La joven emprendedora que mantiene a flote El Barco y sus libros en el centro de San Salvador

Brenda López es la dueña de la librería El Barco, en el centro de la capital. Ella sigue con su lucha por inculcar la lectura en todo el país, misma que la animó a estudiar psicología.

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La lectura despertó en esta mujer, madre de dos hijos, el deseo de superación. Cuenta que el hambre de conocimiento fue algo que la salvó. Foto EDH / Francisco Campos

Por Gadiel Castillo / Violeta Rivas

2019-09-03 8:30:08

A Brenda López, hablar de libros le emociona hasta las lágrimas. No es de menos, en ellos encontró aprendizaje, una fuente de ingresos y una inspiración para continuar sus estudios de educación básica truncados, los cuales fueron retomados y ahora está a un paso de convertirse en licenciada en Psicología.

Brenda es la propietaria de la pequeña librería llamada El Barco, negocio que con el pasar de los años se ha mantenido flotando en diferentes lugares del Centro de San Salvador. Ahora está ubicado en la 3a. calle Oriente, entre la avenida Monseñor Romero y 4a. avenida Norte. Con altos y bajos, un cierre temporal y las pocas ventas no han impedido que el amor por los libros de su administradora se apague, al contrario, esto la ha impulsado a luchar contracorriente.

López cuenta que tenía 18 años cuando conoció al padre de su hijo, quien para ese entonces no sabía leer ni escribir bien. “Yo me salí de mi casa porque quería saber, aprender más, y mi madre no nos puso a estudiar porque su marido le decía que para qué íbamos a estudiar si siempre íbamos a estar en nuestras casas y nuestros maridos nos iban a mantener. Entonces no nos dio el estudio, y yo solo había hecho hasta segundo grado”, relata.

Según datos del informe de calidad de vida El Salvador Cómo Vamos del 2018, la taza de alfabetización de mujeres en San Salvador es del 95 %, lo que significa que de cada 100 mujeres hay cinco que no tienen acceso a educación.

Según el estudio el no saber leer y escribir es una situación desventajosa para las mujeres, factores que impiden que desarrolle habilidades de lectura y escritura.

La emprendedora recuerda que cuando llegó a San Salvador comenzó a estudiar en la escuela nocturna, actividad que se tornó complicada porque tenía que trabajar y estudiar. Cuenta que todos los días se dormía a las 12:00 de la noche, pues se quedaba leyendo e investigando más “porque no es lo mismo la clase que te dan en 4 a 5 horas que una o dos horas en la noche”.

Brenda asegura que el hecho de trabajar entre libros hizo que su amor por la lectura y el negocio se incrementara día con día. Relata que el primer kiosko de libros estuvo en el parque San José, local que era trabajado junto con su expareja. Sin embargo, al cabo de un par de años se separaron. Su excompañero de vida creó otra librería y ella se quedó con el negocio inicial.

“Cuando Norman Quijano quitó los puestos en el parque San José le compré todos los libros, los estantes al papá de mi hijo y comencé a pagar el alquiler y de ahí me hice la dueña de El Barco”, dice.

Entre los quehaceres del hogar, el cuido de sus dos hijos y los pasillos de su librería, con esfuerzo y mucho sacrificio, Brenda logró culminar sus estudios de bachillerato, pero no conforme con ese logro decidió optar por una carrera universitaria.

Brenda López se niega a que su negocio naufrague. Esta estudiante de Psicología compró la venta de libros El Barco porque uno de sus sueños es que los salvadoreños se interesen más por la lectura. Foto EDH / Francisco Campos

 

En un inicio, manifiesta que su deseo era estudiar un doctorado en medicina, sin embargo, por circunstancias no lo logró ese objetivo. La emprendedora no se dio por vencida y después de un año y valorar todas las posibilidades se decidió por estudiar psicología en una universidad privada.

“Mi familia dice que yo he dejado todo por el estudio y yo les digo que he logrado cambiar mi perspectiva de vida, el contexto y los paradigmas con los que me criaron. La forma en que me educaron, digo sí se equivocaron, pero tengo a mis hijos, entonces ellos van a obtener una ganancia del conocimiento que he adquirido para ser que ellos sean personas de bien”, dice López.

Brenda cuenta que se inclinó por la psicología porque los libros que leía hablaban mucho de esa rama y de todas las enfermedades generadas porque las personas somatizan las situaciones. “Entonces si una persona tiene dificultades familiares va a padecer de diabetes, hipertensión, entre otros pesares. Nuestra salud mental es muy importante porque normalmente le dedicamos tiempo a todo y no a nosotros mismos”.

Entre la plática asoma la preocupación de Brenda por las bajas ventas. Los motivos son claros: debe mantener a sus hijos y también debe pagar los gastos generados luego de egresar de su carrera. Ahora se enfrenta a la última etapa de sus estudios que es un curso de preespecialización, el cual tiene un costo que para López es elevado.

“Estoy egresada y me falta la preespecialización que se hace a la par de la investigación y son $250 de inscripción y $125 mensuales por 9 meses, y es bien complicado, pero digo no sé cómo voy a hacer pero debo sacarlo”, relata.

“Tengo que leer mucho. El país está lleno de hombres machistas que quieren que la mujer sea sumisa y quiérase o no, el conocimiento libera. Cuando comencé a leer, el papá de mi hijo me dijo: ‘Vos te estás haciendo feminista’. Y no es eso, es cuestión de dignidad y valor propio, por eso lo dejé”.

 

Amor por la lectura

Brenda manifiesta que su mayor deseo es que todos los salvadoreños, al igual que ella, encontraran en la lectura un modo de viajar a través de las letras y un oasis de conocimiento. Agrega que su gusto por la lectura nació cuando se dio cuenta que no sabía lo necesario para tener un criterio propio y que según ella, eso la frustró porque no tenía las bases para dar ideas, debatir y desenvolverse en público.

“Tengo que leer mucho. El país está lleno de hombres machistas que quieren que la mujer sea sumisa y quiérase o no, el conocimiento libera. Cuando comencé a leer, el papá de mi hijo me dijo: ‘Vos te estás haciendo feminista’. Y no es eso, es cuestión de dignidad y valor propio, por eso lo dejé”, manifiesta.

López dice que quisiera encontrar una receta mágica para que las nuevas generaciones se interesen por la lectura. “Estoy pensando una estrategia para invitar a leer, crear ese hábito pero cuesta. Una estrategia que estaba pensando es regalar un café por la compra de tu libro, pero hay que incentivar a la gente. Sin embargo, eso solo se queda en planes porque no tengo la solvencia económica para hacerlo”, lamenta.

“El Barco no se va a hundir”

El viaje de Brenda en El Barco comenzó en el 2011. Desde ese entonces ha tenido que luchar contracorriente: pocos compradores, altos precios de alquiler, cambios de locales y hasta un cierre temporal por cuestiones económicas y de estudio. Sin embargo, Brenda asegura que su Barco no se va hundir.

“Desde el 2011 fue que me hice la dueña de El Barco, así le había puesto el señor que lo tenían antes, me lo vendió y creí conveniente que se siguiera llamando así. Me gustó porque el local era como un barco”, relata.

La emprendedora dice que muchas personas le dicen que El Barco se le está hundiendo. La librería ha estado en diferentes puntos del centro de San Salvador.

Brenda recuerda que su familia le reclamaba porque hacía dos cosas a la misma vez. “Me decían que para qué estaba estudiando, si no podía mantener una cosa ni la otra. Pero yo decía: ‘Necesito estudiar y hacer algo bien”. Muchas veces las personas comienzan algo y no lo terminan”, dice.

Manifiesta que por cuestiones económicas y por presiones de la universidad decidió cerrar por seis meses el negocio. Asegura que ese tiempo lo pasó mal y hasta se volvió un calvario porque su pasión son los libros y mantener cerrada la librería la desesperaba. “Para mí era un calvario no vender libros, medio me mencionaban el tema y me ponía mal ante la impotencia de no poder seguir”, relata.

Por el momento dice que está pensando vender licuados y otros productos en la librería para obtener un ingreso extra que le permita solventar los gastos de sus estudios. Brenda no se niega ante una oportunidad laboral que le permita ejercer su profesión.

“Yo quiero ejercer como psicóloga, tengo que repartir todo lo que sé. Tengo que reproducirlo, entonces si dejo de trabajar en la librería tengo que dejar a alguien acá”, dice.

Brenda aconseja a las mujeres a que no se queden estancadas y que luchen cada día por salir adelante y que en cada dificultad vean una oportunidad para demostrar que el género femenino es fuerte.

Librería El Barco está ubicada en la Tercera Calle Oriente entre la Avenida Monseñor Romero y Cuarta Avenida Norte.