Los puntos de pesca en El Salvador: riqueza natural y motor económico en riesgo
La pesca en El Salvador es sustento, turismo y exportación, pero enfrenta sobreexplotación y falta de inversión. La sostenibilidad es clave para su futuro.
Por
Evelyn Alas
Publicado el 24 de septiembre de 2025
El Salvador, con su litoral, ríos y lagos, posee una gran riqueza pesquera que sostiene a comunidades, cooperativas y al turismo. Desde el atún de Acajutla hasta los curiles del Golfo de Fonseca, la actividad genera empleo, divisas y cultura gastronómica. Sin embargo, enfrenta retos: sobreexplotación, contaminación y carencia de infraestructura. Organismos como CENDEPESCA y FAO advierten la necesidad de fortalecer la pesca artesanal y promover la acuicultura para evitar el colapso. Con inversión, manejo sostenible y apoyo a cooperativas, la pesca puede seguir siendo un motor económico y no un recurso en extinción.
Según datos del Ministerio de Agricultura y Ganadería (MAG) a través de Centro de Desarrollo de la Pesca y la Acuicultura (CENDEPESCA), más de 20 mil familias salvadoreñas dependen directamente de la pesca artesanal para su sustento.
A lo largo de los 321 kilómetros de litoral en el Pacífico y en los principales lagos y ríos, esta actividad no solo garantiza alimentos, sino que también mueve la economía a través de cooperativas, exportaciones y turismo gastronómico. Sin embargo, la riqueza pesquera enfrenta crecientes desafíos: sobreexplotación de especies, bajos precios para los pescadores y falta de infraestructura adecuada.
La costa: epicentro de la pesca artesanal e industrial
Según CENDEPESCA (Centro de Desarrollo de la Pesca y la Acuicultura), el Puerto de La Libertad es uno de los principales referentes pesqueros del país. Desde su muelle artesanal, los pescadores salen cada día en pequeñas lanchas a capturar pargo, corvina, dorado y robalo.
También se registran especies de mayor atractivo para la pesca deportiva, como el pez vela y el atún aleta amarilla.
El puerto se ha convertido en un punto clave para abastecer a restaurantes turísticos que ofrecen pescado fresco como atractivo culinario, lo cual multiplica el impacto económico de la actividad.
Más al occidente, en Acajutla (Sonsonate), la pesca tiene un carácter más industrial. Grandes embarcaciones salen a capturar camarón marino y atún aleta amarilla, productos que se exportan principalmente hacia Estados Unidos, Asia y Europa.
Esta zona genera divisas y empleo, pero también enfrenta la presión de competir con flotas internacionales mejor equipadas.
Bahías y esteros: el sustento de las comunidades
El oriente del país guarda dos de los puntos pesqueros más ricos en biodiversidad: la Bahía de Jiquilisco (Usulután) y el Golfo de Fonseca (La Unión). En estas áreas, los pescadores artesanales y cooperativas locales extraen curiles, jaibas, camarones de estero y pargo mancha.
En la Bahía de Jiquilisco, una reserva de manglares protegida, la pesca artesanal es el corazón de la economía comunitaria. Miles de familias dependen de la extracción de curiles y mariscos que abastecen mercados locales. Sin embargo, la presión sobre los recursos ha encendido las alarmas: los moluscos están en riesgo de agotarse debido a la sobreexplotación y a la degradación ambiental.
El Golfo de Fonseca, compartido con Honduras y Nicaragua, no solo ofrece peces y mariscos, sino también potencial turístico. El curil, un molusco de alto valor gastronómico, es considerado el “oro negro” de la zona.
Pero aquí también las comunidades enfrentan retos: bajos precios impuestos por intermediarios, escasez en temporadas de veda y la falta de infraestructura adecuada para procesar y conservar el producto.
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Lagos y ríos: pesca artesanal y acuicultura

El Salvador no solo pesca en el mar. Sus lagos y ríos son escenarios de subsistencia, turismo y acuicultura. El Lago de Coatepeque (Santa Ana), además de ser un atractivo turístico por su belleza natural, es hogar del guapote tigre, un pez muy apreciado en la gastronomía local. Su pesca es en gran parte recreativa, ligada al turismo en restaurantes y hostales de la zona.
El Lago de Ilopango (San Salvador y Cuscatlán) es otro punto de relevancia, con tilapias y guapotes que abastecen tanto a pescadores artesanales como a pequeños proyectos de acuicultura.
Aquí la producción se destina al consumo local y nacional, siendo la tilapia uno de los peces más importantes para la seguridad alimentaria del país.
El Río Lempa, el más largo de El Salvador, y los embalses hidroeléctricos como el Cerrón Grande, se han convertido en espacios clave para la producción de mojarra, bagre y tilapia.
La acuicultura en estas aguas ha sido vista como una alternativa sostenible que podría ayudar a reducir la presión sobre las especies marinas.
Cooperativas pesqueras: entre el sustento y la supervivencia
Las cooperativas pesqueras juegan un papel fundamental en la economía de muchas comunidades costeras. En lugares como Jiquilisco y el Golfo de Fonseca, estas organizaciones no solo agrupan a pescadores para mejorar sus ingresos colectivos, sino que también funcionan como redes de apoyo social.
Los retos, sin embargo, son significativos. Los socios deben enfrentar altos costos de operación —combustible, mantenimiento de lanchas, compra de redes y almacenamiento en frío—, además de la falta de acceso a créditos y mercados justos.

Los intermediarios suelen pagar precios muy bajos, lo que reduce las ganancias de los pescadores.
A esto se suma el impacto de las vedas pesqueras, que aunque necesarias para preservar las especies, representan pérdidas económicas temporales para quienes dependen exclusivamente del mar o los esteros.
Especies y zonas: la riqueza en detalle
A continuación, se presenta un cuadro que resume las especies más representativas de cada zona pesquera del país y su importancia económica:
| Zona | Especies principales | Uso económico | Mercado |
| Puerto de La Libertad (Litoral Central) | Pargo, corvina, dorado, pez vela, atún aleta amarilla, camarón marino | Pesca artesanal y deportiva; parte de la captura va a restaurantes turísticos | Local (restaurantes y mercados), exportación (atún y camarón) |
| Puerto de Acajutla (Sonsonate, Occidente) | Atún aleta amarilla, camarón marino, pargo, dorado | Pesca industrial y exportación; gran volumen | Internacional (EE. UU., Asia, Europa) |
| Bahía de Jiquilisco (Usulután, Oriente) | Curiles, jaibas, pargo mancha, robalo, camarón de estero, almejas | Pesca artesanal; fuerte extracción de moluscos; potencial de acuicultura | Local (mercados regionales), nacional; algunos productos para exportación |
| Golfo de Fonseca (La Unión, Oriente) | Curiles, jaibas, pargo, robalo, camarón | Pesca artesanal; también actividad de pesca deportiva y turismo | Local y nacional; curiles con gran valor cultural y gastronómico |
| Lago de Coatepeque (Santa Ana, Occidente) | Guapote tigre, mojarra | Pesca artesanal y deportiva; atractivo turístico | Local (restaurantes turísticos), nacional |
| Lago de Ilopango (San Salvador y Cuscatlán) | Tilapia, guapote, mojarra | Pesca artesanal y acuicultura (cultivo de tilapia) | Local y nacional |
| Río Lempa y embalses hidroeléctricos (Cerrón Grande, 5 de Noviembre, etc.) | Tilapia, bagre, mojarra, guapote | Pesca artesanal y acuicultura; producción para autoconsumo y mercado | Local y nacional |
Proyecciones: el futuro de la pesca artesanal por zonas
Además de la situación actual, expertos y organismos como Centro de Desarrollo de la Pesca y la Acuicultura (CENDEPESCA) y Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) han proyectado la necesidad de fortalecer la pesca artesanal para evitar su colapso. Con base en datos disponibles y programas en marcha, estas son estimaciones de cómo podría evolucionar la producción en los próximos cinco años:
| Zona | Producción actual estimada (ton/año) | Supuesto de crecimiento anual | Proyección 2030 (ton/año) | Observaciones |
| Puerto de La Libertad (Litoral Central) | ~400 ton | 3 % | ~465 ton | Pesca artesanal ligada a turismo y restaurantes; crecimiento moderado si mejora infraestructura y cadena de frío. |
| Puerto de Acajutla (Sonsonate, Occidente) | ~300 ton | 2.5 % | ~340 ton | La pesca artesanal compite con la industrial; posible mejora moderada con programas de ordenamiento y turismo costero. |
| Bahía de Jiquilisco (Usulután, Oriente) | ~400 ton | 5 % | ~510 ton | Alta intervención estatal y de ONGs (poslarvas, capacitación); potencial fuerte en camarón y curiles sostenibles. |
| Golfo de Fonseca (La Unión, Oriente) | ~300 ton | 4.5 % | ~375 ton | Potencial de moluscos y pesca deportiva; depende de la gestión transfronteriza y la reducción de sobreexplotación. |
| Lago de Coatepeque (Santa Ana, Occidente) | ~150 ton | 3.5 % | ~180 ton | Zona con fuerte valor turístico; la pesca deportiva puede impulsar mayores ingresos aunque no crezca mucho en volumen. |
| Lago de Ilopango (San Salvador y Cuscatlán) | ~200 ton | 4 % | ~245 ton | Tilapia y guapote con potencial de acuicultura; crecimiento ligado a proyectos de cultivo controlado. |
| Río Lempa y embalses hidroeléctricos | ~250 ton | 3.5 % | ~300 ton | Acuicultura y pesca de subsistencia; crecimiento estable pero dependiente de políticas ambientales y acceso a mercados. |
Retos y oportunidades
El panorama pesquero salvadoreño plantea una contradicción: es una fuente de riqueza, pero al mismo tiempo una actividad vulnerable. La sobreexplotación de especies, la contaminación y la falta de inversión en infraestructura son obstáculos para el desarrollo sostenible.
No obstante, también hay oportunidades. La acuicultura se perfila como una alternativa para diversificar ingresos y reducir la presión sobre los ecosistemas naturales. El cultivo de tilapia y camarón en estanques y jaulas flotantes ya está en expansión. Asimismo, el turismo vinculado a la pesca deportiva y gastronómica puede convertirse en un motor económico si se articula con la oferta local de restaurantes y hostales.
Los puntos de pesca en El Salvador son mucho más que simples lugares de captura: son el sustento de comunidades enteras, el origen de exportaciones millonarias y un atractivo turístico en crecimiento. Desde el atún exportado en Acajutla hasta los curiles extraídos en Jiquilisco, la riqueza pesquera es diversa y vital para la economía nacional.
Sin embargo, el país se encuentra en una encrucijada, pues seguir explotando sin control podría llevar al colapso de las especies y a la ruina de las cooperativas. Apostar por la sostenibilidad, la acuicultura y la modernización de las cooperativas es el camino para que la pesca siga siendo un motor de desarrollo y no un recurso en extinción.
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