Doctora salvadoreña rechaza trabajo en Europa y apuesta por ayudar en su país

Sara Corado es especialista en atender aspectos médicos del envejecimiento. Ha estudiado un máster interuniversitario en Gerontología Clínica, de la Universidad de La Coruña, España.

Sara Corado es especialista en atender aspectos médicos del envejecimiento y obtendrá su título de máster interuniversitario en Gerontología Clínica, de la Universidad de Coruña, España.

Por Evelia Hernández

2019-05-27 9:12:18

La doctora Sara Corado, de 32 años de edad, rechazó seguir trabajando en España en el Complejo Gerontológico La Milagrosa, para regresar a El Salvador y enfrentar el reto de mejorar la atención en salud y dignificar a la población adulta mayor.

“Aquí mis amistades, entre ellos españoles y latinoamericanos, me expresan que mi idea de volver es descabellada. Todos ven mi idea como una acción innecesaria y como una batalla perdida el querer volver a El Salvador. Lo ven como un retroceso en mi carrera académica, en el sacrificio de mi madre”, explicó la especialista.

Corado recibirá su título en Máster Interuniversitario en Gerontología Clínica, de la Universidad de La Coruña, España, en junio de este año. Ella ha logrado un trabajo estable ya que su profesión es bien remunerada en ese país, en donde la población adulta mayor, en el rango de 80 años, actualmente, son más de 2.7 millones y representan un 6 % de la población.

Foto EDH/Cortesía

“En España hay muchas posibilidades de empleo, ya que la población europea es una población bastante envejecida en relación a otros países en vías de desarrollo. Cuando yo salí (de El Salvador) el propósito fue llenarme de conocimientos para aprender las estrategias y manejos que se dan en estos países que están a la vanguardia con temas del envejecimiento”, explica la especialista salvadoreña.

Según Corado, El Salvador no está preparado para el cambio generacional. “Si bien el envejecimiento puede considerarse un éxito de las políticas de salud pública y el desarrollo socioeconómico, también constituye un reto para la sociedad que debe adaptarse a ello para mejorar al máximo la salud y la capacidad funcional de las personas mayores”, opina.

Cuando Corado regrese en junio próximo, tiene como propósito desarrollar una investigación en El Salvador con el tema de la vejez.

El reto es grande, muestra de ellos es que el país no tiene un censo de población actualizado y se trabaja con datos de proyecciones, situación que impide conocer y tener un dato certero del tamaño de la población y una fotografía más exacta de la situación de esta población.

Según Hugo González, del Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA), “por el momento esta población representan aproximadamente alrededor de 10 %, pero es la población que más rápidamente va crecer en el país a tal punto que por el año 2046 va a sobrepasar como población porcentualmente a la población infantil. Por primera vez en la historia demográfica del país, la población adulta será mayor”.

Por esa razón, el sistema de Salud basado para atender una alta fecundidad materno infantil debe transitar hacia un modelo de enfermedades no transmisibles de los adultos mayores.

“Deseo iniciar un movimiento o grupo para capacitar a los profesionales, cuidadores, familiares y a los que están en el gremio que velan por los derechos de la vejez”, dice la doctora Corado.

La motivación de la gerontóloga salvadoreña para especializarse en el área clínica en cuidados para las personas adultas mayores surgió cuando realizó su internado médico en el hospital público de Chalatenango, en donde fue testigo de las deficiencias y los vacíos para esta población en aspectos de salud, social, emocional y nutricional.

“Durante el internado en el área hospitalaria vi muchas carencias que se hicieron más visibles cuando fue trascendiendo la carrera. En el año social me designaron un grupo de adultos mayores. Me hice cargo del grupo y me di cuenta que habían muchas herramientas que quizá como médicos, y como estudiantes de medicina, no nos habían dado; como pude saque adelante el grupo”, relata Corado.

Añade que en las asignaturas como Medicina Interna Comunitaria se da una guía de cómo es el manejo de un adulto, sin embargo no es específica para tratar de una forma integral al adulto mayor.

La doctora expone que en El Salvador no se ofrece una carrera para especializarse en el área de geriatría y gerontología, sino cursos orientados al cuidado del paciente en casa o desde el área de enfermería. Por eso la única forma de prepararse en esa área es fuera del país.

La geriatría se ocupa de los aspectos clínicos, terapéuticos, preventivos, diagnóstico, tratamiento y rehabilitación de las patologías de la vejez. Mientras que la gerontología estudia cómo envejece el ser humano y porqué. Su estudio abarca la situación desde todos los puntos de vista posibles: psicológico, social, económico e incluso tiene en cuenta el factor cultural.

Además de esto la gerontología trata las necesidades mentales, físicas y sociales de las personas cuando llegan a la vejez, y cómo estas son abordadas por las instituciones.

En El Salvador hay 12 geriatras para atender a esta población, según Emilio Espín, representante de la Mesa del Adulto Mayor.

Estos especialistas brindan sus servicios en distintas instituciones. Hay cuatro geriatras en el Seguro Social que atiende a una población de 223,399 derechohabientes pensionados y beneficiarios, que es cerca del 2 % de la población adulta mayor del país. Y en el Instituto de Previsión Social de la Fuerza Armada (IPSFA) hay dos geriatras más.

En el área pública se cuenta con un especialista y 105 médicos con diplomado en gerontología.

Para Corado, uno de los principales retos para trabajar con los adultos mayores es la medicina preventiva, en el país la consulta médica que se realiza en esta población es curativa.

“Uno de los puntos a tratar con la población adulta es sensibilizar sobre la importancia de la prevención y así tener una población adulta mayor sana que pueda gozar de todos los beneficios de estar en la vejez sin tener una enfermedad que los disponga a la dependencia”, expresa la gerontóloga.

En el país, el año pasado hubo 11,381 personas fallecidas en los hospitales públicos, de ese total 5,913 tenían 60 años o más, equivalente al 52 por ciento, de acuerdo a los registros oficiales del ministerio plasmados en Egresos y Muertes Registradas en Hospitales.

Las principales causas de decesos de los adultos mayores están encabezadas por las enfermedades del sistema genitourinario, neumonías, septicemia y enfermedades cerebrovasculares.

La gerontóloga salvadoreña, que tiene validado el título de médico para trabajar en España, prefiere regresar al pulgarcito de Centroamérica, catalogado como uno de los países más peligrosos para las mujeres, además donde los salarios para los médicos especializados no son bien remunerados.

“Aquí (España) las oportunidades de empleo como gerontóloga son mejor remuneradas porque las estadísticas de población adulta mayor van al alza; pero yo quiero enfrentar el reto de mejorar la calidad de vida en la vejez de la población de mi país”, expresa Corado.

Según la Dirección General de Estadística y Censos (Digestyc), en el año 2017 el estimado de población mayor de 60 años fue de 829,304. Para el 2025, Salud estima que la población será de 895,671.

Actualmente las mujeres salvadoreñas tienen una esperanza de vida de 75 años de edad, y los hombres de 66 años.

A medida que la edad alcanza el rango de 70 años y más, aumentan las posibilidades de convertirse en población dependiente.

Según información de Salud, la vulnerabilidad del adulto mayor aumenta principalmente por situaciones asociadas a los procesos de cambio en el organismo, los cuales se manifiestan en modificaciones de las funciones motoras, sensoriales y otras.

Para Hugo González, del UNFPA, es urgente que el Modelo de Atención Integral de Personas se aborde no solo desde una perspectiva del Sistema de Salud, sino también del sistema de pensiones, infraestructura, entre otros ámbitos.

“Hoy por hoy, ese 10 % ya comienza a poner una presión sobre el sistema de protección social y el sistema de salud de El Salvador; imagínese que para el año 2050 esa población se habrá duplicado. Calculamos que un geriatra desde que nace hasta que se forma toma aproximadamente 25 años, es decir deberíamos de comenzar a dar los primeros pasos para ver de qué manera se va confrontando la demanda”.

Además de agregar que no se debe ver el envejecimiento sólo desde el punto de vista de salud, hay que verlo desde las oportunidades y las capacidades que se puede aprovechar de una población que envejece.

“Es una población que acumuló experiencia. Qué oportunidades se puede proveer para esa población que envejece en términos laborales”, expresa el especialista de las Naciones Unidas.

La gerontóloga Corado enfrentará un gran desafío al regresar al país, pero tiene la convicción de que debe hacerlo y de que necesita un apoyo multisectorial para cambiar el término y el significado “de la vejez asociado a enfermedad, dependencia, discapacidad a un término moderno de envejecimiento como activo, saludable, inclusivo y donde se valore al adulto mayor”.

Corado lo explica: “Una persona adulta mayor es una persona que tiene muchas oportunidades, que tiene muchas cosas que dar a la sociedad, es una persona que pagó ya la cuota de trabajar y de rendir para un Estado y que tenga las oportunidades de gozar la vejez de una forma saludable, activa y participativamente”.