Familia de niño ingresado en el Bloom vive afuera del hospital desde que le diagnosticaron obstrucción del intestino

Los hospitales, agujas y medicinas se han convertido en el entorno de un niño de solo cuatro años de edad y ya le han causado reacciones negativas.

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La mamá del infante contó que su permanencia en el carro es para tomar un descanso. Foto EDH / Yessica Hompanera

Por Alejandra García servicios@eldiariodehoy.com

2020-02-02 10:00:35

Cristopher Argueta, de cuatro años, está ingresado en el hospital Benjamín Bloom desde noviembre pasado, mientras su familia, originaria de Usulután, vive en un carro en las afueras del sanatorio, haciendo turnos para cuidarlo.

El reciente diagnóstico que recibió el infante es que posee la enfermedad de Hirschsprung ó megacolon, una obstrucción del intestino grueso, que actualmente le causa fuertes dolores.

Desde que nació ha sufrido dificultades y dolores al momento de evacuar, y su padre aseguró que la condición del infante se agudizó luego de una operación, que le hicieron a mediados de diciembre.

Cristopher nació el 21 de noviembre de 2015, trayendo felicidad a la familia que lo recibió con mucho amor; sin embargo, desde los primeros días, su padre notó un gesto que el bebé hacía, sin imaginar que lo causaba.

“Yo veía que él apretaba sus manitas, como en señal de dolor, y le preguntaba a mi esposa qué le pasaba, por qué hacía eso, entonces decidimos llevarlo a las clínicas para que lo revisaran”, dijo Rudis Moreira, padre del menor.

Desde que nació tuvo problemas para evacuar, pasaba días sin hacerlo pero con laxantes lo conseguía, por lo tanto los padres se preocuparon por la situación.

La primera consulta médica fue a la clínica de la una colonia en Usulután, donde les explicaron que era estreñimiento.

El tiempo pasó y Cristopher no mejoró. Siguieron visitando diferentes clínicas, públicas y privadas, y el diagnóstico se mantuvo en estreñimiento y colon irritado, narraron los padres.

Hace unos meses, el niño dejó de evacuar por lo que sus padres lo llevaran al hospital San Pedro, en Usulután, en donde le aplicaron suero, antibióticos y enemas para sacarle las heces, narraron.

Katherine Argueta aseguró sentirse impotente por no poder ayudar más a su hijo, pero no pierde la fe de que pronto se recuperará. Foto EDH / Yessica Hompanera

Tres semanas después le dieron el alta, pero el menor continuaba con las molestias lo que obligó a los padres a volver al hospital.

De Usulután lo enviaron a otra hospital en San Miguel, en donde por primera vez diagnosticaron a Cristopher con la enfermedad de Hirschsprung, un padecimiento congénito, que se tuvo que haber diagnosticado semanas después del nacimiento.

“Regresamos al hospital de Usulután y nada. Se les dice que vamos a denunciar y entonces lo envían al Bloom”, comentó Moreira.

Según relatan los familiares, Cristopher fue trasladado en ambulancia desde Usulután hasta el hospital Bloom, donde los médicos al revisar el cuadro que presentaba les comentaron que quienes lo trataron antes tenían que haber realizado exámenes al niño para descartar o confirmar que fuera Hirschsprung.

“Acá ( Bloom) compramos medicamentos para que le limpiara el colon, luego lo operaron y le cortan la parte mala”, declaró el papá de Cristopher.

Tres días después de la operación, le dieron el alta y regresaron a Usulután, con la esperanza de que la situación mejoraría.

Los papás y abuelo materno de Cristopher se mantienen viviendo en su carro en las afueras del Hospital Bloom. Foto EDH / Yessica Hompanera

Sin embargo, cuatro días después regresaron los dolores, pero ahora más intensos y continuos. Cristopher fue ingresado nuevamente en el Bloom el 28 de diciembre de 2019 y desde esa fecha se mantiene ingresado.

“Antes le daban dolores al momento de querer hacer sus necesidades pero después pasaba sonriendo, corriendo y jugando, pero ahora son dolores en su estómago permanentes que le ha quedado después de la operación”, explicó Moreira.

“Después de la operación es que al niño le cayó ese dolor, estuvimos cuatro días allá en Usulután, y luego le volvió el malestar, y empezó a vomitar y vomitar, y el dolor que no se le quitaba”, añadió su abuelo, José Pablo Carranza.

Los familiares aseguran que los doctores les explicaron que no saben qué le provoca el dolor. Asegura la familia que la medicación no ha sido efectiva.

 

“Regresamos el 28 de Diciembre al Bloom, y no hacen nada por nuestro hijo. Le escribimos a los medios, se publica el caso y luego le hacen un radiografía y una ultra, pero aún no saben por qué le dan esos fuertes dolores”, aseguró Moreira.

Los familiares lamentaron que Cristopher pasará fechas especiales como su cumpleaños y año nuevo en el hospital, en lugar de estar disfrutando como todos los niños de su edad.

“Por momentos le dan unas crisis bien fuertes, y se pone a llorar porque ya no ha de aguantar, hay veces que yo estoy acá (fuera del hospital) y hasta acá se escucha los gritos que da el pobrecito, yo bien identificó que es él”, dijo Carranza.

Tantas medicinas, agujas, enfermeras y médicos alrededor de Cristopher han llegado a causar reacciones negativas en el infante.

“Ahora cada vez que se le acercan dice ‘no me hagan daño’, o cuando se acerca una enfermera se pone nervioso, le dan miedo todos los que ve con gabacha”, contó el abuelo.

Según la familia del menor, las condiciones y atenciones que se poseen en los hospitales nacionales de Usulután y San Salvador no son las adecuadas, lo que dificulta un buen tratamiento para los pacientes.

“Muchos tienen miedo de denunciar porque temen que no les traten a sus hijos. Pero ya es tiempo de estos cambios y las autoridades tiene que saber que el personal no están haciendo su trabajo”, opinó Moreira.

Katherine Argueta, madre del menor, aseguró que los médicos le realizaron el sábado 25 de enero una resonancia, cuyo resultado ayudaría a los médicos a tomar la decisión si Cristopher deberá continuar ingresado o podrá regresar a su casa.

Además, comentó que el doctor encargado del caso considera que el infante se encuentra afectado sicológicamente, y espera pronto poder recuperarlo de los dolores físicos para que ya no se encuentre en el entorno de hospitales.

A pesar de la situación que está viviendo la familia no pierden las esperanzas en que Dios haga un milagro con Cristopher, y que en los próximos días puedan estar en su casa disfrutando el tiempo junto al resto de la familia.

“Solo le pido a Dios que nos de paciencia porque no es fácil, y uno como familia se siente impotente al ver sufrir a las personas que quiere”, expresó Carranza.