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Lilian de Oviedo, precursora de la danza folclórica de Morena Celarié

Su compromiso con la danza y su amor por su país se reflejan en cada coreografía que arma. Va más allá de transmitir los pasos y movimientos de la danza folclórica; su objetivo es reflejar la historia y el significado cultural que hay detrás de cada baile tal y como su mentora, Morena Celarié le inculcó.

Por H. Sermeño | Abr 29, 2024- 06:00

La maestra Lilian de Oviedo tiene 63 años de dedicarse a la danza folclórica. / Foto Por EDH / Steven Anzora

La fascinante forma en que Lilian de Oviedo descubrió que su formación como licenciada en ciencias de la educación se complementaba a la perfección con un talento innato, la preparó —sin imaginarlo—, para convertirse en una activista cultural con una fuerte convicción en preservar y compartir las riquezas de la danza folclórica de El Salvador.

Su habilidad para comunicarse, su paciencia y la capacidad de inspirar a otros se conjugaron con los ritmos vibrantes y jubilosos del folclor. Pronto se encontró no solo bailando en el escenario, sino también enseñando a otros su arte, combinando así sus dos pasiones en una sola vocación.

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La historia de De Oviedo inicia con un encuentro que marcó su vida profesional y personal, cuando conoció a la gran maestra Morena Celarié, quien fue la pionera en difundir la danza folclórica en El Salvador y en instaurar el Ballet Folclórico del Instituo Salvadoreño de Turismo (ISTU). Promovió la danza, no solo como una expresión artística arraigada en la tradición y la historia de un pueblo, sino también como una herramienta poderosa para la conexión cultural y su enriquecimiento.

“La historia de Morena y la mía se une en 1961. Yo hacía un interinato en la escuela Ramón Belloso de Monserrat, en donde Carmen de Canjura, madre de Morena, era la directora. Un día nos llama y nos dice: ‘ha venido mi hija Morena Celarié de México y ella lo que quiere es formar un grupo de danza aquí’. Y todas muy emocionadas. Morena nos puso a hacer unos pasos y dijo: ‘entonces yo los convoco el 14 de abril en Turismo’. Y ahí inició mi vida artística, a partir de entonces yo ya no paré y no paro todavía”, recordó con mucha ilusión la bailarina.

La maestra junto a sus alumnas Nohemí Amaya y Mirna de Canacas a quienes las ha guiado por 40 años. Foto / EDH / Steven Anzora.

Con el grupo de danza liderado por Celarié, Lilian recorrió los 14 departamentos de El Salvador, cumpliendo su ilusión de bailar “lo nuestro”, pues asegura que en aquella época en el país solo resaltaba la música de otros países.

“Con ese grupo comenzamos a bailar por todos lados y empezamos a desplazarnos hacia el interior del país, viajamos por todos los departamentos, cantones, atrios de las iglesias, los parques, comandancias y la gente tomó esto con tanto deseo que yo siento que la gente tenía sed de bailar lo nuestro”, aseguró la carismática salvadoreña.

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De aquella experiencia, lo que Lilian atesora es la enseñanza que recibió de su mentora. “Se podría decir que somos bailarines de manera empírica, pero ella nos formó. Se tenía que tener oído, ritmo, compás. Si había alguien que bailaba en punta Morena le decía: ‘se me quita la punta por favor, no quiero puntas, quiero piecitos, porque estamos representando a nuestra mujer campesina, a nuestro hombre campesino’”, rememoró.

Al cabo de 6 años, Morena los acreditó como maestros de danza. “Mi vida siempre ha estado relacionada con la danza, porque donde yo he estado he formado grupos de danza y más que bailar, a mí me ha gustado dirigir. Me gusta que vaya igual que ella (Morena Celarié)  nos preparó. Ella no entraba a escena, sino nos preparaba para que nos viéramos bien. Entonces eso es lo que yo preparo para que mis alumnos se vean bien”, enfatizó de De Oviedo.

La danza folclórica también ha llevado a Lilian a trascender fronteras. “Viajamos a toda Centroamérica y Panamá, México, Miami. En Centroamérica viajamos 5 años consecutivos por parte de la Confederación Centroamericana de Folclor oficialmente”, recalcó.

Pero esa no fue la única experiencia satisfactoria, la artista reconoce que hubo otra que la marcó como profesora de danza. “Entre mis actividades, la que a mí me marcó fue coordinar a nivel nacional los grupos magisteriales de danza, coros, conjuntos musicales y artes manuales que tenía Bienestar Magisterial. Lo coordiné del 79 al 86”, comentó llena de orgullo.

Lo que hizo tan especial y trascendental aquella experiencia contrasta con el trasfondo que tenía para ella, pues ocurría luego de la lamentable muerte de su maestra Morena Celarié. Sin embargo, el trágico momento la impulsó a replantearse su propósito como maestra de danza folclórica.

“Ver que a ella le arrebataron su vida, fue entonces que me propuse yo a difundir su legado. Porque en un momento ella me dijo: ‘si yo llego a morir, quiero que me cremen y por favor, mis cenizas las dispersas por todo el país’. Pero como yo no soy su familia, no me correspondía decidir. Entonces dije: ‘yo no necesito las cenizas de su cuerpo… las cenizas de su arte las voy a difundir’. Y eso fue lo que me dio la oportunidad de tener los grupos magisteriales, los tuve para continuar la obra de Morena”, exaltó Lilian.

De Ovideo recuerda que tuvo a su cargo alrededor de 60 grupos en ese proyecto que era dirigido a docentes. “Para mi trabajar con maestros es lo más grandioso, por que lo que aprenden lo comparten con sus alumnos. Entonces tuve esa oportunidad de regar el arte de Morena por todo el país. En los 14 departamentos celebramos festivales hasta que fue disminuyendo por la situación y cerraron los programas, pero ya se quedaron formados”, resaltó con satisfacción.

Lilian junto a su esposo, Alejandro muestran la fotografía que les tomaron cuando compartieron escenario. Foto / EDH / Steven Anzora.

No obstante, la historia de la maestra de Oviedo no estaría completa sin mencionar el papel crucial que su esposo, Alejandro, desempeñó en su viaje artístico. Aunque inicialmente no compartían el mismo amor por la danza, él fue cautivado por la pasión y el talento de su esposa. Inspirado por su dedicación, decidió unirse a ella en el escenario, descubriendo su propio amor por la danza folclórica en el proceso.

“No nos conocimos bailando. Morena no permitía noviazgos en el grupo. Nos casamos en 1966 y una vez que fuimos a México con el grupo, él le dijo: ‘Morena, ¿voy a ir, verdad?’. Y ella le dijo: ‘no porque usted no baila. Si usted bailara o tocara guitarra iría haciendo algo, pero yo gente que no haga nada, yo no la llevo’”, recordó la compatriota.

El amor por su esposa llevó a Alejandro a ingeniárselas para que lo tomaran en cuenta. “Había una marimba y se puso a ver si hacía algo de marimba… y como él estaba en los ensayos se aprendió los pasos, al menos de vista, y empezamos a ensayar en las noches y le dijo: ‘Morena yo ya empecé a bailar’. Y ella le dijo: ‘pero primero le voy a hacer una prueba’… Estábamos en Acajutla en un acto de una inauguración del gobierno y había faltado Tony. ‘Lili, no ha venido Tony, dale la ropa a tu esposo que le queda. Vaya Alejandro me va a hacer tal danza’. Y él le dijo: ‘está bien Morena’. Y se puso a bailar. Le hizo la prueba en un escenario, con público y sorprendió a todos, tanto así que hasta la cuñada de Morena, doña Magna de Celarié, me dijo: ‘Lili no me habías contado que tu esposo bailaba’. Y yo le dije: no bailaba, pero ya baila”, comentó entre risas la bailarina.

Actualmente, Lilian de Oviedo continúa con su labor de mantener vivo el legado de Celarié. Organizó junto a su grupo de danza, con quien lleva 40 años trabajando, una conmemoración del natalicio número 102 de Morena, el pasado 20 de abril.

Dentro de sus objetivos está reactivar la Confederación Centroamericana de Folclor. Además del ambicioso proyecto de que las danzas de Morena sean incluidas en la formación académica a nivel nacional.

“No puedo dar mayores detalles de este proyecto pues aún lo estamos puliendo, pero el objetivo es que instruyan a los maestro de cómo se deben enseñar las danzas como identidad salvadoreña. La idea de alguna manera es que no deformen la dignidad del salvadoreño a la hora de bailar”, subraya la discípula de Celarié.

Lilian encontró en Morena no solo a su maestra de danza folclórica, sino a una guía inspiradora que transformó su vida. La pasión y dedicación de Morena por el folclor resonaron profundamente en ella, quien tras su trágica partida, se ha convertido en una ferviente defensora de mantener vivo su legado.

A través de su lucha incansable, De Oviedo honra la memoria de Celarié, asegurándose de “cumplir con bailar lo nuestro como ella de alguna manera lo ideo, lo pensó y lo difundió y que bailemos lo nuestro con dignidad, buscando la forma de describir a nuestro país”, puntualizó.

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