Eduardo Poma y su pasión por volar aviones antiguos
El economista y empresario salvadoreño, de 65 años, combina sus reuniones del consejo directivo de Grupo Poma con su pasión por las alturas y la restauración de aviones históricos. También es fotógrafo artístico, amante de la lectura y de la navegación en mar abierto.
Más que una simple diversión, para Eduardo Poma la aviación es una pasión. La sensación de libertad total y de devolver a la vida una parte de la historia ha sido su combustible para pilotear, organizar shows aéreos y restaurar aviones de la llamada época de oro de la aviación.
El economista y empresario salvadoreño reconoce que, al igual que muchos pilotos de los que conoce, tener un padre que también amaba volar influyó en que desarrollara un gusto particular por las alturas.
De niño, dice, ya piloteaba aviones. Disfrutaba ir sobre el asiento del copiloto guiado por su papá, aunque no alcanzara a ver hacia afuera del avión porque las ventanas eran muy altas para él.
Con cierta nostalgia y risa, recuerda que en esas horas de vuelo amateur, cuando su padre le indicaba que girara el avión a la derecha o a la izquierda. Lo que no sabía Eduardo era que mientras él piloteaba, la aeronave iba en modo automático todo el tiempo.
Aunque todos sus juguetes eran aviones y soñaba con tener todos los modelos que se le podía ocurrir enlistar, el empresario no imaginó que dedicaría tanta vida, tiempo y recursos a una afición como esta.
“Para mí, la aviación es un sentido de libertad total. Hay rutas y todo, pero si uno no va en un plan de vuelos, allá arriba uno tiene todo el cielo a dónde ir”, dice con notable convicción.
Cuando tenía alrededor de 14 años, Eduardo dice que hizo una lista de los aviones que quería tener cuando creciera. “Lo que no se me ocurrió es que eran caros, que valían plata”, añade sonriendo.