Este sábado 5 de julio, a las 3:00 p.m., el Centro Cultural Cabezas de Jaguar invita al conversatorio "Formas distintas de entender el desnudo a través del tiempo en la plástica salvadoreña", organizado por ERRETEGÉ Art Studio con el respaldo de Paradise Moulding.
Este encuentro reunirá a cinco artistas de renombre —Bárbara Zavaleta, Héctor Hernández, Augusto Crespín, Gilberto Arriaza y Renacho Melgar— para debatir sobre la evolución y las múltiples interpretaciones del desnudo en el arte nacional.
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El evento servirá como preámbulo a la exposición "Desnudo: insobornable espejo del alma humana", que exhibirá obras de maestros como Carlos Cañas, Bernabé Crespín, Antonio García Ponce, Alfredo Catalán, Lamarce, Roberto Huezo, Dagoberto Nolasco, Hugo Rivas y otros.
Según Bárbara Zavaleta, una de las ponentes -en información brindada por los organizadores-, el desnudo artístico no es una mera representación superficial, sino "una revelación de los silencios ocultos, el deseo, el placer y la autonomía".

Es importante destacar que el desnudo ha sido un pilar en la historia del arte universal, desde las esculturas griegas hasta las pinturas renacentistas. Y en El Salvador, aunque con menor visibilidad, también ha ocupado un lugar significativo.
Artistas como Carlos Cañas y Antonio Bonilla han utilizado el cuerpo humano para explorar temas como la libertad, la hipocresía social y la corrupción. Sin embargo, como señala Gilberto Arriaza, en pleno siglo XXI, persiste la reticencia de algunos sectores, especialmente conservadores, hacia el desnudo artístico, sensual o erótico.
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“Desde el punto de vista estético, todos esos tipos de desnudo son válidos, aunque lo sensual, lo erótico, es rechazado por los sectores conservadores. Considero entonces que es importante el desarrollo de estas temáticas, en el sentido de ir abriendo las mentalidades y reivindicar el desnudo como uno de los temas más importantes a lo largo de la historia del arte”, recalca.
Esta resistencia podría atribuirse a varios factores:

-Herencia moral y religiosa: La sociedad salvadoreña arrastra una carga moral que asocia el desnudo con lo pecaminoso, especialmente cuando se trata del cuerpo femenino.
-Mirada objetivadora: Como analiza John Berger en "Modos de ver", el desnudo tradicional ha servido para satisfacer la mirada masculina, reduciendo el cuerpo a un objeto de contemplación. Cuando el arte desafía esta convención, genera incomodidad.
-Doble moral: Bárbara Zavaleta apunta -en nota firmada por Raquel Kanorroel, de ERRETEGÉ Art Studio- que “en público, generalmente el cuerpo es censurado; pero, en la privacidad, es consumido sin reparo”. Esta contradicción revela una hipocresía social arraigada.
Pero, ¿por qué suelen escandalizar más las pinturas y dibujos que las esculturas? Las razones serían múltiples, pero acá detallamos tres.

Primero, la bidimensionalidad vs. tridimensionalidad: Las pinturas, al ser bidimensionales, crean una ilusión de realismo más directa, lo que puede resultar más confrontativo. En cambio, las esculturas, al ser tridimensionales y estar hechas de materiales como mármol o bronce, se perciben como más abstractas y distantes.
El contexto histórico: Muchas esculturas clásicas están asociadas a la Antigüedad, lo que les confiere un aura de "respetabilidad". Por el contrario, pinturas como "Olympia" de Manet fueron censuradas por su franqueza al retratar la desnudez sin justificativos mitológicos en el siglo XIX.
Mirada y frontalidad: Las pinturas suelen interpelar al espectador con miradas y composiciones frontales, generando una conexión íntima que puede incomodar.
La muestra "Desnudo: insobornable espejo del alma humana" busca romper con los tabúes y reivindicar el cuerpo como un medio de expresión artística legítimo.

Incluirá obras que exploran la feminidad, la sensualidad y la espiritualidad, como las de Zavaleta, así como piezas que denuncian la corrupción y la doble moral, como las de Bonilla.
El conversatorio y la exposición representan una oportunidad para reflexionar sobre cómo el arte puede desafiar prejuicios y ampliar horizontes culturales.
Como bien señala Berger, el desnudo genuino —libre de convenciones— nos confronta con nuestras propias construcciones sociales. Por ello, vale subrayar que en un país donde el conservadurismo aún pesa, eventos como este son vitales para fomentar diálogos necesarios.
El evento está abierto al público y promete enriquecer el acervo cultural de los asistentes. Una cita imperdible para artistas, críticos y amantes del arte que buscan entender el desnudo no como un tabú, sino como un lenguaje universal de la expresión humana.

El Centro Cultural Cabezas de Jaguar está ubicado en la colonia Escalón, 73 avenida norte, número 319, San Salvador
(Artículo elaborado con asistencia de IA)