Ingrid pasó 40 años sin conocer el rostro de su padre luego de su desaparición

Humberto, padre de Ingrid, huyó a México tras ser perseguido. Sus fotografías fueron quemadas por temor a ser asesinados.

descripción de la imagen
Sus labores como detective lo llevaron a rozarse con miembros de la guerrilla salvadoreña. Foto EDH

Por Óscar Portillo

2021-01-17 5:40:44

Durante 40 años, Ingrid Rivera no conoció el rostro de su padre. Cuando ella tenía un mes de nacida, el conflicto armado se lo arrebató en condiciones inusuales.

Sin embargo, todo cambió para ella hace una semana, cuando una de sus tías encontró cuatro fotografías que le dieron rostro y forma a la imagen de su padre.

El 12 de enero, Ingrid compartió las fotos de su padre en las redes sociales bajo el “hashtag” #PhohibidoOlvidarSV, movimiento que surgió en respuesta a las declaraciones de funcionarios del gobierno que minimizaban los hechos del conflicto armado salvadoreño y la firma de los Acuerdos de Paz. Ella decidió unirse a la iniciativa para exponer el caso de su padre.

Luis López: “La guardia pensaba que quitándoles el pelo les iban a quitar su forma de pensar”

Además, hizo alusión al dolor y sufrimiento de su familia debido al conflicto, ese temor que llevó a su abuela a quemar las fotografías de su padre y que la obligó a crecer sin un rostro al cual recordar.

“Cuando él (el presidente Bukele) se refiere a que esa parte de la historia fue una farsa, es una ofensa y es humillante. ¿Dónde están mis 40 años de dolor? ¿Dónde están?”, reclama Rivera.

Su padre, Humberto Benavides Rivera; era detective privado para la presidencia y desapareció en 1980. Según el relato de Ingrid, su progenitor se enlistó en 1974 a la Policía de Hacienda y, por su capacidad, en poco tiempo logró escalar en la jerarquía de la institución.

Humberto Benavides Rivera; era detective privado. Foto cortesía

Sus labores como detective lo llevaron a rozarse con miembros de la guerrilla salvadoreña y meses antes del nacimiento de su hija, Benavides participó en un operativo militar que lo marcó y lo llevó a replantear los ideales por los que luchaba.

“Eso -los operativos militares- lo marcaron mucho, porque era un hombre muy idealista y sus principios se vieron en conflicto y comenzó a simpatizar con los ideales de la guerrilla”, narra Ingrid.

Según las conclusiones de ella y su madre, el detective comenzó a ayudar a la guerrilla y, ya que su especialidad era el uso de armas largas y detonación de explosivos, probablemente eso lo convirtió en un recurso valioso.

El precio de la impunidad: cifras de un conflicto que no se debe repetir

En mayo de 1980, cuando Ingrid tenía un mes de nacida, Benavides interceptó a su compañera de vida en el mercado de Mejicanos mientras atendía su puesto y le comentó que debían huir a México. Sin mayor explicación, tomó a su compañera de vida y se dirigieron a Soyapango. La mujer, confundida, huyó por su cuenta. Ingrid asegura que esa fue la última vez que su madre vio a Benavides.

La familia de Humberto relató luego que, durante los siguientes meses, ellos estuvieron enviando dinero a México; sin embargo, la última remesa que hicieron no fue reclamada y cuando consultaron, les respondieron que el joven militar había regresado a El Salvador y que debían contactarse con un miembro de la guerrilla.

La persona que les respondió también les proporcionó el seudónimo del guerrillero que sabía sobre Benavides, no obstante, debido a que la zona donde los familiares de Humberto vivían era un punto de constantes ataques, nunca pudieron comunicarse con él.

Foto cortesía

Tras la firma de los Acuerdos de Paz, uno de sus hermanos contrató a un investigador privado para encontrar su paradero, sin embargo no encontraron rastro de Benavides.

Ingrid tiene sentimientos encontrados cuando recuerda a su padre, pues ella concluye que lo más probable es que Humberto ya no está con vida. “No tener una tumba a donde llorarle, no saber con certeza qué fue lo que pasó y cuáles fueron sus últimos momentos.”, relata la mujer que son los puntos más difíciles. Ella cree que los Acuerdos fueron importantes, para que historias como la suya no se repitan y los ciclos puedan cerrarse, independiente del desenlace.

“Nuestra sociedad civil está cimentada en los Acuerdos de Paz, pues conseguimos libertad de expresión. Me hizo sentir terrible que el presidente dijera eso, porque eso desencadena jóvenes y personas de mayor edad se unan y simpaticen con eso que dijo” reflexiona.