Bad Bunny impulsa récord económico de Airbnb en Puerto Rico
La residencia “Yo No Me Quiero Ir De Aquí” del artista boricua generó más de 560 millones de dólares en Airbnb y fortaleció el turismo local.
Por
EFE
Publicado el 20 de octubre de 2025
La residencia “Yo No Me Quiero Ir De Aquí” de Bad Bunny en Puerto Rico generó un impacto económico de 560 millones de dólares en Airbnb, con más de 10.000 anfitriones recibiendo a 550.000 visitantes de 108 países. Según la firma Gaither International, el total superó los 700 millones de dólares al sumar los efectos indirectos del turismo y el consumo local. El evento consolidó a la isla como destino cultural y turístico, impulsando a miles de familias boricuas. Tras su éxito, el artista iniciará su gira mundial “Debí Tirar Más Fotos”, que culminará en Bruselas en julio de 2026.
La residencia de Bad Bunny en Puerto Rico no solo marcó un hito musical, sino también económico. Según datos divulgados por Airbnb, la serie de conciertos “Yo No Me Quiero Ir De Aquí” generó un impacto de 560 millones de dólares durante los tres meses que el artista se presentó en la isla, entre julio y septiembre.
Más de 10.000 anfitriones locales abrieron sus puertas a 550.000 visitantes provenientes de 1.300 ciudades y 108 países, consolidando la posición de Puerto Rico como uno de los destinos turísticos más dinámicos del Caribe. De acuerdo con la plataforma, estos resultados evidencian “el papel esencial de la comunidad de anfitriones para acoger visitantes, compartir la cultura boricua e impulsar la economía de sus comunidades”.
El flujo turístico fue tan significativo que, antes del inicio de la residencia, las búsquedas de alojamiento en Airbnb en toda la isla aumentaron más de un 140 % respecto al mismo periodo del año anterior. Los visitantes no se concentraron únicamente en San Juan, sino que se distribuyeron por múltiples municipios, generando beneficios en diversas regiones del país.

Un impacto más allá del entretenimiento
El efecto económico de la residencia fue aún mayor según la firma Gaither International, que estimó en 713 millones de dólares el total de ingresos generados directa e indirectamente, muy por encima de los 377 millones pronosticados inicialmente.
El evento atrajo a figuras internacionales como LeBron James, Kylian Mbappé, Penélope Cruz, Javier Bardem y Lin-Manuel Miranda, quienes se unieron a miles de fanáticos locales e internacionales para presenciar la primera residencia musical de Bad Bunny en su tierra natal.
Para Puerto Rico, esta combinación de cultura, turismo y hospitalidad demostró el potencial del entretenimiento como motor de desarrollo económico. Las pequeñas empresas, los restaurantes y los transportistas también se beneficiaron de la llegada masiva de visitantes durante el periodo del 11 de julio al 20 de septiembre.
El nuevo capítulo del “Conejo Malo”
Tras el éxito de su residencia, Bad Bunny se prepara para su gira mundial “Debí Tirar Más Fotos”, que iniciará el 21 de noviembre en República Dominicana y recorrerá Latinoamérica, Europa y Asia. Aunque el artista decidió no incluir a Estados Unidos por “la situación de los migrantes”, sí actuará el 8 de febrero en el espectáculo del medio tiempo del Super Bowl, convirtiéndose en el primer latino en solitario en cantar en español en ese escenario.
La gira cerrará el 22 de julio de 2026 en Bruselas, Bélgica, consolidando al puertorriqueño como uno de los artistas más influyentes de la música global.

Puerto Rico: destino cultural y económico en ascenso
El caso de Bad Bunny muestra cómo la música puede convertirse en un catalizador económico. La sinergia entre la industria del entretenimiento y el turismo ha fortalecido la imagen internacional de Puerto Rico como un destino moderno, diverso y lleno de energía creativa.
Para los anfitriones de Airbnb, el impacto fue tangible. Miles de familias obtuvieron ingresos adicionales al alquilar sus viviendas, mientras los visitantes disfrutaron de experiencias auténticas que reflejan la calidez y hospitalidad boricua.
Más allá de los números, la residencia de Bad Bunny reafirmó una tendencia global: los eventos culturales de gran escala pueden transformar economías locales y proyectar la identidad de un país ante el mundo.
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