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"Al votar por Bukele, la gente cambió los delitos de pandillas, por delitos de Estado": Edgardo Buscaglia

El Salvador, en opinión de este experto en seguridad, pasó de la delincuencia de las pandillas a la cometida por el Estado, con la excusa de contener el crimen.

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Por Jessica Ávalos
Publicado el 13 de mayo de 2025


Edgardo Buscaglia es un reconocido investigador sobre combate a las mafias y al crimen organizado. Es profesor de la Universidad de Columbia, en Nueva York, y co-director de la organización internacional "Save Democracy". En esta entrevista habla de cómo El Salvador ha afrontado su principal problema en los últimos años: el de inseguridad. El país logró reducir la tasa de homicidios de forma drástica desde 2019, pero este investigador cree que esto es el resultado de la concentración de poder y violación de derechos humanos. La  ciudadanía está seducida con la disminución de la criminalidad porque estuvo muy desesperada, advierte, pero cree que con el paso del tiempo se dará cuenta que la violencia de Estado, que sustituyó a la de las pandillas, les alcanzará con la captura o desaparición de personas inocentes.

En 2012 usted dijo que la tregua del entonces presidente Mauricio Funes con las pandillas sería "pan para hoy y hambre para mañana". ¿Se cumplió aquel presagio?

Ustedes pasaron de una delincuencia organizada privada, que causaba violencia caótica en las calles, a una delincuencia organizada de Estado, en donde lamentablemente la concentración del poder político en el Ejecutivo, anulando todos los controles institucionales, terminó ahora en lo que tienen ustedes: una autocracia mafiosa con (Nayib) Bukele. Era previsible que, ante el hartazgo y desesperación, el pueblo salvadoreño terminara votando por un autócrata que les da una ilusión de seguridad ciudadana, con una reducción de las tasas de homicidio privadas, pero con un aumento de las tasas de homicidio y de las desapariciones forzadas en manos del Estado.

De alguna manera, tal como sucedió durante el gobierno de (Mauricio) Funes, este gobierno de Bukele comenzó negociando con las pandillas. La negociación tiene patas cortas, como lo dije en el 2012, porque fortalece a la delincuencia organizada en la medida en que no exista una dictadura. Todas las dictaduras reducen los homicidios a cero. Por definición, no hay estado de derecho, se encarcelan a justos y a pecadores. Lo hizo Pinochet en los 70 y en los 80.

¿Ante qué desafío estamos?

El desafío está en reducir los homicidios con un estado de derecho, con jueces autónomos, con fiscales autónomos, con control de la sociedad civil, para que existan esos controles que prevengan que gente inocente esté torturada y encarcelada.

La mayoría de la gente está contenta con la reducción de homicidios, según las encuestas, y no cuestiona cómo se logró. ¿Por qué es importante hablar del método y no solo de los resultados?

En todas las dictaduras los dictadores lograron reducir los delitos a casi cero. Los dictadores más efectivos, como Mussolini, como Stalin, como Pinochet, lograron reducir los delitos en países donde existía caos. La gente le agradeció enormemente a Mussolini, en los años 20, que se reduzca el poder de la mafia. Pero la gente encontró que Mussolini, como lo va a ser Bukele, era un espejismo en el desierto, ante personas muy sedientas. El pueblo salvadoreño, que había estado aterrorizado, buscaba a un salvador.

Entonces, yo le pido que le pregunten a las miles de madres y padres salvadoreños que sus hijos desaparecieron, si ellos apoyan a Bukele. Cada vez cada vez van a ser más las víctimas de los delitos de Estado, hasta que el pueblo despierte del espejismo y se dé cuenta que han votado por un dictador, un estafador, como lo fue Mussolini, como lo fue Stalin, como lo fue Pinochet, que solamente intercambió delitos privados por delitos de Estado, a través del enriquecimiento de los presidentes y de sus familias.

La gente le agradece a los dictadores que puedan caminar por las calles con más seguridad, hasta que se van dando cuenta que decenas de miles de sus hijas, hijos, hermanos, hermanas van desapareciendo en manos del Estado. Lo que El Salvador va a tener que luchar después de Bukele va a ser por un una democracia con estado de derecho, con controles efectivos de sociedad civil y de Estado, cosa que nunca tuvo El Salvador lamentablemente.

El Salvador cerró 2024 con la tasa más baja de homicidios de la última década. Foto EDH/ Archivo

Pero si a la gente, cuando vivió en estado de derecho, nadie le resolvió un problema fundamental como es la seguridad, ¿Usted de verdad cree que le va a importar recuperar esa incipiente democracia que tuvimos?

Los pueblos se equivocan. Los pueblos, ante la desesperación de estar sujetos altísimos niveles de violencia, votan por lo que sea, por lo que suene diferente, y votan por dictadores que logran, siempre a través de violaciones masivas de derechos humanos, reducir la violencia. La gente está feliz durante esos periodos de dictadura transicional. En Chile todavía hay una gran proporción de los chilenos que admiran a Pinochet, porque bajó las tasas de violencia.

Yo no estoy condenando al pueblo salvadoreño, lo entiendo. Si yo fuese un almacenero en El Salvador viviendo extorsionado, con un hijo desaparecido, quizás lo haya votado a a Bukele. Pero la gente se va ir dando cuenta que al votar por Bukele, cambió delitos de pandillas, delitos de calle, por delitos de Estado.

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¿Qué tendría que pasar para recuperar el estado de derecho?

Hay que pasar por esta transición dolorosa donde los pueblos se den cuenta de sus errores. Vivan y sufran las consecuencias de sus errores electorales y, cuando lo hagan, va a ser un aprendizaje colectivo para El Salvador. Toda esta gente, como Bukele, como Milei, como como Trump, se aprovechan de la desesperación de la ciudadanía para concentrar poder y cometer abusos patrimoniales y de derechos humanos. Ese es le modelo de Bukele, llámele como le llame.

En la pasada campaña electoral, cuando Nayib Bukele buscaba su reelección inconstitucional, el mensaje era que si él dejaba el poder, volvían las pandillas.

Y ese era el mensaje de de Mussolini en los años 30.  Lo que pasa es que ustedes tienen a un presidente muy carismático y, como todos los títeres mafiosos, sonríe, habla muy bien, es un hombre moderno, habla de cibermonedas. Para ellos, en este proceso de concentración del poder político y patrimonial, todo es negocio y todo es concentración de poder en sí mismo. 

¿Por qué sostiene que estamos ante una ilusión?

La mejor maestra de lo que está haciendo Bukele y de sus consecuencias es la historia de las dictaduras.

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¿Cree que las pandillas están desarticuladas?

No, los liderazgos de la de la delincuencia organizada salvadoreña está vivito y coleando en el exterior,  juntando dinero en colusión con el Estado salvadoreño. La mejor delincuencia organizada siempre es la más silenciosa.

En Estados Unidos esperan juicio cabecillas de la MS-13 que negociaron con el Gobierno de Bukele. El Gobierno de Donald Trump ya devolvió a uno de ellos a El Salvador, a pesar de que tenía un proceso pendiente allá. ¿Nos alistamos a ver que suceda lo mismo en los demás casos?

Lamentablemente tengo una mala noticia para ustedes en ese sentido. Trump ya ha despedido a fiscales que estén investigando a causas causas penales en relación a sus amigos, ya sean empresarios o políticos amigos. Ya lo ha hecho hasta con un empresario chino que había estado invirtiendo dinero en la cibermoneda de Trump. Ha despedido a cientos de fiscales. Si esas causas penales prosperan, y son autorizadas para el procesamiento judicial, es muy probable de que Trump despida a esos fiscales y congele las causas. Eso es algo que lo ha hecho Trump muy frecuentemente. Lo hizo en la primera administración y ahora lo está haciendo cientos de veces, con más frecuencia que antes. Porque Trump nunca va a abandonar a un cómplice como Bukele que le está sirviendo para recibir a personas migrantes. Trump va a defender a Bukele con con con toda su fuerza, despidiendo a fiscales, anulando causas. El problema de los dictadores es que buscan alianzas de impunidad mafiosa. 

¿Le sorprendieron las últimas publicaciones de El Faro sobre la tregua del Gobierno de Bukele con las pandillas?

El problema de los dictadores es que piensan que pueden imponerle términos a las mafias para siempre. La delincuencia organizada por ahora está silenciosa pactando con el Estado, metidos en temas de contrabando y lavado de dinero, pero tarde o temprano esa delincuencia organizada se va a rebelar contra Bukele, cuando Bukele seguramente se exceda en su poder, rompa pactos mafiosos y quiera adquirir aún más poder sobre esa misma delincuencia organizada y esa gente. Esos mafiosos, esos terroristas van a comenzar a hablar. Yo creo que la pueblo salvadoreño, dada la desesperación que padecía, va a tardar años en despertar y generar esa conciencia que yo le daba como ejemplo con las madres de Plaza de mayo de Argentina.

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Diecisiete miembros de la pandilla venezolana Tren de Aragua y miembros de la pandilla MS-13, quienes fueron deportados a El Salvador por Estados Unidos en San Salvador, El Salvador, el 31 de marzo de 2025. Foto EDH / AFP

Se está intentando vender lo que pasó en El Salvador como un modelo de seguridad. ¿Es replicable en otros países?

 Es un modelo de violación de los otros dos poderes, es un modelo de tortura de gente inocente, al no tener controles judiciales caen inocentes igual que culpables; y todo dictador admira ese modelo.  Por eso no me llama la atención que la secretaria de seguridad de Argentina, Patricia Bullrich, y el presidente Milei lo amen. El modelo político que tiene en la cabeza esta gente es un modelo autocrático de concentración del poder. No vas a encontrar un solo país con una mínima democrática que quiere imitar el modelo de Bukele. Lo que está haciendo Bukele al haber aceptado a personas de Estados Unidos sin un procedimiento judicial es un secuestro de Estado, se le llama terrorismo de Estado y es un crimen de lesa humanidad. Al haber aceptado a personas secuestradas, traídas en aviones, de la mima manera que hacían las dictaduras latinoamericanas en los 70, va a pagar un precio.

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