Conocé los secretos arquitectónicos de la colonia Flor Blanca
La colonia Flor Blanca en San Salvador combina historia, arquitectura y vida activa en un espacio que inspira a disfrutar de la ciudad de otra manera.
Por
Lissette Figueroa
Publicado el 14 de septiembre de 2025
La colonia Flor Blanca en San Salvador es un ícono urbano que combina historia, modernidad y arquitectura única. Nació en los años 30 con el Estadio Flor Blanca y la visión de una “ciudad jardín”. Sus casas, inspiradas en el estilo californiano colonial, destacan por jardines, detalles artesanales y materiales como concreto, roca volcánica y cedro. Hoy conserva su encanto con oficinas, negocios y espacios deportivos. Declarada Conjunto Histórico en 2021,
San Salvador se ha ido pintando con la esencia de distintos arquitectos y proyectos urbanos que la caracterizan, como la colonia Flor Blanca. Esta vez, a través de un recorrido con Vintexture, te contamos qué hace emblemático a este sector de la ciudad capital.
Sofía Ramos, de Vintexture, cuenta a quienes acompañan este tour que, entre 1933 y 1935, se construyó el Estadio Flor Blanca, ahora conocido como el Jorge “Mágico” González, para albergar los terceros Juegos Centroamericanos y del Caribe.
Este proyecto impulsó la expansión de la ciudad hacia el poniente, entre el centro de San Salvador, la colonia Escalón, la Alameda Roosevelt y lo que hoy conocemos como el bulevar Venezuela y la 49a. Avenida.
En 1934, el presidente Maximiliano Hernández Martínez dispuso reservar esta zona para crear una “ciudad jardín”, dando origen a la colonia Flor Blanca. Paralelamente, en 1935, al sur del hospital Rosales, se proyectó un parque en terrenos que antes habían sido usados como sanatorio para enfermos de tuberculosis.

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Cuatro años después, en 1939, Hernández Martínez lo inauguró con el nombre de Parque Infantil Cuscatlán, en un acto oficial en la Asamblea Legislativa. El espacio abrió al público el 1 de marzo de ese mismo año.
Mientras este sector de San Salvador adquiría protagonismo como escenario de modernidad, también ocurrían cambios en la arquitectura nacional.
Las guías de Vintexture recuerdan un dato clave: en aquella época, la Facultad de Arquitectura aún no existía en la Universidad de El Salvador, por lo que los proyectos urbanos estuvieron a cargo de arquitectos que estudiaron en el extranjero e introdujeron nuevas influencias.
Los encargados de darle forma a la colonia Flor Blanca fueron Ernesto de Sola y Armando Sol, junto a otros como Jorge Alfaro, René Suárez y Federico Morales.
Al recorrer la Flor Blanca, podés darte cuenta de las placas que te dan más datos sobre su construcción, como el arquitecto que estuvo a cargo y el año en que se construyó. La mayoría de las placas datan de finales de los años treinta hasta los años cincuenta.

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Durante esos años cambió el concepto de la vivienda residencial: surgieron las llamadas “casas villas”, inspiradas en el colonialismo californiano, con curvas coloniales y detalles barrocos.
Estas casas presentaban distribuciones distintas: un vestíbulo que conducía a las escaleras principales, jardines que rodeaban toda la casa en lugar de patios traseros y el uso de nuevos materiales como el concreto armado, la roca volcánica y la madera de cedro en acabados artesanales.

En la colonia también destacan elementos como techos de teja, ventanales verticales y angostos con mosaicos, columnas y muros con patrones singulares que acompañan sus aceras amplias.
Como es de suponer, estas residencias, con grandes portones de madera y diseñadas para un clima fresco, fueron habitadas por familias con alto poder adquisitivo. Cada casa se construyó al gusto del cliente, lo que dio como resultado un barrio donde los diseños casi no se repiten, salvo en muy pocas excepciones.
Adentrándose un poco más a la ciudad, encontrás la Parroquia Nuestra Señora de la Asunción, donde empezó la Vicaría de la Asunción en 1962, también con su toque arquitectónico característico de esta zona de la capital.

Al día de hoy, es fácil diferenciar qué perímetro forma la colonia Flor Blanca. La zona es de casas altas y grandes, mayormente pintadas de blanco y, en algunas ocasiones, con acentos de colores. Muchas de estas residencias ahora son ocupadas por oficinas o negocios, y el sector, por la mañana o la tarde-noche, es un lugar deportivo.
Acá usualmente ves a nacionales y extranjeros caminando o corriendo, andando en bicicleta, patines, patinetas o haciendo ejercicio.
Esto puede deberse a la remodelación del Parque Cuscatlán en 2019, y al hecho de que históricamente ha sido un spot deportivo por el Estadio Jorge “Mágico” González y el Gimnasio Nacional Adolfo Pineda.
En 2023, además, se remodelaron estos complejos y sus alrededores, ya que El Salvador fue anfitrión de los Juegos Centroamericanos y del Caribe, y del Miss Universe. Se creó, además, un estadio para deportes en la arena dentro del mismo Complejo Deportivo Flor Blanca.
Así que ahora la Flor Blanca es uno de los lugares donde más se ve a los salvadoreños haciendo actividad física al aire libre, algo que aún no es tan común en el país.
El 27 de enero de 2021, la colonia Flor Blanca fue declarada Conjunto Histórico por la Asamblea Legislativa. Este año, la Flor Blanca celebró 91 años de historia.
Sobre las guías de este tour arquitectónico
Vintexture es un proyecto de dos comunicadoras y fotógrafas salvadoreñas con un objetivo: documentar y contar a otros la ciudad, con lo que aún queda de otras épocas, los cambios que van surgiendo y crear un espacio donde también se dialogue con los rostros de estas cuadras de San Salvador.

Inés Pacas y Sofía Ramos se conocieron estudiando en la universidad. Sofía cuenta que siempre ha estado obsesionada con la historia y la arquitectura del Centro Histórico. En 2017 decidió recopilar todas las fotografías que había hecho en un Instagram.
A Sofía se le sumó Inés. Hace dos años pensaron: “¿Por qué no hacer algo diferente con esto?” y, luego de la insistencia de algunos seguidores sobre tours por San Salvador, comenzaron a explorar el centro desde su historia arquitectónica.
En este camino se han encontrado con personas que incluso les han abierto las puertas de sus casas o propiedades para que puedan admirar desde dentro, junto a las personas que las acompañan.
Quienes se unen a estos recorridos muestran muchísima curiosidad, al igual que sus anfitrionas, y conversan sobre la vida de San Salvador, documentando también a través de sus cámaras o sus teléfonos.
“Siempre hay gente nueva que quiere venir con nosotras, u otros que ya han estado aquí y quieren seguir. Todos quieren aprender y ver más, no solo de la arquitectura, sino también de las historias de la periferia”, explica Sofía.
En este camino también se les han unido extranjeros que solicitan tours más personalizados. Y aunque buscan los lugares más emblemáticos, también quieren salir de las plazas más comunes, interesándose en conocer cómo las personas se manejan en el centro, por ejemplo, en las ventas.
Sofía e Inés tienen claro que esto también contribuye a dejar un legado de conservación. “Buscamos que la gente pueda ver el valor de la conservación de los espacios, y puedan apropiarse. No ver los lugares como algo ajeno a ellos o en deterioro, sino que puedan apropiarse de esa identidad como salvadoreños”, afirman.
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