Las aguas del río San Sebastián, en Santa Rosa de Lima, son un recordatorio del impacto devastador de la minería. Foto EDH/ Jessica Orellana Con botellas en mano, recolectan el agua que corre por el río para poder llevarse una muestra de los estragos de la minería a las comunidades. Foto EDH/ Jessica Orellana La actividad minera en el siglo XX provoca la contaminación y esto persiste en la actualidad. De la mina sale un pequeño flujo de agua con un cóctel de químicos que al llegar al río imposibilita la vida acuática. Foto EDH/ Jessica Orellana Entre 2001 y 2013, expertos internacionales y el Ministerio de Medio Ambiente evaluaron el río. Los primeros resultados señalaron que en el río, y también en las tierras aledañas a la mina, había presencia de mercurio, cobre y arsénico. Foto EDH/ Jessica Orellana Para la líder comunitaria Rosa Lilian López, defensora ambiental de Chalatenango, este recorrido les permite comprobar con sus propios ojos los daños que dejó la mina. Foto EDH/ Jessica Orellana A esto se le sumaron manganeso, hierro, aluminio, cianuro, plomo, zinc, selenio, azufre, sulfatos, boro, níquel y litio. Algunos de estos elementos son altamente tóxicos para los seres humanos. Foto EDH/ Jessica Orellana Hasta la fecha, el río sigue sin vida. "Acá no se ve ningún animal, nosotros no tomamos de esta agua y tampoco nos bañamos", comenta Matilde, una lugareña que tiene a la vista el río desde su casa. Foto EDH/ Jessica Orellana Los residuos mineros ricos en sulfuros son fruto de la actividad minera, que producen un lixiviado conocido como drenaje ácido de mina, un problema ambiental grave que ocurre cuando el agua se mezcla con ciertos minerales y químicos presentes en las rocas de las minas que quedan expuestas a la erosión por el agua lluvia que se infiltra en la tierra. Foto EDH/ Jessica Orellana Este drenaje vuelve ácida el agua y la llena de metales y eso provoca la coloración rojiza tan evidente en el río San Sebastián. Foto EDH/ Jessica Orellana "Aunque la vendan como minería verde, es mentira. No queremos que en Chalatenango nos pase esto. Acá no pueden negar lo que hicieron, no es que alguien haya tirado agua colorada para las fotos, esto es de hace más de 30 años", comenta. Líderes comunitarios y ambientalistas alzan la voz para que esta historia no se repita en otros lugares, mientras el gobierno impulsa el regreso de la industria extractiva. Foto EDH/ Jessica Orellana El inicio de la minería en San Sebastián se remonta a 1904, pero se hizo más intensa entre 1935 y 1953. En 1969, se estableció la compañía Minerales San Sebastián que cerró operaciones hasta 1978 antes del inicio de la guerra civil y por conflictos laborales. Foto EDH/ Jessica Orellana La Commerce Group Corporation y la San Sebastián Gold Mines Inc. reanudaron las operaciones a finales a mediados de los años 80, siendo la década de los 90 la de mayor actividad. En la postguerra, esta misma empresa tenía intenciones de reabrir otras antiguas minas en otros lugares de El Salvador, incluso exploraron una en El Paisnal, San Salvador Norte. Foto EDH/ Jessica Orellana Para 2006, se le revocaron los permisos de explotación, lo que derivó en demandas judiciales en El Salvador y a nivel internacional que no prosperaron para la compañía. Foto EDH/ Jessica Orellana Según la activista Vidalina Morales, presidenta de la Asociación de Desarrollo Económico y Social Santa Marta (ADES), se busca crear conciencia sobre los estragos de la minería. "Este río está muerto totalmente. Nos alarmó mucho el anuncio de hacer minería en este país, y con este recorrido hemos podido observar cómo la comunidad se ha visto afectada por la explotación minera. Foto EDH/ Jessica Orellana Para entender de forma sencilla el proceso químico que tiñe de rojo el río hay que saber que el azufre, contenido en las rocas de la mina, mezclado con el agua y el oxígeno del aire crea ácido sulfúrico. Foto EDH/ Jessica Orellana Los pobladores opinan que ningún Ministerio de Medio Ambiente ha trabajado para atender los daños, solo se hacen estudios pero no se soluciona el problema. La última vez que medio Ambiente se acercó al lugar fue en 2021, ya bajo el mando del actual ministro Fernando López Larreynaga, amigo de juventud del presidente Nayib Bukele, que se planteaba la construcción de un sistema de tratamiento del drenaje ácido de la mina, pero la propuesta nunca prosperó. Foto EDH/ Jessica Orellana Este ácido disuelve el hierro de las rocas, liberando iones de hierro que se oxidan al contacto con el aire. Este proceso de oxidación es similar a cuando un clavo de hierro se oxida y se pone rojizo. Foto EDH/ Jessica Orellana Hasta la fecha, el río sigue sin vida. "Acá no se ve ningún animal, nosotros no tomamos de esta agua y tampoco nos bañamos", comenta Matilde, una lugareña que tiene a la vista el río desde su casa. Foto EDH/ Jessica Orellana Así, el agua se tiñe de un color rojizo debido a la alta concentración de hierro oxidado, lo que indica la presencia de drenaje ácido de mina, un contaminante muy peligroso para el ecosistema acuático. Foto EDH/ Jessica Orellana La reactivación de la minería metálica mantiene en alerta a organizaciones ambientalistas, de derechos humanos, a la academia y la iglesia católica por los efectos nocivos que causaría al medio ambiente. Foto EDH/ Jessica Orellana
KEYWORDS
El Salvador Fotogalerías Minería Nayib Bukele Ríos San Sebastián Santa Rosa De Lima Ver Comentarios