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El Salvador rural

Tres de cada diez salvadoreños viven en la zona rural

En diecisiete años hubo una reducción de casi medio millón de personas en el campo. La Organización Mundial de la Salud (OMS) indica que dos tercios de la población vivirá en el área urbana dentro de 25 años. La población rural va en descenso

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Por Cristian Díaz
Publicado el 21 de julio de 2025


El país tiene, cada año, menos población residiendo en lo rural, (3 de cada diez habitantes en la actualidad) situación que incide directamente en el área urbana por las implicaciones que conlleva la concentración de personas en espacios que se van reduciendo.

Hace 75 años, los salvadoreños residían principalmente en áreas rurales. 

Para cuando se firmaron los Acuerdos de Paz, en 1992, el equilibrio era casi perfecto ya que las personas habían comenzado a trasladarse a la ciudad.

Pero esa paridad se rompió en los años siguientes, convirtiendo a El Salvador en una zona poblada principalmente en su área urbana.

Graficos Zona Rural

Esa situación no es exclusiva del país ya que el 55% de la población mundial vive en zonas urbanas, y se prevé que esa proporción aumentará al 68% en el 2050, de acuerdo a la Organización Mundial de la Salud (OMS).

El VII Censo de Población y VI Censo de Vivienda 2024, realizado por el Banco Central de Reserva (BCR), reveló que la población del país es de 6,029,976.

De esa cantidad, 1,725,715 personas residen en lo rural; es decir, el 28.62% de su población.

Los censos anteriores reflejaron cómo la población que residía en el campo ha ido en disminución desde 1950.

Ese año, por ejemplo, hubo 1,855,915 personas; de las cuales, 1,189,296 vivían en el campo, representando el 63.60%.

Para los censos de 1961 y 1971 la población rural se mantuvo en el mismo rango de porcentaje; pero cayó significativamente en 1992 cuando alcanzó el 49.56% (ver infografías).

Es decir que la población, para entonces, casi se dividió a la mitad en cada una de las zonas geográficas, de acuerdo a datos consigamos en el artículo Transformaciones rurales en El Salvador, con información de la Dirección General de Estadística y Censos (DIGESTYC).

Al hacer una comparación de las cifras, se refleja que para el 2024 hubo una reducción de 419,562 personas en el área rural respecto al censo 2007.

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Los caminos en mal estado, la falta de transporte público y lo alejado de servicios básicos, son factores para que la población deje la zona rural y se traslada a la ciudad. Foto EDH/Cristian Díaz

Ventajas y desventajas

“En la ciudad todo se compra”, dice Mario Aguilar, de 44 años, reside en el cantón Chancuyo, en el distrito de Ahuachapán, Ahuachapán Centro.

Aunque la comunidad aún es catalogada como una zona rural, está accesible a la ciudad debido a la cantidad de transporte público que transita. Queda a dos kilómetros, aproximadamente, del área urbana.

Contrario donde residen sus padres, en el caserío El Ceibillo, cantón Palo Pique, que está a nueve kilómetros de su casa.

Sin embargo, tres de esos kilómetros debe de recorrerlos a pie porque no hay transporte. 

Con carga debe caminar 40 minutos porque sus familiares residen al pie de una montaña.

Aguilar relató que cada tres días visita a sus padres con el propósito de obtener pescado, cangrejos, y camarones, que habitan en el río El Molino. Además se beneficia de mora y chipilín.

Precisamente esa es una ventaja de residir en el campo, aseguró, pues en la ciudad dichos productos tienen un alto costo.

Graficos Zona Rural

Él lleva el producto para que su esposa los comercialice.

“En la ciudad todo se compra y se afecta más la gente por mucho químico de gasolina, de petróleo. Se come más sano en el campo porque, por ejemplo, se cultiva un ayote, un pipián, y en la ciudad todo se compra”, aseguró.

“Se van a buscar un trabajo porque aquí está escaso el dinero”, expresa Juan Francisco Ochoa, quien reside en el mismo caserío, reconoció que muchas personas buscan la ciudad por diferentes factores.

Ejemplificó que tuvo diez hijos, de los cuales dos fallecieron, uno vive con él y siete residen más cerca de la ciudad.

“Se va uno, se va otro, total va bajando la gente del campo.”, razonó el ahuachapaneco de 69 años.

El sexagenario dijo que su objetivo es permanecer en el caserío, donde trabaja sembrando una manzana de maíz y cinco tareas de frijol.

De hecho, tiene un año de no visitar la ciudad.

Miguel Aguilar señaló que una de las ventajas de vivir en la ciudad es cuando se tiene un empleo formal pues evitan viajar hasta el campo todos los días.

Lo deficiente del transporte público y el mal estado de las calles, son factores, aseguraron las personas, que influyen para que las personas se trasladen a la ciudad.

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Una casa luce sola en el caserío El Ceibillo, cantón Palo Pique, Ahuachapán. La vivienda de adobe está deteriorada por falta de habitantes y mantenimiento. Foto EDH/Cristian Díaz

Las consecuencias

Pero la OMS estableció que trasladarse a la zona urbana implica adversidades para las personas, al reflejar que casi un 40% de los residentes de éstas carecen de acceso a servicios de saneamiento gestionados de manera segura, y muchos carecen de acceso al agua potable.

Además que, según estimaciones, el 91% de las personas respira aire contaminado. 

Otras consecuencias, advirtió, es que los sistemas de transporte urbano generan una serie de amenazas, como traumatismos por accidentes de tránsito, contaminación atmosférica y acústica y dificultades para desarrollar actividad física sin riesgos.

Graficos Zona Rural

Lo anterior da lugar a mayores niveles de enfermedades no transmisibles y traumatismos. 

“Se prevé que la constante urbanización convertirá a las ciudades en epicentros de propagación de enfermedades, en particular transmitidas por vectores”, señala la OMS.

La Organización Panamericana de la Salud (OPS) indicó, por su parte, que las poblaciones urbanas tienen mejor acceso a servicios sociales y de salud, mayores tasas de alfabetización y expectativas de vida, y oportunidades de desarrollo económico.

Pero reconoció que las deficiencias en el planeamiento urbano estratégico pueden resultar en desigualdades sociales, pobreza urbana, delitos violentos, acceso inadecuado a servicios básicos, peligros ambientales y condiciones que afectan la seguridad humana y la salud mental.

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