La majestuosidad del Hospital Rosales, construido entre 1891 y 1902 es testigo de la evolución arquitectónica y social de El Salvador. Diseñado por Albert Touflet, este edificio no solo fue el principal hospital del país, sino también un referente cultural e histórico. Hoy, sin embargo, su legado está en peligro debido a intervenciones que carecen de transparencia y ponen en riesgo sus valores patrimoniales.
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El antiguo edificio del hospital es uno de los mejores ejemplos del uso de la lámina troquelada en la arquitectura salvadoreña. Este material fue seleccionado debido a las condiciones sísmicas de la región, una decisión que la arquitecta Ayansi Avendaño, especialista en el tema y catedrática de la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas (UCA), considera clave para entender su importancia estructural. “Sus ventajas funcionales están justamente en el sistema, que es un sistema muy flexible y que se adapta muy bien a la condición sísmica”, afirmó.

La lámina no solo garantizaba seguridad, sino que también ofrecía detalles decorativos que marcaban una época. Las estructuras construidas con este material, importado en su mayoría de Europa, representaban un estilo funcional y elegante que se adaptaba a las necesidades en esos años. Sin embargo, esta arquitectura también carga con el peso del desinterés gubernamental por su conservación.
Avendaño subraya cómo la arquitectura en lámina troquelada en El Salvador fue vista como un avance tecnológico y cultural. “En ese momento estábamos en un período a nivel mundial en el que hay un auge industrial de otros materiales y sistemas constructivos”, dijo Ayansi. También señaló que “El Salvador quiere mostrarse ante el mundo como una ciudad moderna, como una ciudad de gran progreso urbano, tecnológico, aunque fuéramos todavía de una economía agrícola, pero queremos mostrarnos ante el mundo como una gran París”.
Desinterés gubernamental
El Rosales, a pesar de su valor histórico, ha sido constantemente relegado por sucesivos gobiernos. Desde intervenciones que no respetan su esencia original hasta la falta de mantenimiento preventivo, el deterioro del hospital es un reflejo del abandono sistemático del patrimonio cultural salvadoreño.
La arquitecta menciona la importancia de dar un buen mantenimiento a través del tiempo. “Si usted le deja de dar mantenimiento, al cabo de un año hay problemas; ahora, imaginémonos más de 100 años sin mantenimiento adecuado. Pues, evidentemente, eso es uno de los principales factores del deterioro”. Según Avendaño, el mantenimiento adecuado incluye limpiezas regulares y aplicación de pinturas para combatir la corrosión del material ante el aire, la lluvia y demás.

La preservación de estas edificaciones viene principalmente del interés por conservarlas, como señaló la catedrática. “En primer lugar, es querer que el edificio esté vigente y en uso. Desde el momento en que nosotros queremos que ese edificio siga funcionando para alguna actividad, pues ahí hay una oportunidad de darle mantenimiento, de hacer lo necesario para su preservación”, dijo la arquitecta. Sin embargo, por el estado en el que se encuentra, se puede notar el desinterés por su preservación.
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Pero este desinterés no surge con los recientes gobiernos, sino que, desde el principio, no hubo una valoración adecuada. Así lo subraya Ayansi: “Ya en la década de los setenta, o sea, apenas habían pasado 50 años del terremoto, y ya había mucha queja sobre que se estaban destruyendo casas de lámina y madera en el centro de San Salvador. Entonces, ¿cuánto tiempo ha pasado del 70 para acá? Y seguimos viendo que siguen desapareciendo. Me preocupa enormemente que lleguemos a un punto en que ya no quede nada y hayamos perdido nuestro patrimonio. Por eso creo que nosotros somos los principales agentes del deterioro del patrimonio edificado y de su desaparición”.
¿Se puede restaurar el Hospital Rosales?
La arquitecta Ayansi Avendaño señala que sí se puede, pero esto depende de un diagnóstico hecho por profesionales que permita saber cómo hay que intervenirlo. “Sí se puede, porque depende del nivel de deterioro que tenga cada una de las piezas. Está ligado a un proceso de diagnóstico del edificio, o sea, para poder decir ‘esta lámina ya no sirve y hay que tirarla porque es insalvable’, tiene que haber un documento de diagnóstico del inmueble. Para poder afirmar eso, hay que hacerlo sobre una investigación formal, con técnicos, con especialistas en conservación, con ingenieros estructurales, electricistas, etcétera”, afirmó Ayansi.

El Hospital Rosales es solo un reflejo del poco interés que ha habido por salvaguardar y mantener nuestro valor arquitectónico y cultural. Es importante saber cómo se debe proceder en las intervenciones a estos patrimonios culturales, resaltando la declaración de Ayansi: “Siempre hay maneras de aproximarse a un edificio histórico desde esa valoración como edificio histórico, y creo que esa dimensión es importante tenerla al momento de intervenir, ya sea en el Hospital Rosales, en la alcaldía de Santa Ana, en el teatro de San Miguel o en la casa del expresidente Meléndez sobre la calle Arce. Todos son edificios importantes. Entonces, verlos como edificios históricos nos da una mejor valoración de lo que existe para preservar o replicar, según sea el caso”.
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