Guadalupe García, de 47 años, recuerda con nostalgia cuando tiempos atrás recibía con emoción una variedad de tarjetas navideñas, las cuales colocaba en el árbol de Navidad. De igual manera ella acostumbraba a enviar ese tipo de postales a familiares, vecinos y amigos. La distancia no era un obstáculo, pues estas se podían entregar de forma personal o por el correo tradicional.
Las clásicas, musicales, con dedicatoria y las de alto relieve eran parte de la variedad de tarjetas navideñas que podían encontrarse en los puestos de venta de temporada en El Salvador, donde ofrecían de diversos tamaños y precios.
“Con las tarjetas de Navidad nos enviábamos los buenos deseos para el nuevo año, habían tarjetas con música navideña y algunas traían hasta luces. Lo divertido, también, era cuando entre vecinos competíamos a ver a quién le llegaban más tarjetas para llenar el arbolito”, contó la salvadoreña.
García recuerda que había ingenio y que, incluso, personas que no tenían árbol de Navidad en su casa u oficina utilizaban tarjetas navideñas para armar uno en la pared.
En la actualidad, las nuevas generaciones han ido perdiendo la costumbre de intercambiar las tarjetas navideñas, debido al avance tecnológico. El auge de las redes sociales ha desplazado casi por completo esta tradición, comentan los pocos vendedores de postales instalados temporalmente en el centro de San Salvador.
Durante un recorrido por el centro de la capital se constató que la mayoría de los tarjeteros de temporada se han visto obligados a reemplazar su rubro y dedicarse a comercializar adornos navideños.