Manuel Alcántara: “Los partidos ARENA y FMLN sobrevivirán, están enraizados en la sociedad”

El experto español en partidos políticos de Iberoamérica también expresó preocupación por el modelo de Nayib Bukele que privilegia la comunicación ágil, por medio de tuits, pero no ofrece profundidad al ciudadano ni admite cuestionamientos,

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Manuel Alcántara reconoce que un perdedores de los nuevos tiempos políticos es la prensa, pues los políticos buscan vínculos directos con la ciudadanía. Foto EDH / Archivo Foto edh por Mauricio Cáceres

Por Ricardo Avelar

2019-07-19 5:30:09

Hace pocos años, cualquiera habría situado al sistema de partidos políticos de El Salvador como uno de los más estables de la región. El país no tenía mayor incidencia de meros vehículos electorales, los votantes mostraban arraigo y había un alto nivel de institucionalización de la política.

Sin embargo, las últimas elecciones presidenciales pusieron en entredicho este paradigma. Podría creerse, a simple vista, que este es un fenómeno muy propio de nuestra política, pero una mirada más cuidadosa a todo el continente nos deja ver que los partidos están bajo fuerte cuestionamiento en casi todos los países.

Por ello, El Diario de Hoy recurrió a consultar a una de las autoridades en el estudio de los partidos políticos, Manuel Alcántara Sáez, investigador español, catedrático de la prestigiosa Universidad de Salamanca y autor de numerosos estudios sobre las dinámicas políticas en la región.

A su juicio, en El Salvador e Iberoamérica los partidos van en declive pues las dinámicas sociales privilegian estructuras personalistas y una comunicación más inmediata. Alcántara advierte que esto, sin una vigilancia debida, puede desembocar en una gran crisis de la democracia. Esto es lo que conversamos:

¿Cuál es su lectura de la salud de los partidos políticos en la región?
Los indicadores a nivel mundial muestran tres elementos: primero, un incremento de la fragmentación de los partidos, es decir que hay más partidos. Esto lo vemos claramente en El Salvador, que ha pasado de dos partidos fuertes a tener al menos tres.

La segunda idea es que la identificación partidista ha bajado. La gente se identificaba más con ellos y era difícil que alguien identificado con un partido dejara de votarle o votara al adversario, por ejemplo. Mientras la gente se identifica menos con los partidos, cambia de preferencia entre elecciones.

Luego hay una variable más cultural: el triunfo del individualismo. Esto se refleja en la abundancia de partidos unipersonales, como el caso de Nayib Bukele en El Salvador, un individuo que cree que puede ser presidente y no necesita partido y se lanza. Es un caso parecido al de López Obrador en México o al de Bolsonaro en Brasil. Son conscientes que su capital es superior al que añade un partido. Yo no creo que los partidos van a desaparecer, van a aparecer de otra manera.

¿A qué se debe esta desafección?
Estamos inmersos en un cambio cultural con ramificaciones sociales y económicas. Que las 5 primeras empresas del mundo hayan dejado de ser bancos o petroleras nos debe hacer pensar. Las empresas más grandes ahora son Amazon, Google, etc. Estas empresas además se han capitalizado sobre bienes intangibles. Hay que abordarlo desde ahí para entender que nuestra idea de partidos, que data de inicios del siglo XX, no se ajusta a esta realidad.

Yo no creo que se termine la vida partidista, los partidos tienen una serie de acciones importantes: ellos reclutan personal, por ejemplo. No he seguido la realidad salvadoreña pero me encantaría investigar cómo el presidente Bukele ha reunido a su gente, de dónde ha sacado a sus ministros, asesores, embajadores de confianza. Y si Bukele es inteligente estas personas deberían eventualmente integrar su partido.

¿Le preocupa el crecimiento de proyectos políticos cuyo fin es una persona?
No si hay otros mecanismos que equilibren el poder de estos individuos, como una prensa libre, una sociedad civil activa, jueces independientes, un poder legislativo que haga su rol de controlador, etc. El peligro es si estos individuos en el poder empiezan a controlarlo todo.

Estos movimientos suelen beneficiarse de frustración en el sistema de partidos y altas expectativas. ¿Qué puede suceder si gobiernos de estos partidos unipersonales no ofrecen soluciones?
Incrementa la frustración, el escepticismo, la desconfianza, la apatía, el cinismo y todo esto puede desembocar en una grave crisis del sistema de partidos y la democracia.

¿Hay una forma de reinstitucionalizar la política y los partidos o estamos ante un cambio irreversible de era?
Yo creo que es irreversible porque la sociedad está transitando de forma irreversible. Los partidos se mueven en el espacio público y este está fragmentado por diferentes cuestiones. No podemos usar los parámetros del siglo XX para estudiar las nuevas formas de acción política. Hay fenómenos en democracias muy viejas y consolidadas, como Estados Unidos, donde un presidente gobierna por medio de tuits.

Pero no todo está perdido. Aun en esos casos, se mantienen instituciones del siglo XVIII como Congresos, Senados, Cortes Supremas. Eso es lo curioso, que instituciones de hace siglos conviven con lo nuevo.

¿Y si no hay tal solidez institucional?
Entonces hay disfunción. Los países que tienen, como El Salvador o España, menos tradición democrática sufren más y sus sistemas tienen menos resortes, menos capital simbólico institucional y político.

Los políticos ahora optan por “comunicarse directamente” con el pueblo. ¿Cree que buscan pasar por alto el escrutinio de la prensa?
Esto está claro. El gran perdedor es la prensa tradicional. Lo vemos cuando Google tiene sus algoritmos para servir una especie de prensa a la carta a sus afiliados: si yo tengo tales gustos, tal edad y Google me informa solo de eso, la gente va a “comprar” ese tipo de medio y eso va en detrimento de la comunicación tradicional.

Yo creo que son ustedes (medios) uno de los principales perdedores o afectados. Todo lo digital significa inmediatez. Hasta hace poco tiempo, la gente iba a comprar al kiosco el periódico a ver noticias e interpretación. Hoy esto existe menos.

¿Y qué hay de lo que algunos llaman “la posverdad”, las fake news y la amplificación de la propaganda?
Todo ha existido siempre, pero antes había que elaborarlo con más tiempo. Hoy yo puedo decir algo y es viral, no hay tiempo a que nadie se ponga a pensar o cuestionar si lo que se ha dicho es un bulo o algo incompleto. Nos hemos vuelto perezosos y no contrastamos. De nuevo esta digitalización de la vida nos complica a personas que teníamos unos hábitos más tradicionales, de contrastar información con tiempo.

¿Son estos fenómenos partes de la recesión democrática de la que hablan algunos académicos?
Yo prefiero llamarla la fatiga democrática. No quiero ser tan pesimista porque recesión significa ir para atrás. Me gusta más hablar de fatiga. Hay otras cosas que funcionan bien, como que no hay un gran abstencionismo electoral, esto se mantiene constante. También hay mayor activismo de los jueces: por ejemplo, en El Salvador, Perú o Guatemala hay expresidentes con causas judiciales. Nunca en América Latina se metió en la cárcel a un expresidente. Uno puede estar o no de acuerdo con el resurgimiento de la justicia, o decir que hay casos como el de Lula, a quien le han perseguido, pero lo innegable es que hay partes del sistema que funcionan.

¿Algún otro motivo de optimismo?
Hay más mujeres diputadas y alcaldesas, son elementos que son positivos. Ya nadie serio cuestiona la democracia ni la lógica electoral.

Yo veo una fatiga en partidos, que puede ser crónica y generar retroceso o simplemente necesita un descanso, un reconstituyente.

Más allá de avances judiciales, ¿ve fatiga democrática en El Salvador?
Hay bastantes elementos positivos en El Salvador, como la aplicación del estado de derecho. ¿Qué puedo mirar con preocupación? El liderazgo de Bukele como un hombre con estos “tics tuiteros”, que son propios de la nueva política. Esto puede parecer muy ágil, pero es muy frívolo, no permite que se legitimen decisiones o haya mayor rendición de cuentas.

Hace dos años, usted dijo a este medio que El Salvador era el país más polarizado. ¿Mantiene esa apreciación?
No, por este cambio que ha habido. Antes, Sánchez Cerén estaba ubicado en un sitio muy lejano de su oposición. Era una polarización que en ningún país de la región era tan grande. Bukele no está situado en ninguno de los extremos. Me imagino que si hiciera la pregunta a los diputados, situarían a Bukele al centro, estoy especulando.

¿Le ve futuro a ARENA y FMLN?
Creo que sí, pues son partidos con pilares en la sociedad. Evidentemente han cambiado de liderazgo y se enfrentan a una nueva situación, pero tienen dos años hasta las legislativas de 2021, eso da tiempo para reformarse. Son partidos muy arraigados y su sobrevivencia dependerá de si sus líderes trabajan bien. Salvando las diferencias lucirán como el PP y el PSOE de España cuando pasaron una crisis seria, pero siguen siendo partidos que tienen cierto arraigo social y capacidad de movilización.

¿Qué elementos pueden cambiar esto? Que el presidente desde arriba cree un partido en este tiempo y vaya trabajando con operadores políticos para presentarse con algo que él domine claramente en 2021, o que ARENA y FMLN lo hagan muy mal y no consigan convencer a la gente, sean incompetentes y arrastren al sistema tradicional de partidos a un lugar de irrelevancia.