La enigmática historia de Graciela Fernández, primera esposa de Chespirito
Aunque eligió el anonimato tras su divorcio de Chespirito, Graciela, dejó una huella en la carrera del comediante. Hoy su historia vuelve a salir a la luz.
El estreno de la bioserie “Chespirito: Sin querer queriendo” ha despertado una nueva ola de interés en la vida personal de Roberto Gómez Bolaños, no solo por su talento en la comedia, sino también por los vínculos sentimentales que marcaron su historia. Aunque su relación con Florinda Meza ha sido ampliamente documentada, poco se ha hablado de Graciela Fernández, su primera esposa y madre de sus seis hijos, cuya presencia fue esencial en los inicios de su carrera.
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Graciela Fernández Pierre, argentina de nacimiento, conoció a Gómez Bolaños siendo una joven de apenas 15 años, mientras que él tenía 22. El flechazo ocurrió en la colonia Del Valle, en la Ciudad de México, donde comenzó una relación que rápidamente derivó en matrimonio. Durante las décadas de los 50 y 60, cuando Chespirito daba sus primeros pasos como creativo y guionista, Graciela fue su compañera constante, brindándole apoyo tanto en la vida privada como en los primeros pasos de su éxito televisivo.
Detrás de cámaras, su papel fue silencioso pero fundamental. Allegados aseguran que ella estuvo presente en giras, grabaciones e incluso ayudó en aspectos visuales del programa, como la confección del famoso traje de “El Chapulín Colorado”. Con un perfil bajo, Graciela se dedicó de lleno a su familia, criando a seis hijos, incluyendo al productor Roberto Gómez Fernández, mientras su esposo ganaba notoriedad internacional.
Sin embargo, con el paso del tiempo, la relación se deterioró. Aunque nunca se confirmó oficialmente, versiones cercanas a la familia apuntan a infidelidades de parte de Gómez Bolaños, e incluso Florinda Meza ha reconocido que su historia con el comediante comenzó mientras él aún estaba casado. Esta situación provocó una ruptura dolorosa que culminó en un divorcio en 1989 y dejó huellas en la familia.
Tras la separación, Graciela eligió alejarse de los reflectores. Nunca ofreció entrevistas ni participó en homenajes públicos a su exesposo. Murió en 2013, a los 84 años, dejando un legado silencioso pero poderoso. Sus hijos y personas cercanas como Edgar Vivar y Rubén Aguirre la recordaron como una mujer noble, clave en la vida y carrera de Chespirito, aunque pocas veces reconocida por el público.
Hoy, con la serie biográfica en pantalla, su historia vuelve a salir a la luz, reivindicando el papel de una mujer que, desde las sombras, ayudó a construir el universo de uno de los íconos más grandes del humor latinoamericano.

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