Con el paso de los años, el Centro Histórico de San Salvador ha sido testigo de numerosos cambios. Sin embargo, entre el bullicio de las calles y las renovaciones urbanas, hay un lugar que conserva su esencia: Dips Terraza. Esta cafetería, un ícono clásico del centro, lleva 50 años deleitando a sus visitantes con sabores únicos y un servicio de calidad.
Desde 1974, Dips Terraza ha sido un refugio culinario para quienes transitan por el corazón de la ciudad. Su menú ofrece una variedad de platillos que van desde antojitos típicos y pupusas hasta una selección de panes y pasteles que evocan los sabores tradicionales de El Salvador.
Ubicada en la cuarta avenida norte #128, justo detrás del parqueo Morazán, la cafetería tiene una historia que contar. Anteriormente conocida como Carymar, el establecimiento fue adquirido por Carmen Merino Peña, quien a sus 32 años decidió emprender un negocio propio. A pesar de tener un empleo estable, Carmen se aventuró a abrir un primer local en Santa Tecla y, apenas cinco meses después, inauguró una sucursal en el centro de San Salvador.
Lee más: "Nadie se lo esperaba": Mía Pizza cerró tras casi 40 años en el Centro Histórico
Un legado que perdura
Muchos salvadoreños recuerdan con nostalgia este negocio bajo el nombre “Carymar”, pero en 2010, adoptó su nombre actual: Dips Terraza. A pesar del cambio, la esencia permanece intacta. "Cuando comencé, inicié con sándwiches variados y pupusas, pero luego tuve la idea de ofrecer comida a la vista. Gracias a Dios, fue un éxito. También incursioné en la pastelería y el pan, y aquí estoy, manteniendo todo eso hasta hoy", relata Carmen con orgullo.
Uno de los pilares de Dips Terraza es la calidad de sus productos. Por ejemplo, la carne utilizada en sus platillos es importada desde Costa Rica, garantizando un estándar excepcional. "Mucha gente viene a buscar nuestras pupusas porque dicen que son muy ricas. Lo especial es el queso, que es de calidad, y el chicharrón, que preparamos nosotros mismos en Santa Tecla", explica Carmen.

Desafíos y resiliencia
La historia de Dips Terraza no ha estado exenta de dificultades. Con los años, el centro de San Salvador ha enfrentado retos como la violencia de las pandillas, la guerra civil y los devastadores terremotos que dañaron gran parte de la ciudad. Carmen recuerda momentos complicados: "La gente tenía miedo de venir al centro. Nos amenazaban y extorsionaban. Incluso mi único hijo varón tuvo que emigrar a Estados Unidos por amenazas".
El impacto del COVID-19 fue otro desafío importante. Durante la pandemia, el local del centro tuvo que cerrar temporalmente, y la sucursal de Santa Tecla se convirtió en el pilar que sostuvo el negocio. "Estuvimos en quiebra, pero Santa Tecla mantuvo todo a flote gracias al servicio a domicilio", relata Carmen.
Con la nueva reestructuración del centro de San Salvador varios locales han sido modificados, algunos han desaparecido y otros se van adaptando a las nuevas implementaciones por parte de la Autoridad de Planificación del Centro Histórico de San Salvador (APLAN).
El motor detrás del éxito
Para Carmen, su motivación siempre ha sido ofrecer productos de calidad y preservar los empleos de las 65 personas que trabajan en ambas sucursales. "No me acostumbro a estar en casa. Siempre tengo que venir. Hay días en que estoy echando pupusas o cocinando, pero eso me llena de energía", confiesa.
Además, reconoce el papel fundamental de su equipo. "Mis empleados han sido un bastión importante para la empresa. Han cuidado del negocio como si fuera suyo, y sé que sin ellos no podríamos seguir adelante", dice con gratitud. Una de esas empleadas es María Antonia Saravia, quien lleva 30 años trabajando en la cafetería. "Hubo tiempos difíciles por las pandillas, pero ahora vemos a clientes que regresan con sus hijos y nietos, recordando nuestros productos", comenta.
La visión de Carmen Merino Peña
Carmen, de 83 años, es el alma de Dips Terraza. Desde joven mostró un espíritu emprendedor, trabajando inicialmente en una empresa de teatros donde tuvo la oportunidad de manejar negocios de sorbetería dentro de los cines. Este primer paso marcó el inicio de su camino empresarial.
"Me encanta trabajar. No me siento con la edad que tengo para quedarme en casa. Cuidar mi jardín, barrerlo y estar activa me llena de juventud", comparte.
Consejo para las nuevas generaciones
Carmen anima a las mujeres jóvenes a perseguir sus sueños empresariales: "Si les gusta, sigan luchando. Tener un negocio propio cuesta, pero vale la pena. Nada se logra de la noche a la mañana, pero con esfuerzo todo es posible".
Dips Terraza no es solo una cafetería, es un testimonio de perseverancia, tradición y amor por la calidad. En sus mesas se han tejido historias de generaciones, y en cada plato se encuentra el sabor del tiempo.