Fernando Trujillo, el joven artista que transforma la cotidianidad salvadoreña en pintura
La obra de Fernando Trujillo captura escenas comunes del día a día en El Salvador con una mirada íntima y sincera, dotando de belleza lo que suele pasar desapercibido.
Por
Marcella Palacios
Publicado el 08 de octubre de 2025
Fernando Trujillo es un joven artista salvadoreño originario de San Juan Opico cuya obra se centra en la representación de la cotidianidad nacional. A través de la pintura al óleo, retrata escenas comunes como trabajadores, familiares o personajes populares del pueblo donde creció. Su enfoque es íntimo y observador, buscando transmitir belleza en lo desapercibido. Ha expuesto en espacios como el Museo Marte y 42B, y destaca por su técnica cuidadosa y narrativa visual honesta. Para Trujillo, pintar es conectar con su entorno y compartirlo desde una perspectiva personal, sin pretensiones ni discursos impuestos, solo observación sincera y emocional.
El nombre de Fernando Trujillo comienza a sonar con fuerza en los circuitos del arte salvadoreño. Con apenas 26 años, este joven artista originario de San Juan Opico ha logrado posicionar su trabajo en espacios relevantes como el Museo Marte, la Pinacoteca Roque Dalton y el espacio 42B. Su estilo pictórico, basado principalmente en el uso del óleo, destaca por representar escenas cotidianas con un enfoque profundamente personal.
Inspirado por el cine y la vida diaria

La pasión de Trujillo por el arte nació con el cine. Fue tras ver la película "Birdman" en 2014 que comenzó a cuestionarse qué es el arte y dónde puede encontrarse. Desde entonces, desarrolló un interés por los lenguajes visuales y empezó a explorar tanto el dibujo como la pintura. Aunque su formación inicial fue autodidacta, más tarde decidió estudiar en el CENAR y luego en la Universidad de El Salvador, donde actualmente cursa la carrera de Artes Plásticas.
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En sus inicios, dibujaba superhéroes y personajes de cultura pop, pero poco a poco su temática evolucionó hacia retratar momentos y figuras que forman parte del paisaje humano salvadoreño. Sus cuadros reflejan escenas que surgen de sus recuerdos o de su entorno inmediato, como una madre atendiendo una tienda o un grupo de amigos compartiendo en una cantina.

La técnica al servicio de la observación
El óleo es su medio predilecto. Lo eligió por su versatilidad, su tiempo de secado lento y su capacidad para permitir capas múltiples, lo cual le da libertad para trabajar con calma y profundidad. Su proceso creativo inicia con una imagen mental o un recuerdo que luego busca replicar con fotografías y bocetos antes de trasladarlo al lienzo.
Trujillo prepara sus lienzos con esmero, aplicando capas de gesso para asegurar su durabilidad. Aunque también ha experimentado con otros materiales como acuarela, tinta china y grafito, se mantiene fiel al óleo cuando se trata de obras completas. "Es una técnica que me permite controlar el tiempo y la expresividad de la pieza", explica.
El arte como espejo de la vida cotidiana

Uno de los elementos más singulares en la obra de Trujillo es su capacidad para retratar la soledad y la belleza escondida en lo cotidiano. Sus pinturas transmiten melancolía, pero también ternura y observación. Dice que busca conectar con el espectador desde su propia experiencia y entorno: "No se trata de hacer una crítica social directa, sino de mostrar lo que observo en mi vida diaria y, si eso genera una reflexión, es un efecto secundario".
En sus temas destacan figuras populares, trabajadores urbanos, personas en espacios semi-públicos, familiares o conocidos del pueblo donde creció. Su pieza "Historias en la taberna" fue premiada con mención honorífica en el Museo Marte y marcó un punto de inflexión en su carrera. "Fue la primera vez que pinté algo puramente personal y sincero", recuerda.
San Juan Opico, su lugar de nacimiento y residencia actual, juega un papel fundamental en su obra. Muchos de los personajes que retrata forman parte de su comunidad y vida diaria. De hecho, una de sus exposiciones individuales, realizada en el espacio 42B, fue dedicada a los borrachos del pueblo, hombres a quienes conoció desde niño y que hoy observa desde una perspectiva artística.

“Mi mamá tiene una tienda y muchos clientes me han visto crecer. Ellos también han envejecido conmigo, y ahora son parte de mis pinturas”, comenta. Esa relación cercana con su entorno le permite construir una narrativa visual cargada de autenticidad.
Fernando Trujillo ha participado en exposiciones colectivas y ha llevado su obra fuera del país, como en Guatemala, donde fue invitado a mostrar sus piezas en Quetzaltenango. Para él, el futuro está enfocado en seguir aprendiendo y experimentando, posiblemente incursionando en la escultura, sin dejar de lado la pintura como su medio principal.
Considera que uno de los grandes retos para la escena artística en el interior del país es la falta de investigación y riesgo creativo. "Necesitamos conocer más referentes, explorar otros temas, otros formatos, nutrirnos de distintos lenguajes visuales", afirma. También anima a los jóvenes artistas a no temerle al óleo y a confiar en su proceso.
Podés seguir su trabajo en Instagram como @fernando_trujillo_ donde publica avances de sus obras, exposiciones y reflexiones sobre su práctica.
Desde una estética sincera y sin pretensiones, la obra de Trujillo recuerda que en la cotidianidad salvadoreña hay una belleza que merece ser vista, pensada y preservada.
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