El vitiligo es una de las enfermedades de la piel más reconocida debido a las características manchas blancas o rosadas que aparecen en la dermis. Sin graves síntomas físicos, esta afección, en realidad, afecta mucho más el plano emocional y psicológico.
Este padecimiento surge cuando los melanocitos, las células encargadas de la pigmentación o bien desaparecen o bien pierden su función; es entonces cuando aparecen manchas blancas muy llamativas en distintas partes del cuerpo.
Las causas de la enfermedad son desconocidas. Está comprobado que existen distintos factores implicados, el origen es, por tanto, multifactorial. Sin embargo, la Clínica Mayo hace énfasis en tres posibles orígenes: un trastorno del sistema inmunitario ataca y destruye los melanocitos de la piel, los antecedentes familiares (hereditario) o un evento desencadenante, como una quemadura solar, la exposición a productos químicos industriales o un episodio de estrés.
Holanda y Estados Unidos ya han realizado investigaciones sobre la incidencia del estrés en enfermedades cutáneas, como el acné, la psoriasis o el vitiligo. Y han demostrado que el estrés constante libera sustancias en el sistema nervioso que, a su vez, modifican la química corporal.
Sea cual sea el motivo, entre el 1 % y 2 % de la población padece vitiligo. Y lo difícil de ella es que aparece, generalmente, durante la infancia o adolescencia; etapas donde el paciente aún esta en conocimiento de su propio cuerpo y todavía no asimila grandes e importantes cambios físicos, por consiguiente, la confianza y autoestima están en un proceso de consolidación.
No obstante, aunque el paciente sea un adulto las repercusiones psicológicas son profundas. De acuerdo con la jefa del Servicio de Dermatología del Hospital General de México de la Secretaría de Salud, Rosa Ponce Olivera, “los principales efectos son emocionales, pues los pacientes acumulan estrés y frustración ante un padecimiento visible y se sienten discriminados por su aspecto físico”.
Existen numerosos estudios publicados sobre el impacto en la calidad de vida de las personas con vitiligo, hasta el punto “de llegar a depresión e incluso suicidio”, según Teresa Truchuelo, dermatóloga en el hospital Vithas Internacional. Por ello, hay que tener en cuenta el impacto negativo porque el paciente, con mucha seguridad, necesitará apoyo psicológico.
Lo importante es que existen tratamientos que pueden minimizar esta despigmentación, aunque sean procesos lentos, pesados y frustrantes. Y a ellos se suma que, cada vez más, las figuras públicas que padecen vitiligo demuestran su aceptación y sacan provecho de la situación, como la ahora supermodelo Winnie Harlow.
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“Hay que transmitir que no tenemos el milagro ni la curación, pero sí les podemos ayudar y conseguir que ese pigmento vuelva en muchos casos o que mejoren”, afirmó la doctora Truchuelo. De esta manera, se puede evitar que la calidad de vida de los pacientes se vea afectada drásticamente.
CONSEJOS:
Infórmate bien: Parte del desconocimiento sobre el vitiligo contribuye a sentimientos de ansiedad o nerviosismo, que podrían intensificar el padecimiento. La Clínica Mayo señala que buscar toda la información sobre la enfermedad y las opciones de tratamiento para ayudar a decidir qué medidas tomar, contrarresta la intranquilidad. Documéntate con investigaciones científicas y no en cualquier sitio online.
Comunica tus sentimientos: el caso retomado por el portal Eftmx.com refleja la importancia de compartir lo que preocupa, frustra o entristece de la enfermedad o lo que, posiblemente, la desencadenó. Exteriorizar los sentimientos contribuye a atender los padecimientos de manera integral, incluido un profesional de salud mental.
Confía en tus seres queridos: la familia o amigos muy cercanos se vuelven un pilar importante para sobrellevar la enfermedad. Si depositas tus miedos, preocupaciones y complejos; ellos podrán entender mejor tus estados de ánimo y contribuirán a crear espacios o momentos de tranquilidad y confianza. El amor de ellos reforzará tu autoestima.
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Consulta un buen dermatólogo: la destacada trayectoria de un especialista puede darte confianza, pero también lo hará el trato que tenga hacia ti. Busca un dermatólogo con un gran conocimiento de la afección; esto te brindará certeza de que no te está estafando o no está seguro de cómo abordar tu caso. No olvides que los psicólogos o los grupos de apoyo también pueden ser clave en tu tratamiento.