La alegría de la Navidad se vivió en el concierto de los Heraldos del Evangelio

Con un salón completamente lleno y un ambiente marcado por el recogimiento y la esperanza, los Heraldos del Evangelio celebraron el XVI Gran Concierto Navideño, el pasado 14 de diciembre de 2025, en Salamanca Eventos, un encuentro que volvió a unir música, fe y reflexión en torno al misterio de la Navidad.

Religiosos, sacerdotes, familias y feligreses católicos se dieron cita para vivir una velada que, más allá del espectáculo musical, fue concebida como un espacio de silencio interior, paz y encuentro con Dios.

A través de un repertorio cuidadosamente preparado durante más de seis meses, el concierto invitó a recordar —en palabras de los propios Heraldos— al verdadero protagonista de estas fechas: el Niño Jesús.

“Hace dos años me consagré a la Virgen de Fátima con los Heraldos del Evangelio y fue una bendición haberlos conocido. Ha sido un proceso de conversión para mí y estar aquí es un regalo”, compartió emocionada Elena Flores, una de las asistentes.

Su testimonio reflejó el sentir de muchos presentes, quienes ven en estos encuentros una oportunidad para fortalecer su vida espiritual.

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En la misma línea, Guadalupe Hernández, feligresa, aseguró que su presencia en el concierto fue una gracia concedida. “Estar aquí es una bendición de parte de nuestra Madre. Yo le pedí esta gracia y esto me ayuda a tener más fuerza, crecer en mi fe y seguir adelante”, expresó.

El concierto contó con un coro y orquesta de más de 70 integrantes, conformado por sacerdotes, hermanos consagrados, jóvenes en formación y niños con voces blancas, es decir, voces agudas que aún no han pasado por el cambio vocal.

Trompetas, flautas, percusión y otros instrumentos acompañaron las interpretaciones, en una puesta en escena que combinó disciplina, solemnidad y alegría.

“Lo importante son quienes componen este coro, porque buscan agradar a Dios con ese don. No hicimos nada para recibirlo, pero debemos ponerlo al servicio de los demás”, explicó el hermano Roberto Castillo, uno de los principales voceros durante la noche.

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El concierto inició con el tradicional “Adeste Fideles”, seguido por un momento profundamente simbólico: la entrada del Niño Jesús acompañada por el canto gregoriano “Alleluia, Virga Iesse”.

Más adelante, se interpretó “Queramus cum pastoribus”, una obra del siglo XVI ejecutada por voces maduras, que evocó la humildad de los pastores, los primeros en recibir el anuncio del nacimiento de Cristo.

“Cuando uno tiene un bien, no puede esconderlo; debe transmitir esa alegría al mundo entero”, reflexionó el hermano Castillo, dando paso a “Joy to the World”, una pieza que celebró la felicidad universal por la llegada del Salvador.

La alegría se desbordó con villancicos como “Campana sobre campana”, en el que el público participó activamente, y “Niño Lindo”, de origen venezolano, interpretado por las voces infantiles.

También se escucharon “Los peces en el río”, “El tamborilero” y el villancico austriaco “Pueri Concinite”, considerado el himno navideño de los Heraldos por su vínculo con su fundador, monseñor João Scognamiglio Clá Dias.

Uno de los momentos más emotivos fue “Noche de paz”, cantado tanto en alemán como en español, así como una reflexión sobre el valor del silencio en un mundo saturado de ruido. Villancicos en alemán, italiano, español y latín reforzaron el carácter universal del mensaje navideño.

Durante la velada, también se proyectó un video sobre el avance de la Iglesia de la Virgen de Fátima, ubicada en el bulevar Constitución.

“Esta iglesia no es para los Heraldos, es para los salvadoreños. El mundo necesita un lugar donde rezar y encontrar paz”, subrayó el hermano Castillo, al asegurar que el templo será un futuro centro de peregrinación.

Las entradas al concierto funcionaron como una donación destinada a las obras sociales de los Heraldos del Evangelio y a la construcción de la Iglesia de la Virgen de Fátima, reafirmando que, para esta congregación, la música no es solo arte, sino una auténtica forma de evangelización.

El cierre estuvo a cargo de “Oh Lord, in Thee have I trusted”, cuyo mensaje en español reza: “A ti, Señor, me acojo; no quede yo nunca defraudado”.

Posteriormente, el nuncio apostólico, monseñor Luigi Roberto Cona, ofreció unas palabras, destacando que el concierto fue también una catequesis a través de la música y las reflexiones compartidas.

Como recordó en una entrevista previa el hermano Sebastián Cadavid, miembro de los Heraldos en El Salvador: “En esta época nos estamos olvidando del principal festejado. La gente corre por la comida y los regalos, pero el verdadero regalo viene envuelto en pañales, no en papel brillante”.