Mujeres ciegas emprenden negocio de sala de masajes

Son 35 mujeres, unas ciegas y otras con baja visión, las que integran la Asociación de Mujeres Ciegas de El Salvador y a pesar de todas las dificultades que han tenido que enfrentar no se han detenido para prepararse, emprender y salir adelante.

Por Jessica Guzmán

2020-02-07 9:40:14

Salir adelante no es una opción fácil en El Salvador y más cuando se tienen dificultades físicas como baja visión o ceguera total; en esos casos conseguir un empleo o prepararse profesionalmente es más difícil.

Pero esas dificultades se convirtieron en un reto para un grupo de cinco mujeres ciegas y con baja visión, quienes decidieron formar la Asociación de Mujeres Ciegas de El Salvador, con el objetivo de impulsar las capacidades de las mujeres, emprender y crear fuentes económicas.

Así crearon la iniciativa Tu Idea de Relax y dentro de ella Xpress Massage El Salvador, una clínica de masajes que inició y estuvo funcionado en el Aeropuerto Internacional hasta 2014; pero debido a renovaciones en la terminal aérea tuvieron que moverse a otro lugar.

Dentro de la Asociación también enseñan a elaborar champú, líquidos para limpieza de piso y artesanías, pero también hacen aromaterapias e incluso algunas son consejeras de belleza.

“Lo importante es formar a las mujeres en diferentes áreas y si en la Asociación no tenemos las herramientas buscamos alianzas como en artesanía, bisutería, masoterapia, elaboración de líquidos para el piso, para que ellas tengan una oportunidad laboral, porque la empleabilidad en nuestro país es reducida y cuando se tiene una discapacidad es más aún”, explica Verónica Rivas, presidenta de la Asociación, quien padece ceguera total.

Xpress Massage El Salvador es la iniciativa más fuerte de la Asociación, ya que cerca de 22 mujeres brindan masajes relajantes, reductivos, quiroprácticos y reflexología. También tienen servicio de masajes exprés a domicilio en casas o empresas que lo requieran, para lo cual llevan sillas ergonómicas.

Hay otras mujeres que son parte de la Asociación, pero decidieron seguir estudiando y trabajar en otras áreas profesionales, ya que la Asociación busca organizaciones que capaciten a mujeres en diversas áreas y les inyecten la seguridad que necesitan para vencer obstáculos.

Ni un paso atrás

Verónica Rivas conoció el color de las flores, del cielo, de los árboles y y tuvo la dicha de ver sonreír a su madre los primeros tres años de vida, pero a esa edad su vida cambió cuando otro niño le clavó las uñas en los ojos y le dañó la retina de ambos, lo que le hizo perder la visión total en su ojo derecho.

A los 12 años comenzó a ver borroso con su ojo izquierdo y a los 14 años perdió totalmente la visión. Fue diagnósticada con oftalmia simpática (inflamación de la capa uveal tras un traumatismo en el otro ojo).

Verónica Rivas es licenciada en Trabajo Social, masoterapista y presidenta de la Asociación de Mujeres Ciegas de El Salvador.

Verónica tuvo miedo de cómo sería su vida en adelante, pero también tuvo el apoyo total de su madre. “No es nada fácil aceptar, vivir con esa condición; yo tenía miedo, pero el apoyo de la familia es vital y mi madre me llevó al Centro de Rehabilitación para Ciegos Eugenia de Dueñas, y ahí fue muy importante para mi porque aprendí a enfrentarme el día a día a la sociedad”, relata.

Al salir del centro de ciegos en 1993, cuando tenía 17 años, Verónica inició como emprendedora a dar masajes, ya que se había capacitado en masoterapia, pero siguió perfeccionando su técnica y ahora ya tiene su acreditación con el Instituto Salvadoreño de Formación Profesional (Insaforp).

Verónica no se detuvo y decidió estudiar Licenciatura en Trabajo Social en una universidad privada, pero ahí también enfrentó nuevos obstáculos. Lo primero fue el rechazo que recibió. Cuenta que le hicieron firmar que esa institución no se haría responsable si le ocurría algo en las instalaciones debido a su condición.

“Es complicado; creo que ninguna universidad está preparada en el país para dar educación inclusiva. De entrada cuando me vieron con mi bastón me negaron la entrada por el hecho de ser ciega, pero nuestra organización nos enseña a conocer y defender nuestros derechos y le dije que yo tenía el derecho a tener una educación”, recuerda Verónica.

“Fue un choque decidirme primero a estudiar y luego que me rechazaran. Yo le dije a la coordinadora de la carrera que iba a ser un reto para mi, pero también para ellos, porque yo les iba a demostrar que la discapacidad no era para mi una incapacidad y que iba a sacar mi carrera”, relata Verónica, quien se tituló de Trabajadora Social hace año y medio.

Doris Soto, nunca se detuvo, a pesar que padece baja visión y los obstáculos que ha enfrentado, ahora es abogada.

Sin límites

El crecimiento que obtienen con la Asociación no solo se queda en la sala de masajes. Doris Soto es un caso de éxito; ella nació con Stargardt, una enfermedad ocular que produce pérdida de la visión en niños y en adultos jóvenes.

La enfermedad le provocó a Doris una baja visión a los 11 años, pero eso no la detuvo. “Nunca he dejado de hacer lo que me gusta”, asegura. Fue al Centro de Ciegos, se hizo parte de la Asociación y decidió estudiar Ciencias Jurídicas; ahora ya cuenta con su carné de abogada.

Doris también encontró barreras en la universidad; los maestros no le permitían grabar clases y el tamaño de las letras del material educativo era un problema para ella, por lo que fue a la Escuela de Ciegos y aprendió braille.

“Recuerdo que el profesor de Teoría General del Proceso me dijo en el aula: “Doris tu deberías de dedicarte a hacer pasteles mejor” y yo le dije: sí, también tendré una pastelería donde usted irá a comprar y también seré abogada”, relata.

La abogada también es madre y trabaja en la Oficina por el Derecho a la Salud, dónde se desempeña como coordinadora, y aunque nunca se ha detenido señala que en la sociedad hay mucha discriminación para las personas con discapacidad.

Ahora su próximo proyecto es ser notaria, además de emprender un negocio propio de gimnasio para personas con discapacidad.

Sin parar:
EImelda Martinez tiene 37 años y padece baja visión. Se hizo parte de la Asociación y se especializó en la masoterapia. También se ha especializado en hacer esencias aromáticas que también se venden en la asociación.

Imelda también es madre de un niño de diez años trabajadora, se ha especializado en dar masajes en la Asociación y es la coordinadora de la iniciativa Tu idea de relax.

María Inés tiene 61 años de edad y perdió su visión a los cinco meses de haber nacido, por una enfermedad que no tuvo el tratamiento adecuado. A los cuatro años fue llevada a la Escuela de Ciegos en dónde estudió y aprendió a velerse por sí sola.

“Es difícil salir adelante, porque en muchas partes no confían en nuestra capacidad de trabajo. Pero somos muy capaces, solo necesitamos que confíen y nos den la oportunidad”.

María Inés ahora es parte de la Asociación de Mujeres Ciegas de El Salvador, en donde da masajes, lo que le ayuda a salir adelante cada día.