iceberg de las condiciones de trabajo, salario, prestaciones laborales, contratos inexistentes, horarios y permisos de la empleada del hogar".

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Es así que surgen las interrogantes a resolver: ¿Está imponiéndose un uniforme con la finalidad de marcar, subyugar a otro ser humano? ¿Es este uniforme algún tipo de confinamiento para dominar y quitarle derechos y libertades a otra persona? ¿Hay algún tipo de similitud, en el fondo, entre la mujer islámica con burka y la necesidad de imponer un uniforme que delimita brechas socio económicas a nuestras mujeres?

El experimento artístico de la compatriota —ahora residente en España— inició en 2014, con un grupo de talentosas salvadoreñas que no dudaron en aceptar.

TARDE DE DOMINGO / Performance #1. Año 2014
(Antiguo Cuscatlán) Fecha: domingo 16 de marzo

Proyecto Uniforme servicio domestico Catalina del Cid
Grupo protagonista del performance 1. Foto: Tomás Andréu / cortesía Catalina del Cid

Las protagonistas fueron la artista visual Catalina del Cid, las actrices Egly Larreynaga, Alicia Chong, Alejandra Nolasco y Dinora Alfaro, y la bailarina Didine Ángel. Las fotos fueron realizadas por Tomás Andreú (1980-2019) y el video oculto por Mauricio Alfaro.

El performance tenía como objetivo evidenciar las reacciones del público ante una situación cotidiana que rara vez se ve en la sociedad salvadoreña: un grupo de domésticas uniformadas disfrutando de un día libre juntas. En realidad, eran un grupo de amigas que se reunieron para divertirse, pero que decidieron hacerlo vistiendo el 'outfit' de una empleada del servicio.

"Lastimosamente, vivimos en una sociedad donde es cada vez más marcada la diferencia entre ricos y pobres, y creo que si esto ha cambiado ha sido para agudizarse".

Dinora Alfaro, actriz y directora.

"Durante el día lo disfrutamos mucho. Las seis vestidas con el uniforme y disfrutando; es decir, simplemente, el objetivo era llegar y disfrutar como lo haría Catalina, Dinora, Alejandra, Alicia y Didine, como lo haríamos en una situación normal. Solo que la diferencia era que estábamos todas vestidas con el uniforme doméstico", recuerda Dinora Alfaro más de una década después.

Las actividades realizadas eran, a priori, sencillas pero "transgresoras", por el simple hecho de ser ejecutadas por mujeres con uniformes de servicio doméstico: vestido, delantal y chanclas.

Proyecto Uniforme servicio domestico Catalina del Cid
En esta imagen del primer performance, puede verse al conjunto de artistas salvadoreñas que participaron en este experimento, departiendo en un restaurante. También se puede contemplar la reacción de su entorno. | Fotos: Tomás Andréu / cortesía Catalina del Cid

La primera acción fue mostrarse en grupo, una imagen poco común en El Salvador, donde la empleada doméstica suele ser vista de manera individual, cuidando niños o acompañando a la familia a la que sirve.

El grupo también visitó tiendas de prestigio y en tendencia, según detalló Del Cid. Ahí, no se detuvieron en las áreas de ofertas, sino que se probaron ropa y accesorios de temporada. Esta simple acción generó una reacción inmediata en ciertas tiendas: el personal de seguridad se activó, mostrando nerviosismo y una vigilancia constante. El objetivo no era comprar, sino ocupar espacios de consumo que socialmente se consideran inaccesibles para "las empleadas".

"Al ponerme el uniforme, me sentí fea. El material del uniforme, caluroso e incomodo. Cuando caminé con el, inmediatamente fui menos, porque las miradas me lo hicieron sentir...".

Alicia Chong, actriz y directora.

El punto culminante de la provocación fue el almuerzo. Sentadas en una mesa visible en el área de restaurantes, pidieron tacos y cervezas. Y actividades como fumar y reír abiertamente, se convirtieron en un espectáculo. La reacción de su entorno fue de risa, burla y asombro.

La gente las señalaba, les tomaba fotos y las filmaba sin disimulo. Los niños, en particular, se reían y señalaban, reflejando el aprendizaje social de sus entornos. "Lo más horrible fue un niño que nos hizo una cara de asco. Fue lo que más me golpeó", confiesa Alicia Chong desde España.

Pero también la golpeó una pareja que se levantó indignada, en un restaurante al frente de donde ellas departían, al verlas disfrutando de una tarde de domingo uniformadas.

Proyecto Uniforme servicio domestico Catalina del Cid
Las participantes del experimento se refrescan en la fuente del centro comercial. Foto: Tomás Andréu / cortesía Catalina del Cid

El performance concluyó en el área de la fuente, donde las amigas se refrescaron y jugaron con agua. En este punto, la barrera entre la actuación y la reacción del público desapareció por completo. Los asistentes rodearon al grupo, sacando sus teléfonos y filmando lo que veían como un evento extraordinario.

Del Cid indicó que el resultado final de este experimento social fue un registro de varias horas de reacciones, que evidenció profundos prejuicios y la invisibilidad social que enfrentan en territorio salvadoreño las trabajadoras del hogar.

"Nosotras, esa misma noche, al terminar el día del performance o de la intervención, nos fuimos a ver las imágenes y fueron crueles y duras, incluso miradas de niños, una mirada de juicio y de, cómo le podría decir... de repudio. De decirnos: '¿qué están haciendo ustedes acá en nuestro espacio?, ¿por qué están invadiéndolo? Ustedes no tienen derecho a estar aquí, no se supone que ustedes estén disfrutando como nosotros en este espacio y que estén consumiendo como nosotros en este espacio, por más que estén consumiendo con un dinero que es el mismo dinero que tiene el otro también'", enfatizó Dinora Alfaro.

Proyecto Uniforme servicio domestico Catalina del Cid
Las colegas artistas vitriniando como un domingo cualquiera, solo que esa tarde todas vestidas con uniforme de domésticas. Foto: Tomás Andréu / cortesía Catalina del Cid

Asimismo, las actrices confirmaron por sí mismas que el uniforme para domésticas es incómodo y nada adecuado para realizar las labores diarias. "Yo me sentí fea. Lo más duro es que no son pantalones, son faldas. No son adecuados para el trabajo. Me sentí vulnerable", expresó Alicia Chong.

Lo ideal es que las empleadas vistan pantalones, con zapatos seguros que las protejan de la humedad. Ropa y calzado cómodo.

Para Chong, lo más irónico es que son mujeres las que visten con ese uniforme a otras mujeres.

REFLEJO INCÓMODO Performance #2. Año 2015
(San Salvador). Fecha: martes 3 de febrero

Proyecto Uniforme servicio domestico Catalina del Cid
Las actrices de La Cachada Teatro y Egly Larreynaga (2° a la izq.) se unieron en el segundo performance, en Metrocentro. Foto: Miguel Ángel Servellón / cortesía Catalina del Cid

El segundo experimento fue realizado con la ayuda de las actrices del grupo La Cachada Teatro: Magaly Lemus, Katherine Zelaya, Mirna Chileno, Ruth Vega, Magdalena Henríquez y Wendy Hernández, y repite Egly Larreynaga. Además, contó con el apoyo de Roberto Salomón, director del Teatro Luis Poma. Las fotos fueron realizadas por Miguel Ángel Servellón y los videos por Juan Fortis y Francisco Paredes. El periodista y escritor Tomás Andreú se encargó de entrevistar al público.

Este acto buscó una confrontación más directa y reflexiva con el público, a diferencia de la anterior, explica Catalina del Cid.

La preparación fue meticulosa, con un punto de reunión en el Teatro Poma, donde las actrices discutieron el significado y el propósito de la intervención.

"Sentí rechazo, burla, humillación (…) no me imaginaba que ese uniforme era el uniforme de la humillación; sólo me lo puse y empezaron las miradas despectivas, las risas burlonas...".

Ruth Vega, actriz de La Cachada Teatro, tras concluir el performance en Metrocentro.

Para ello, se definieron dos elementos clave para la confrontación: el uso de espejos y carteles con frases extraídas de "El Minimum Vital" de Alberto Masferrer, ensayo político-social escrito en el año 1929.

El uso de un espejo de doble cara fue el eje central de la acción. Colocados en el suelo y dispuestos en figuras geométricas (círculos y triángulos) por las actrices, pretendían forzar al público a verse reflejado en estos. "La idea era que, a través de este reflejo, los visitantes de Metrocentro se enfrentaran a sus propios prejuicios y a la realidad de las trabajadoras del hogar", expresa Del Cid.

Los rótulos con las frasesservían como un complemento textual a la confrontación visual.

Proyecto Uniforme servicio domestico Catalina del Cid
Las actrices del segundo performance con los carteles y espejos. | Foto: Miguel Ángel Servellón / cortesía

El impacto, en un centro comercial de clase media, fue marcadamente distinto al de La Gran Vía. Mientras que el primer performance había provocado risas y burla, este generó molestia e incomodidad.

A través de entrevistas y diálogos, se recogieron comentarios de personas que se sentían ofendidas por la presencia de las supuestasdomésticas en un espacio familiar un día domingo. El público las cuestionaba, sugiriendo que "mejor se fueran a trabajar", que "pararan de tener tantos hijos" o que "se educaran más".

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Esta reacción, lejos de generar empatía, desató una oleada de prejuicios y discriminación. Para las actrices de La Cachada, incluso, la experiencia fue emocionalmente dura y humillante. "La reacción del público confirmó que el uniforme de empleada doméstica es una prenda peyorativa y agresiva, utilizada para marcar una jerarquía social y subyugar a quien lo porta", argumenta Del Cid.

Para ella, este segundo performance no solo visibilizó una realidad, sino que también expuso el profundo resentimiento y la falta de empatía que subyacen en la sociedad salvadoreña hacia este sector laboral. 

CAZA DE POMPAS DE JABÓN. Performance #3. AÑO 2015
(España). Fecha: domingo 22 de marzo

Proyecto Uniforme servicio domestico Catalina del Cid
En el tercer experimento, 6 salvadoreñas que laboran como empleadas domésticas en Barcelona junto a Catalina del Cid vistieron el uniforme del servicio doméstico, caminaron tres cuadras en línea recta al estilo “Los Beatles" en un paso de zebra” hasta llegar a la Sagrada Familia. Foto: cortesía Catalina del Cid

Las protagonistas de este tercer performance son salvadoreñas que residen en Barcelona : Marina Palacios, María Ester Díaz, Yanira Lisseth Ramírez, Ana Rivera, Ana Mirian Moreno y Maritza de los Ángeles Murillo, y Catalina del Cid. Las fotos son de Rafaél Andréu, Kristine Halmrast, Raúl Tápia y Reza Safavi. Los videos, de Asier Aristregui y María Reyes.

En un giro geográfico y conceptual, este performance se llevó a cabo frente a la Basílica de la Sagrada Familia, y a diferencia de las primeras en El Salvador, esta intervención contó con salvadoreñas que trabajaban como empleadas domésticas en Barcelona. Vale destacar que en esa ciudad, ellas no están obligadas a vestir uniforme. Así lo confirma Alicia Chong, quien también reside en España.

"Al tercer performance le tengo mucho cariño porque cambió el rumbo de mi vida. Yo estaba en una residencia de Hangar en España, en Barcelona, y justamente iba a hacer el performance… y decidí quedarme permanentemente".

Catalina del Cid, artista visual.

La actriz incluso resalta la más reciente reforma de ley aprobada en la nación ibérica, a favor de los trabajadores del servicio doméstico. El Instituto Nacional de Seguridad y Salud en el Trabajo (INSST) hizo público este año un recurso para evaluar los riesgos laborales al interior de los hogares, con el fin de reducirlos al mínimo, según informaron medios locales en mayo pasado. Esto se desprende de la Ley que el Ministerio de Trabajo aprobó en septiembre de 2024 para mejorar la seguridad laboral de las trabajadoras del hogar.

La idea central del performance en Barcelona, más sutil y poética, se enfocó en la rutina interminable del trabajo doméstico. Las participantes, vistiendo los uniformes, jugaban a atrapar pompas de jabón con cazamariposas. Esta metáfora visual representaba la futilidad y el ciclo sin fin de las tareas del hogar, donde la limpieza de un día se desvanece al siguiente, dejando una sensación de esfuerzo ilusorio.

Proyecto Uniforme servicio domestico Catalina del Cid
Las participantes del performance con Catalina del Cid (d) frente a la Basílica de la Sagrada Familia, en Barcelona, cazando pompas de jabón. Foto: cortesía Catalina del Cid

La experiencia fue significativa para las participantes, afirma Del Cid, especialmente para aquellas que nunca habían usado el uniforme. Sorprendentemente, la reacción del público español fue muy diferente a la de El Salvador. Ahí, el acto se percibió como un performance artístico más, generando curiosidad en lugar de burla o rechazo.

Este contraste subrayó el impacto cultural y social que el uniforme de doméstica tiene en El Salvador, en comparación con una ciudad europea donde esta prenda no tiene el mismo peso simbólico. La experiencia no generó el mismo nivel de reflexión pública, más bien se diluyó, pero sirvió como un punto de partida personal para Del Cid.

NOCHE BLANCA. Performance #4. Año 2017
(Zona Rosa, San Salvador). Fecha: sábado 1 de abril

En el cuarto performance participaron de nuevo las integrantes de La Cachada Teatro, dirigidas por Egly Larreynaga. Se desarrolló en el marco de la "Nuit Blanche" de la Alianza Francesa y fue curada por Paula Álvarez para "Al lado Arte Residencia".

La propuesta surgió cuando Catalina del Cid ya residía en España. "Paula Álvarez retoma esto para el evento de la 'Nuit Blanche', y me pide autorización", recuerda la artista visual en entrevista por mensajería.

La idea de Álvarez: hacer el performance en todo el recorrido de la "Nuit Blanche" en la Zona Rosa, y volver a visibilizar el tema.

Proyecto Uniforme servicio domestico Catalina del Cid
Cuatro de las actrices que participaron en el segundo performance, captadas departiendo por Miguel Ángel Servellón. Foto: cortesía Catalina del Cid

A ocho años de esa "Noche Blanca", Egly Larreynaga recuerda muy bien la reacción del público, quienes la identificaron a ella como la patrona del grupo que había dado permiso a sus empleadas domésticas. "... tal vez fuepor mi color de piel, por ser más blanca", sugiere. También presenció el rechazo contra las actrices caracterizadas, cuando una mujer se apartó de ellas deliberadamente.

Para Larreynaga, estas reacciones reflejan un menosprecio arraigado hacia el trabajo doméstico. Esta labor, esencial para que muchas mujeres se "emancipen" y trabajen, a menudo no es reconocida ni valorada por la sociedad. La misma arquitectura de las casas, con el "cuarto de servicio", denota esa falta de aprecio. En lugar de valorar este trabajo que sostiene a la sociedad, se le margina.

"Sentí por un instante lo que siente alguien cuando te miran de manera diferente, y esa mirada es de desprecio y desaprobación. Sentí también rebeldía como artista y complicidad con las compañeras".

Egly Larreynaga, actriz y directora, tras realizar el performance en Metrocentro.

"En total se han hecho cuatro performances con este tema y como te dije, el interés genuino de esto es utilizarlo para lograr de manera íntima que las mujeres salvadoreñas cuando lo vean, se sientan motivadas para realmente dialogar con sus empleadas domésticas...", reflexiona Catalina del Cid.

Para la artista visual, lo importante es que en cada hogar donde se cuenta con la ayuda de empleadas domésticas se les visibilice y se les ofrezcan condiciones dignas para trabajar. "… ir haciendo un cambio positivo poquito a poco, en la intimidad del propio hogar, y ya dejar de normalizar algo que no es normal y no hace sentir bien a nadie", agrega.

Para la creadora de este proyecto, como para quienes participaron, el uniforme que usan las empleadas domésticas es el "uniforme de la humillación", uno que revela los niveles de clasismo que existen en la sociedad salvadoreña y el grado de marginación al que son expuestas las trabajadoras domésticas.

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