Luis López: “La guardia pensaba que quitándoles el pelo les iban a quitar su forma de pensar”

Cuatro exponentes del rock salvadoreño recuerdan cómo la juventud que creció durante el conflicto no se doblegó ante la violencia que se vivió durante más de una década.

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Una foto que guarda el músico Vitelio Melara, de su paso por la agrupación The Kings Stone. El grupo posó en el parque Balboa, en los Planes de Renderos,en 1966. / Foto Por EDH- Menly Cortez

Por Menly Cortez

2021-01-16 5:45:12

“Mi sueño tiene que ser la amistad, la verdad y sin faltar también, la libertad”, es un verso de la canción “Vendedor de Sueños” de la banda Broncco, que unía en una sola voz a la juventud salvadoreña durante la recta final del conflicto armado.

Muchos de estos jóvenes que coreaban este tema usaban el pelo largo, jeans rotos, camisetas negras y botas. Una indumentaria que causaban sospechas por las calles del país.

Vicente “Chente” Sibrián, fundador de Broncco, recuerda cómo incluso a él lo detuvieron en algunas ocasiones cuando recorría las calles de El Salvador junto a sus hermanos. “Nos pedían los documentos, les hacíamos ver que no andábamos en malos pasos”, contó.

Chente Sibrián tiene 54 años de trayectoria en la escena rockera del país.

Pero no todos tenían la misma suerte. El músico asegura que los grupos militares de la época sí eran rígidos en algunos casos, pero eso no provocaba un cambio en la forma de pensar en los jóvenes. “Que me lo corten, me lo vuelvo a dejar crecer”, cuenta que era la respuesta que se comentaba entre los amigos sobre la presión de los militares para cortarse el cabello.

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Según Luis López, exvocalista de Los Supersónicos y apodado “El monseñor del rock”, los jóvenes, y en especial los más rebeldes, siempre son sospechosos debido a su forma de expresarse a través de la vestimenta. Esta actitud es algo normal en cualquier época.

Luis López, mejor conocido como “El monseñor del rock”. Este reconocido artista continúa su carrera como solista interpretando éxitos de la época de oro del rock en español. Foto EDH / Menly Cortez

“La juventud siempre ha estado en contra de lo convencional y por eso el rock and roll prevalece en el tiempo”, comentó el músico. Un joven que lucía el pelo largo en aquella época no siempre era un “marihuanero” o un “comunista”, como creían los cuerpos de seguridad.

Luis López, conocido como “El Monseñor del Rock”, cuenta cómo la juventud rockera supo sobrellevar la guerra civil de El Salvador. La Guardia Nacional allanaba escenarios señalándolos de “células comunistas” o hasta les cortaban el cabello largo a los artistas como medida de amedrentamiento.

Vitelio Melara, quien inició en 1965 su carrera musical con la banda The Kings Stone, cree que la apariencia de rockero era sinónimo de revolución. “La guardia a veces los secuestraba. Jóvenes adolescentes de 14 años eran llevados a los cuarteles y ahí les cortaban el pelo, sus familiares iban a buscarlos para evitar que los enlistaran para ir a la guerra”, recuerda.

Vitelio Melara ha pertenecido, por años, a bandas del género punk. Actualmente forma parte de Llano Green. Foto EDH / Menly Cortez

Sin embargo, los tres artistas concuerdan en el hecho de que estas acciones represivas contra la juventud no detuvieron las ganas de disfrutar de la libertad que la música les transmitía.

Sibrián, López y Melara recuerdan cómo algunos espacios en los que tocaban se fueron cerrando, y cómo otros lugares cambiaron sus conceptos según la época; incluso, el supersónico se dio a la tarea de crear un lugar que se acoplara a sus expectativas y la de otros músicos, así nació el bar Picadilly en 1980, en la Zona Rosa.

Este espacio fue importante para la escena rockera, pues no solo fue un sitio para disfrutar de la música, sino también para proteger a los jóvenes durante los toques de queda en las famosas “pijamadas”, donde se abría el bar a las 5:00 p.m., cerraban puertas a las 7:00 pm y nadie salía hasta el amanecer.

“Cuando nos paraban en retenes decíamos que íbamos a alguna pijamada en casa de amigos”, relata Sibrián. Broncco era una de las bandas más esperadas en el Picadilly, pues era de las pocas que tocaban música totalmente original.

Luis López como artista telonero del grupo Menudo, en su primera visita a El Salvador en 1979. Foto EDH / Cortesía archivo Luis López

Picadilly cerró en 1983 debido a la crudeza de la guerra y de un intento de secuestro al monseñor del rock.

Pero el abuso de la fuerza militar y la coartación a la libertad de movilidad no fue la única forma de represión con la que los jóvenes tenían que lidiar, también eran censuradas las expresiones en contra de la situación política, económica y social que ocurría en el momento, de acuerdo con Melara.

Además: Esto es lo que sonaba en 1992, el año de la firma de los Acuerdos de Paz

“Había mucha expresión artística de todo tipo, los músicos no paraban de crear, pero no todos tenían la oportunidad que sus ideas fueran escuchadas en la radio o vistas en la TV”, comentó. Según él, los materiales pasaban una rígida inspección en torno a la censura, y si en el contenido se encontraba una insinuación de desobediencia o crítica al Estado, no se programaba.

Francisco Maravilla, músico con una trayectoria de más de 20 años en la escena rockera nacional, comentó que sufrió en carne propia la estigmatización de la forma de expresión juvenil. Recuerda que incluso en la posguerra las capturas, golpizas y cortes de pelo continuaron por algunos años. “A mí también me pasó, me pegaron y me detuvieron muchas veces”, revela.

Maravilla recuerda que durante el plan Mano Dura contra las pandillas, a principios de 2000, la represión contra los jóvenes volvió a ser violenta. “Me llevaron preso junto a dos amigos por nuestros tatuajes, la forma de vestir y porque nuestra banda (Apartamento 31) no era de colegio o de una colonia, éramos de instituto, de barrio”, recuerda.

Fran Maravilla (centro) en las bartolinas cuando fue capturado junto sus amigos, en 2003. Entonces se creó la campaña “Rockero no narero”. Foto EDH / Cortesía Fran Maravilla

El músico cree que la diferencia entre la represión durante la guerra y en la posguerra es que los Acuerdos de Paz permitieron concientizar a las instituciones sobre sus deberes y los Derechos Humanos daban una oportunidad para defenderse de las injusticias.

“No es lo mismo que me lleve una patrulla del 911 a dar vueltas y me dejen en algún lugar, a que te paren en una carretera y te pongan de rodillas con las manos en el cuello por creer que sos guerrillero”, explica este integrante del grupo Manyula Dance Club. Además, considera que actualmente la sociedad salvadoreña ha avanzado un poco más: “Ahora es más normal ver personas con tatuajes artísticos”.

Luis López cree que las ideas rebeldes de libertad, en ocasiones alimentadas por la música, no cambian con el uso de cierta vestimenta o corte de pelo.

“El arte, y en especialmente el rock, le da a la gente libertad sincera porque llega directo al sentimiento, al corazón”, recalca López.