El francés que logró la independencia de El Salvador

Tras el falido tratado de amistad, paz, comercio y navegación entre España y El Salvador, suscrito por José de Marcoleta en julio de 1850, pero sin contar con respaldo oficial salvadoreño, su nombramiento diplomático posterior cayó en un silencio incómodo. Ningún funcionario de los sucesivos gobiernos nacionales volvió a hacer uso de sus servicios ante la corte de Isabel II, monarca de las Iberias y sus territorios de ultramar entre 1833 y 1868. Viudo y casado en segundas nupcias, el señor de Marcoleta se dedicó a la crianza de sus seis hijos y a la administración de sus cuantiosos bienes raíces esparcidos por todo el istmo centroamericano y panameño.

Durante esa gestión diplomática improcedente de Marcoleta, el Lic. Francisco Dueñas era el ministro general del gobierno supremo del Estado de El Salvador, encargado de los despachos de Relaciones y Gobernación. Era una especie de superministro dentro del gabinete del presidente Doroteo Vasconcelos Vides y Ladrón de Guevara. Quince años después, Dueñas no sólo era doctor designado por la alta cúpula de la Universidad de El Salvador, sino que también era gobernante provisional y candidato a la Presidencia de la República tras el derrocamiento del general Gerardo Barrios Espinoza.

En su función temporal al frente del Poder Ejecutivo, el Dr. Dueñas se dirigió a la Asamblea Legislativa durante la inauguración de sus funciones ordinarias, el 19 de enero de 1865. En ese discurso de ocasión, indicó a los diputados que entre sus planes estaba contemplado encomendar una nueva misión diplomática para obtener el anhelado tratado con España y así lograr el reconocimiento pleno y absoluto de la independencia de la República de El Salvador.

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Para no cometer el mismo error realizado en 1850 con un diplomático sin respaldo oficial, el Dr. Dueñas designó enviado extraordinario ante la corte madrileña a un personaje que, desde su residencia en París, contaba con amplia experiencia en diferentes países europeos. Además, conocía de primera mano la realidad de la región centroamericana, porque había vivido varios años en ella.

Aquel francés era médico y se llamaba Jean Victor Herran Houyou. Nació en Mourenx (Aquitania, Francia), el 30 de abril de 1803, como hijo del acaudalado hombre de negocios y político local Pierre Herran (06.ene.1755-1832) y su esposa Madelaine Houyou (08.ene.1765-11.sept.1833). Para la historia regional, su nombre sería castellanizado a Juan Víctor Herrán, J. V. Herrán, Víctor Herrán y V. Herrán.

Gracias a la fortuna de su progenitor, pudo estudiar en Oloron, Burdeos y París, donde adquirió notables conocimientos de ciencias, en áreas como la botánica zoología, química, medicina, mineralogía y otras disciplinas científicas que le permitieron graduarse en la Sorbona como médico y cirujano. Ese bagaje le permitió explorar territorios suramericanos, a la vez que entre 1825 y 1830 obtuvo permisos para trabajar como galeno en Colombia y Panamá, donde se dedicó al estudio de las enfermedades tropicales y la curación de heridas de guerra.

Mientras residía en Santiago de Veragua, en el departamento colombiano de Panamá, contrajo matrimonio con la dama local Josefa López de Arosemena (1815-¿?), con quien procreó a su descendencia. Establecido en territorio costarricense desde 1832, se dedicó a estudiar la lepra y concibió un procedimiento y medicina para frenar su desarrollo, los cuales aplicó con notables experiencias positivas.

Entre 1836 y 1840, residió en la ciudad salvadoreña de San Miguel, atraído por su feria novembrina y las enormes riquezas derivadas de esa festividad anual, que agrupaba a ricos comerciantes de añil y ganados. Fue en esos años cuando se puso al frente del combate local de la epidemia de cólera morbus, cuyo éxito sanitario le granjeó el agradecimiento regional en ese extenso departamento del oriente nacional.

En 1840, en el puerto de La Unión -entonces perteneciente al departamento migueleño- prestó auxilio al expresidente y general Francisco Morazán, para que pudiera huir en botes hacia la isla del Tigre, en el golfo de Fonseca. Capturado por alta traición por facilitar la huida del exmandatario liberal, el Dr. Herrán fue condenado a ser fusilado, pero logró escapar de las autoridades y se embarcó con destino a la localidad francesa de Burdeos.

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Tras fundar una exitosa empresa de buques mercantes que navegaban entre Francia y la región centroamericana, el Dr. Herran pudo ver que los gobiernos centroamericanos pasaban página a su episodio anecdótico con el general Morazán, quien fue fusilado en territorio costarricense el 15 de septiembre de 1842. Por eso, no hubo problema en que fuera designado encargado de asuntos consulares de Costa Rica en la capital francesa (1850-1854), mientras que Honduras lo nombraba ministro plenipotenciario en París y en Londres a partir de julio de 1855.

Luego del tratado de paz, comercio, amistad y navegación suscrito entre España y Guatemala el 29 de mayo de 1863 -gracias a la negociación hecha por los delegados Manuel Pando Fernández de Pinedo Álava y Dávila, marqués de Miraflores, y Felipe Neri del Barrio y Larrazábal, conde de Alcázar-, la República de El Salvador tuvo la inquietud de lograr ese tan ansiado reconocimiento de su independencia por parte de la antigua metrópolis. Para ello, nombró encargado de negocios en París al Dr. Herran, con la misión expresa de constituirse en enviado extraordinario acreditado ante la corte española de Isabel II. Dos años más tarde, los doctores Francisco Dueñas y Gregorio Arbizú eran electos por 47945 votos de los 49803 emitidos en todo el país para desempeñarse como Presidente y Vicepresidente de la República entre el 1 de febrero de 1865 y el 1 de febrero de 1869. Su programa de gobierno fue publicado en las páginas 2 y 3 del periódico oficial El Constitucional, en San Salvador.

El sábado 24 de junio de 1865, el Dr. Herran y el delegado español Manuel Bermúdez de Castro lograron la firma del tratado de paz y amistad mediante el cual España reconocía como "nación libre, soberana e independiente" a la república salvadoreña, a la vez que renunciaba a cualquier reclamación territorial sobre ella, salvo la de exigirle el pago proporcional, voluntario y espontáneo de la deuda derivada de la extinción del antiguo Reino de Guatemala, para lo que le otorgaba cuatro años de plazo. Aunque se otorgaron amplias libertades para residir y laborar en ambas naciones, así como para evitar ser llamados a filas militares en sus respectivos ejércitos, un detalle que se escapó de esa negociación fue la de la nacionalidad otorgada a los descendientes de españoles y salvadoreños nacidos en el otro territorio. Eso obligaría a realizar una adenda posterior al documento, para así evitar especulaciones al respecto de ese detalle tan crucial en la vida de las comunidades emigrantes e inmigrantes.

Ese tratado de doce artículos fue publicado por el semanario oficial salvadoreño El Constitucional, en la portada del número 19 del tomo 2, el jueves 22 de febrero de 1866. Las ratificaciones de rigor fueron hechas por las Cortes españolas, así como por el Senado (3 de febrero de 1866) y de la Asamblea Legislativa (10 de febrero de 1866) del sistema bicameral salvadoreño, antes de ser sancionadas y aprobadas por el presidente Dr. Dueñas el 14 de ese mismo mes y año. El canje de las ratificaciones tuvo lugar en Madrid, el 15 de junio. A partir de entonces, ese tratado hispano-salvadoreño fue publicado por medios españoles como la Gaceta de Madrid (30 de junio de 1866) y La Patria (2 de julio de 1866), así como por la Gaceta de Puerto Rico (31 de diciembre de 1867).

En reconocimiento a su logro diplomático, el gobierno del Dr. Dueñas nombró al Dr. Herran como ministro plenipotenciario de El Salvador en París y Madrid a partir de junio y julio de 1866. En el caso de la capital española, fue recibido por Su Alteza Real Isabel II en audiencia particular en el real Palacio de Oriente, a partir de las 17:00 horas del 1 de julio de 1866. Los discursos de ocasión fueron publicados por el matutino madrileño La España (4 de julio de 1866, año XIX, no. 6127, pág. 2). Además, se le designó agente delegado salvadoreño para la organización de la participación nacional en la Exposición Nacional de París, desarrollada durante varios meses de 1867, donde Napoleón III aprovechó para mostrar gran parte de los avances logrados por su potencia colonial.

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El Dr. Herrán no permaneció mucho tiempo en la capital española. Aunque conservaba el cargo como ministro plenipotenciario, la diplomacia efectiva la desarrollaba su hijo Adolfo, nombrado agregado de la Legación salvadoreña. Él prefería continuar con sus negociaciones y sus residencias en París y Londres, donde podía darse una vida de amplios lujos, gracias a las negociaciones emprendidas para la construcción del canal interoceánico en Nicaragua y al ferrocarril de la misma índole que atravesaría Honduras.

Durante los siguientes años, la ausencia del Dr. Herran de su sede salvadoreña en Madrid condujo a una pésima gestión ante la corte española, "por lo que las relaciones se han resentido de frías y poco frecuentes", como lo anotó el Dr. Cruz Ulloa en su memoria anual como ministro de Relaciones Exteriores, Justicia y Negocios Eclesiásticos dentro del férreo gobierno del médico Dr. Rafael Zaldívar. Para superar esa penosa situación, se destituyó al Dr. Herrán y el 1 de mayo de 1878 se nombró en su lugar al intelectual colombiano Dr. José María Torres Caicedo, como lo dejó consignado El Constitucional en su página 318 del domingo 2 de marzo de 1879.

El gobierno hondureño de Marco Aurelio Soto también procedió contra los nombramientos diplomáticos del Dr. Herran en Londres y París. Lo destituyó en medio de un enorme escándalo internacional por el despilfarro de buena parte de los fondos privados destinados a la construcción del ferrocarril interoceánico entre Puerto Caballos y el golfo de Fonseca.

Alejado de sus antiguos escenarios de convivencia política, social e intelectual, el Dr. Herran Houyou falleció en la capital francesa, el sábado 8 de enero de 1887. Desde 1872, sus asuntos se concentraron en la explotación de los abundantes viñedos existentes en los alrededores de su palacio de Beaumont-a-Cussac. Después de su muerte, esa propiedad pasó a manos del magnate parisino Joseph Germain, quien lo destinó a la crianza de uvas para crear vinos Burdeos de calidades superiores.

Los restos mortales del Dr. Herran Houyou fueron depositados en un mausoleo familiar en el cementerio patrimonial del Pére-Lechaise. Junto con la losa sepulcral, un velo de silencio cayó sobre su memoria como representante diplomático de El Salvador.

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