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Vista del interior de Kismet

Icónicos comercios de El Salvador que desaparecieron y aún viven en la memoria

Durante décadas, marcaron la vida cotidiana de miles de salvadoreños. Hoy ya no existen, pero sus nombres siguen presentes en la nostalgia colectiva.

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Por Leidy Puente
Publicado el 10 de septiembre de 2025

 

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Hubo un tiempo en que ir al centro de San Salvador era una tradición familiar llena de estrenos, juguetes y cafés en almacenes icónicos. Sin embargo, con el paso de los años, comercios como Hiper Europa, Kismet, La Nueva Milagrosa, Almacenes Schwartz y Goldtree desaparecieron, golpeados por la guerra, el contrabando, la competencia extranjera y la falta de relevo generacional. Estos negocios marcaron las décadas de los 70, 80 y 90, y aunque hoy sus vitrinas estén vacías, siguen vivos en la memoria de miles de salvadoreños que recuerdan esas compras como parte de su infancia y tradiciones.

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Hubo una época en la que visitar el centro capitalino no era solo una compra, era una tradición. Ir por los estrenos, buscar el juguete del momento o tomarse un fresco en la cafetería del almacén favorito eran rituales que muchas familias salvadoreñas compartieron durante décadas. 

Sin embargo, con el paso del tiempo, comercios emblemáticos fueron cerrando, presionados por la violencia, la guerra, el auge del comercio informal o simplemente porque las nuevas generaciones ya no siguieron con el legado.

A continuación, te contamos la historia de cinco de esos comercios que marcaron a El Salvador entre los años 70, 80 y 90, y que hoy solo sobreviven en los recuerdos.

1. Hiper Europa

Fundado en 1998 por los empresarios Edmundo y Óscar Saca, Hiper Europa se convirtió rápidamente en uno de los espacios comerciales más grandes y modernos de su época. No era solo un supermercado, era una tienda por departamentos que ofrecía ropa, zapatos, cosméticos, artículos para el hogar… y hasta una cafetería en su interior.

Con el eslogan “El que vende más barato, punto”, logró posicionarse como la tercera cadena de supermercados más grande del país a inicios del nuevo milenio. Pero el auge no duró. En octubre de 2012 comenzó su proceso de liquidación y, para 2013, todas sus sucursales fueron cerradas y adquiridas por Walmart.

Sus instalaciones, como la del bulevar Beethoven, pasaron a manos de la transnacional estadounidense. De aquel formato de hipermercado local solo queda la memoria de quienes crecieron recorriendo sus pasillos en familia.

Fachada Hiper Europa
Hiper Europa se convirtió en sinónimo de modernidad y variedad, con sucursales en puntos estratégicos de San Salvador. Foto/ Archivo

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2. Kismet

Fundado en 1950 por la migueleña María Rodríguez de Boet, Kismet fue sinónimo de elegancia, modernidad e innovación comercial. Desde sus inicios, el almacén rompió esquemas, fue el primero en vender discos de acetato (long plays) y en instalar un famoso “bar musical”, donde los clientes podían escuchar las últimas canciones del momento antes de comprarlas.

Importaba productos directamente desde Estados Unidos y Europa, lo que lo convertía en un lugar exclusivo y muy codiciado. A lo largo de su historia llegó a tener seis sucursales en el país y una en Guatemala.

Pero su cierre fue abrupto. El 27 de junio de 2005, Kismet cerró definitivamente sus puertas. Según explicó la fundadora, “no tomamos parte en las decisiones que llevaron al cierre de operaciones… fue una verdadera sorpresa”.

Factores como el contrabando, la competencia desde China y el comercio informal golpearon fuertemente a la empresa. A pesar de su desaparición, Kismet permanece como uno de los íconos más recordados por su estilo vanguardista y su impacto en la moda nacional.

Vista fachada de Kismet
Kismet revolucionó el comercio salvadoreño al importar productos exclusivos desde Estados Unidos y Europa. Foto/ Archivo

3. La Nueva Milagrosa

“¡Comprar en La Nueva Milagrosa, es una gran cosa!”, decía su eslogan. Y para muchos salvadoreños, la Navidad empezaba oficialmente cuando salían sus anuncios en televisión. Este emblemático almacén, ubicado en un edificio de cinco pisos sobre la 5ª Avenida Sur en San Salvador, era el destino ideal para comprar juguetes, estrenos y artículos escolares.

Durante los años 80 y 90, La Nueva Milagrosa era un punto de encuentro para familias que venían de todo el país, especialmente en diciembre. Su fama era tal, que muchos hacían el viaje desde oriente u occidente solo para visitar su famosa sección de “Juguetelandia”.

El almacén cerró definitivamente tras el fallecimiento de su propietaria, Evangelina Durán. Sus hijos no continuaron con el negocio. Hoy, el edificio todavía permanece en pie, pero funciona como una distribuidora rodeada por ventas informales. Aunque sus vitrinas ya no se iluminan, para muchos aún vive como el lugar donde se vivieron algunas de las mejores épocas de infancia.

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Fachada La Nueva Milagrosa
La Nueva Milagrosa era parada obligada en Navidad gracias a su popular sección de juguetes. Foto/ Archivo

4. Almacenes Schwartz

Fundado en 1921 por una familia europea de apellido Schwartz, este almacén fue sinónimo de calidad, elegancia y tradición. Desde su sede en el Centro Histórico y más tarde en Metrocentro y el Centro Comercial Gigante, Schwartz vistió y calzó a varias generaciones de salvadoreños.

A lo largo de su historia, el almacén logró adaptarse a diferentes épocas, incluso vendiendo acciones en la bolsa de valores en un intento por fortalecerse. Sin embargo, la crisis financiera de finales de los 90, sumada a la famosa estafa de Mathies Hill, complicó su sostenibilidad.

El 24 de diciembre de 2003, un día antes de Navidad, sus propietarios comunicaron el cierre definitivo a sus 160 empleados. Para muchos fue un golpe sorpresivo, pues se trataba de una marca con mucha trayectoria. Dejó un vacío en el comercio salvadoreño que ninguna otra tienda ha logrado llenar con el mismo simbolismo.

Fachada de schartz
Fundado en 1921, Schwartz vistió y calzó a varias generaciones de salvadoreños con elegancia y tradición. Foto/ Archivo

5. Goldtree

Pocas marcas pueden presumir haber estado en pie durante más de 100 años. Goldtree, fundada en 1888 por León Liebes y Mauricio Goldtree, comenzó vendiendo textiles, línea blanca y utensilios para el hogar, pero con los años se convirtió en una de las ferreterías más reconocidas del país.

Durante su auge, llegó a tener al menos 10 sucursales en todo El Salvador y también distribuía productos a ferreterías pequeñas. Era una referencia obligada para quienes deseaban construir, renovar o mejorar su casa.

Sin embargo, en julio de 2011, Goldtree anunció su cierre definitivo. Las razones incluyeron el debilitamiento del sector construcción, la competencia extranjera y el cambio en los hábitos de consumo. Liquidaron todo su inventario y apagaron un legado que había acompañado a varias generaciones de salvadoreños.

Fachada de Goldtree
Durante su auge, Goldtree llegó a tener al menos 10 sucursales y distribuía productos a todo el país. Foto/ Archivo

El comercio cambia, pero los recuerdos permanecen

Estas tiendas no solo ofrecían productos, formaban parte de la vida cotidiana de miles de salvadoreños. Eran lugares donde se forjaban tradiciones, se celebraban momentos importantes o se cumplían pequeños sueños de infancia.

Según Mario Magaña, director de Asuntos Económicos y Comerciales de la Cámara de Comercio, muchas de estas empresas no lograron adaptarse a la globalización, ni preparar un relevo generacional o innovar en sus modelos de negocio. Además, factores como el terremoto de 1986, la guerra civil, el auge del contrabando y la competencia china terminaron de presionar su cierre.

“Muchos dueños murieron y sus hijos ya no continuaron con el negocio. En otros casos, la competencia los ahogó porque vino mucho producto chino a bajo precio y la gente prefirió eso”, explicó Magaña en entrevista para El Diario de Hoy.

Hoy, aunque los rótulos ya no estén y las vitrinas estén vacías, estas marcas siguen vivas en los recuerdos de quienes las conocieron, las visitaron y las disfrutaron.

 ¿Compraste en alguno de estos almacenes?

Contanos en los comentarios cuál era tu favorito, qué solías comprar o si aún conservás algo que adquiriste en esas tiendas. También podés compartir esta nota con quienes, como vos, crecieron entre vitrinas, estrenos y nostalgia.

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