De tocar en bares a abrir el show de Jarabe de Palo en el país: 10 años de la carrera de Carol Hills

Este 28 de enero, la cantautora salvadoreña cumplió una década en la música independiente, una escena poco dócil y sencilla. Ahora se enfrenta a los años pandémicos que cambiaron rotundamente sus proyectos y sueños musicales.

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Carol Hills es una cantautora salvadoreña, graduada en Traducción e interpretación de inglés. / Foto Por Cortesía C. Hills

Por Sara Castro

2022-01-29 11:26:04

La historia de los músicos salvadoreños parece un guion ya predecible: logran un espacio en un restaurante tocando covers, posicionan una o dos canciones en estaciones radiales, sus shows con repertorio original tienen poca convocatoria, pocos ingresos que no cubren sus gastos promedios para vivir y mucho menos para entrar a un estudio y grabar otro álbum. Carol Hills lo ha vivido en carne propia. Y sabía, desde sus 16 años, que se enfrentaría a un monstruo enorme, pero estaba convencida que era lo que quería en su vida.

Indudablemente sus visiones fueron cambiando al experimentar algunos sinsabores de esta profesión. Sin embargo, está más consciente de que sin la música no podría vivir. El año pasado decidió volver a tener un trabajo “común y corriente” debido a la crisis que ha instaurado los años de pandemia, y con ello pagó parte de la grabación de nuevas canciones.

Hills conversó con El Diario de Hoy y rememoró aquellos momentos que han forjado su carrera, algunos de ellos muy oscuros; pero también compartió algunos sueños que parecen muy lejanos, a los que no les pone fecha de caducidad.

¿Qué experiencia hubo en tu vida que hizo decidirte por la música?

Suena muy romántico, pero sí es mucho de eso que uno siente en el corazón. Es algo que apasiona. Obviamente cuando comenzaba, nadie me dijo que era complejo: que hay que invertir un montón, que tenés que tener mucha paciencia,  y tener la capacidad de siempre estar reinventándote, de estar encima de cómo están haciendo las cosas otros artistas. Yo disfrutaba mucho componer mis canciones y compartirlas, eso me llenaba y era un tipo de terapia de algunas cosas que no podía canalizar y verbalizarlas, eso al final se hizo este proyecto de Carol Hills. Tenía 16 años cuando tomé esa decisión. La primera vez que me presenté en vivo tenía 20 años. Alguien me dijo que en un bar aceptaban música original, yo les envié mis demos y me aceptaron. Empecé con una mezcla de covers y original. Ese fue mi empujoncito. Me pagaban $20 la hora y me daban  de comer. Al inicio me pareció un trato bien, pero mientras avanzaba todo esto me di cuenta que debía tener un empleo y eso me motivó a invertir en grabar. Yo no conocía a nadie en la música.

¿Hablás de productores o mánagers? Pero, ¿sí habías escuchado música nacional? ¿Los Hermanos Flores o el grupo de rock Broncco, por ejemplo?

¡No! Mi primer encuentro real con la música original fue en un concierto de Indie Collective en 2011. Fui a verlo y me impresionó. Te hablo de la época de auge de Cartas a Felice, PollyClass, Safari Volvo, entonces para mí fue ¡wooow! Ahí fui donde conocí a Víctor Interiano, un músico con el que trabajé en el Colectivo Errantes Cantautores. Él estaba en una banda que se llamaba Polaroid y le escribí por Twitter y así fue como me le pegué ja, ja, ja. Después conocí a Fran Maravilla. Ellos me invitaron a Indie Collective. Yo ya había sacado mi primer EP.

Has hecho tu carrera por ti sola, frente a viento y marea, ¿alguna vez te sentiste sin confianza? ¿En algún momento sentiste que podías tambalear?

Me pasó en su momento, y creo que va a seguir pasando. No tenía personas dentro del país que podían decirme: ‘lo estás haciendo bien o necesitás X cosa’. Tenía mi música en MySpace por ahí en 2008, y yo les preguntaba a mis amigos extranjeros y músicos. Al principio no me importaba mucho nada, si no podía tocar bien la guitarra o no podía cantar bien, pero tenía esa confianza. Obviamente cuando vas a avanzando y vas viendo el trabajo de otras personas decís: ‘¡qué mediocridad la que estoy haciendo!’. Yo he documentado todo y recuerdo que la primera vez que una canción mía sonó en un concierto masivo, lo grabé. Para mí era tan importante, pero las críticas de otras personas, donde me decían ‘vos no sos una artista’ o ‘vos no podés cantar’, me hicieron borrarlos, ahora los considero importantes y no los tengo, me dejé llenar de la inseguridad de otros y lo validaba porque no tenía formación como músico. Me tocó aprender la música de otra forma, lastimosamente no puedo retroceder eso.

A mí no me han financiado nada y todo lo demás me ha costado. En algún punto pensaba ‘¿qué estás haciendo?’, porque también he tenido malos conciertos: había gente que me quedaba mal, me hacía esperar, no llegaba nadie. Quizá la parte más fuerte para mí fue tocar en vivo y ver la actitud de la gente y de varios colegas. Porque también te cruzás con gente que no le gusta lo que hacés. Y antes me importaba lo que decían, sobre todo si yo pensaba ‘ellos saben, ellos pueden’. Te puedo decir específicamente que antes de lanzar ‘Imperfecta’, estaba llena de inseguridades y mucho tiempo dejé de lado a Carol Hills. Yo tenía esta canción y me decía: ‘esto no sirve, esto está mal hecho’. Con esa crítica interna y en los conciertos a la gente le gustaba esa canción, entonces me dije: ‘no importa, así que se quede grabada, ¡sacala!’. Le pedí a un relacionista público que me ayudara a moverla en radios y para mí fue sorpresa todo lo que sucedió después y pensé: ‘¡Dios mío! ¡Y yo iba a dejar guardada esta canción porque yo sentía que no era buena!

He tenido conversaciones así conmigo misma, incluso en este tiempo, a pesar de haber pasado un momento en que quería tirar la toalla. Para mí la música es más una convicción que un capricho. Esa es la diferencia cuando vas a hacer música y no sabés exactamente porqué.

Aunque la guitarra sea su instrumento predilecto, durante pandemia aprendió piano y ukelele. Fotos: Cortesía

Ahora, ¿qué tanto han cambiado esas conversaciones internas?

Bastante. Trato de ser más amable conmigo y me digo: ‘hago lo que puedo con lo que tengo’. Hay algo importante que va al inicio de esta conversación interna que también todo lo que veo en el exterior, me guste o no, solo refuerza lo que pienso de mí. La búsqueda de hacer música también ha sido autorreconocimiento porque sé que no a todo el mundo le va a gustar lo que hago, ni lo que pienso ni mi visión. El problema es cuando las personas te lo hacen saber y estás rodeado de esas personas que no comparten esa visión, y cómo mantenerte con tu visión a pesar de. Esa es una parte bastante fuerte, pero he mejorado. Trabajo constantemente en eso.

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¿Y cómo lo hacés? Porque está bien que no a todos les guste lo tuyo, ni estar completamente de acuerdo, pero ¿pueden directamente  afectar las críticas a tu música?

Sí, he leído varios comentarios. Antes respondía como para defender una opinión. Ha habido cosas súper hirientes, que me molestan, claramente. Sí, lo proceso, me enojo, pero no respondo. No quiero perder el tiempo en eso. Si son críticas personalmente trato de no relacionarme con esas personas porque no tiene sentido, pues tiene un impacto en la música. Tengo mi cuenta personal de Instagram y he llegado a separar mi proyecto musical de Carolina. A veces estamos tan ensimismados en eso que creemos que somos el artista, o sea, sí lo somos, pero también somos una persona que no hace eso. Para mi salud mental ha sido vital separar esas cosas.

¿Son muy diferentes Carolina y Carol Hills?

Casi lo mismo. Trato de impregnar mi personalidad a Carol Hills, porque al final quien se sienta a componer soy yo y quien proyecta es la artista, pero, obviamente, trato de cuidar eso y separarlo. Pero trato de que Carol Hills se muestre como una persona real, soy igual que cualquier otra persona. Puede ser que sea mal marketing, pero no a todo mundo le funciona.

Has mencionado en varias ocasiones lo difícil de estar en la escena musical, pero ¿qué ha sido lo más decepcionante y lo más bonito con lo que te has enfrentado durante estos diez?

Lo más decepcionante… con la parte de tocar en vivo. En su momento, fue que no llegara nadie al show. Y ese es como uno de los medios que todavía tengo y siempre está ahí. Siento ese sentimiento de cuando me tocó cantar para unos meseros, fue terrible. Recuerdo que fue uno de los momentos más fuertes. Fue después de tocar para el show de Jorge Drexler. Había estado en una gran tarima, con grandes músicos y con la gente, y luego, una semana después, estoy con Vudu Boy en un concierto donde solo llegaron dos personas: mi hermana y la novia de él. Para mí fue tan fuerte: la realidad me estaba diciendo ‘esperate. Está bien lo de Dexler, pero ¿qué vas a hacer con esto?’. Estaba súper decepcionada. No quería tocar otra vez. Lo que hablaba al principio: el país no está con la apertura de la música al 100 %.

¿Crees que en algún punto eso cambie?

Creo que sí. Es cuestión cultural. No hemos llegado a ese punto, pero lo mantengo: empieza como uno como músico. Tené muy claro para qué vas a hacer música. También tus expectativas sobre tu propuesta. Por ejemplo, mi música no es para todos y tenés que estar completamente en paz con eso. Yo no hago reguetón y no hago ese tipo de géneros. Hay un nicho para mí, y quizá me hace falta encontrar esa forma de llegar a más personas, pero sé que la gente que le gusta mi música es específica. Me decepcionaba porque no tenía ‘x’ o ‘y’ éxito, pero sí puede cambiar. Nos falta mucho que trabajar y mejorar, sobre todo fidelizar a tu audiencia: que a la gente le agrade tu contenido y que lo quiera pagar.

Pero una de las cosas más bonitas de todo esto es que una canción que has hecho pueda significar algo para alguien. Que le guste tanto que le pueda dar play, o que pueda abonar a la vida de alguien o que se acerque a mí porque me ven hablando algo en Instagram con lo que simpatizan. A mí me llena un montón eso. Y si hay alguien a quien le hace pensar o que le alegrará mi música, pues qué chivo. O por ahora, en mi faceta de dar clases, que le sirva a un cantautor y que me diga: pude componer una canción con lo que me enseñaste. Es aportar o abonar algo a alguien.

Regresando a lo de Drexler y sabiendo que le abriste también al desaparecido grupo español Jarabe de Palo, contanos ¿cómo fueron esas experiencias?

Había mucha gente que me conoció en mis últimos conciertos internacionales. Algunos me conocieron en el show de Jarabe de Palo, en el Teatro Nacional de San Salvador. Pero en lo de Drexler recuerdo que estaba prestando atención al ambiente, solo que no creo que mis canciones hayan sido tan masiva para que los asistentes las cantaran; de hecho, Jorge Drexler estaba abajo del escenario cuando yo toqué y de alguna manera él estuvo expuesto a mi música. Y esos dos shows hicieron que mucha gente se preguntara quién era yo y me buscaran en Instagram.

¿Qué planes te trazaste después de eso?

Tengo varios amigos en Guatemala y me explicaban cómo funcionaba ahí la escena. Me llamó la atención, quería irme para allá y de repente se vino la pandemia y todos los shows cancelados. Me tuve que replantear todo esto. Te digo, acepto que desde mi privilegio puedo hacer música. Mis papás me han ayudado muchísimo. Si yo tuviera que costearme absolutamente todo, hasta mi casa, mi enfoque con la música fuera totalmente distinto, quizá tomara la decisión de llevármela súper despacio. Y como tengo este privilegio he podido dedicarme a hacer música original. Yo estaba clara que no quería tocar covers. Eso me llevó a buscar otro trabajo para subsidiar mi música, pero quería hacer la transición de ser full time compositora y músico. Y ahora viene esta nueva faceta de pandemia. Exploré el piano y el ukelele. Así empezaron a salir canciones y empecé a ser flexible: ‘¿qué tengo? ¿Qué cantidad de dinero tengo para comprar x cosas? ‘¿Quién me presta un micrófono?’. Y así salió la canción ‘Cuando estoy con vos’, mi hermana me ayudó a montarla y mezclarla y es válido hacer cosas más caseras. Y ahí fue donde tuve que ser más flexible. En ese momento no podía hacer más que llevarlo de la mejor forma. No podía tocar ni presentarme y empecé a hacer talleres pequeños de composición. Eso me motivó mucho a saber qué otras cosas podía explorar y hacer como Carol Hills.

El año pasado me di cuenta de que era momento de hacer transiciones. Busqué otras formas de crecer, empecé a tocar y a componer en piano, y tengo ya unas piezas grabadas. Llegué a la conclusión de que quizá necesitaba ser más flexible y así regresé a tener un trabajo de horario normal. Y entiendo a la gente que critican a los que dicen que hacés música por hobbie, pero suena poco empático porque no todos pueden hacerlo.

¿De qué trabajás ahora?

Soy intérprete traductora. Tengo trabajo completo de eso, y eso me ha permitido financiar ciertas cosas de la música. Pero también, algo muy bonito que sucedió el año pasado, es que de esas pequeñas cosas laborales pagué varias canciones. Yo quería que mi próximo disco fuera financiado por mi música, y de alguna manera la primera fase la pagué de trabajaos en la música, no necesariamente tocando en vivo, y a eso me refería sobre diversificarte. La pandemia me ayudó a quitarme esa rigidez. Antes creía que lo único que podía hacer era tocar en un escenario y componer, pero puedo hacer muchas cosas más y no debo limitarme, solo porque soy músico no quiere decir que no pueda explorar cosas que me gustan. Han sido años de reexploración, nunca me imaginé tocando piano o componiendo música que no tuviera voz, pero este tiempo pandémico me dio la oportunidad de hacer otras cosas, y me encanta.

En esto de ser interprete, ¿qué tanto ha cambiado tu vida?

Estoy buscando como acomodarme. Tenía como cuatro año de ser freelance, me entregué por completo a varios proyectos, como Errantes Cantautores, y ahora regreso a un trabajo de oficina y no me gusta... Pero estoy en un equilibrio porque ahora no tengo tiempo para sentarme a estudiar mi música. Por una parte me digo: ‘está bien’. Aunque al final, si te soy honesta, mi mente siempre está enfocada en qué puedo hacer para dedicarme a componer porque eso me hace feliz. Quitale a mi vida la ecuación de la música, y ¡no sé qué diablos estaría haciendo! Quizá sería súper infeliz. Independientemente de lo que vaya hacer en mi vida, la música tiene que tener una prioridad.

Esta artista ha sido parte de los colectivos salvadoreños Errantes Cantautores y Noche de Cantautores.

¿Cómo podrías definir y sintetizar tus 10 años de carrera?

¡Uy! Lo he estado analizando… y han pasado muchas cosas. Como una forma se sintetizarlo ha sido un camino de autodescubrimiento y amor propio. Como te decía al principio, como me va en la música es también cómo yo me siento conmigo. He podido confiar en mí, a sentirme segura con mi opinión aunque a otros no les guste. Si hay algo que no me estaba funcionando en la música me decía: ‘qué diablos estoy haciendo mal’ y  me frustraba, ahora cambio la pregunta: ‘¿qué es lo que me falta trabajar en mí que me está mostrando esta situación?’. Ha sido un gran camino de aprendizaje. Me falta mucho por hacer, pero le he dado prioridad a la persona detrás de Carol Hills, si estoy bien como persona, mi música reflejará todo eso. Antes hacía todo lo contrario y terminaba agotada y frustrada.

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¿Un rotundo no a los covers, ni porque algunas situaciones pongan presión? ¿Harías colaboraciones?

Sí tengo colaboraciones. Estoy muy abierta a ellas, de hecho, el año pasado saqué una canción con dos compositores centroamericanos. Me gusta aprender a trabajar con otros compositores, donde aprendo mucho. Con respecto a los covers, no. Te doy una razón: no quiero tocar covers por dinero, no quiero que sea esa forma en que necesite ganarme la vida, quiero tocar algo que me guste y no me obliguen tocar.

¿Cuál es un sueño que te falta por cumplir en esta carrera? Son 10 años y parece poco, pero no es así… y falta mucho trecho. ¿Te has trazado algo específico en tu proyecto?

Tengo sueños, que trato de no ponerle fecha porque te das cuenta que todo puede cambiar de un momento a otro. Pero me encantaría dedicarme al 100 % a la música, no importa si tocando, componiendo o enseñando, que creo que es la más importante antes de irme más arriba. Y lo otro es que me gustaría entrar a la industria musical internacional. Es algo que sí quiero hacer: que haya salvadoreños en la Academia de la Grabación de los Grammy. Sí hay mujeres de la región nominadas, pero no veo aún una salvadoreña que entre o esté nominada. Eso me encantaría, no lo creo imposible, solo falta mucho camino si Dios me da vida. Obviamente, llegar a más personas con mi proyecto que es políglota: inglés, japonés y español.