Latinoamérica mantiene liderazgo y alto potencial en energías limpias

América Latina y el Caribe cuentan con “un crecimiento todavía enorme” en energías limpias y seguirán siendo líderes globales en el proceso de descarbonización, aseguró el secretario general de la Organización Latinoamericana de Energía (Olade), Andrés Rebolledo.

Según datos de la institución, cerca del 70 % de la matriz energética regional proviene de fuentes renovables, lo que convierte al continente en el más avanzado del mundo en la transición hacia una economía baja en carbono.

Rebolledo explicó que, a pesar de ese avance, la energía limpia producida en Latinoamérica representa apenas el 5 % de la generación mundial. “Nuestra región va a seguir siendo líder, pero todavía hay un espacio muy importante de crecimiento”, afirmó durante la clausura de la décima edición de la Semana de la Energía, celebrada en Santiago de Chile.

Esa brecha abre oportunidades para nuevos proyectos de inversión, innovación tecnológica y cooperación entre países. En particular, el aprovechamiento de fuentes como la solar y la eólica apenas alcanza entre el 1 y 2 % de su potencial regional, a pesar de que el continente cuenta con algunos de los lugares con mayor radiación solar y mejores vientos del planeta.

El desierto de Atacama, en Chile, y el altiplano andino, donde se registran niveles de radiación solar de los más altos del mundo, junto con los vientos constantes de la Patagonia, en el sur de Chile y Argentina, se perfilan como escenarios clave para el desarrollo de proyectos de energía renovable a gran escala.

Rebolledo destacó que, incluso en el caso de la energía hidroeléctrica, hay capacidad para triplicar la producción actual si se combinan políticas sostenibles con inversión estratégica.

Minería verde y nuevas cadenas de valor

La transición energética en América Latina también está estrechamente vinculada con su papel como proveedor global de minerales críticos. Según la Olade, la región produce alrededor del 25 % de los minerales esenciales para la fabricación de tecnologías limpias, como el litio, el cobre y el níquel.

“Los procesos productivos de minería son absolutamente intensivos en energía”, señaló Rebolledo, recordando que en países como Chile o Perú el sector minero puede llegar a representar hasta el 30 % del consumo energético nacional.

De ahí la necesidad de avanzar hacia una “minería verde”, abastecida por fuentes renovables que reduzcan su huella ambiental y, al mismo tiempo, fortalezcan los encadenamientos productivos locales.

El ejecutivo subrayó que una minería sostenible no solo aportaría al cumplimiento de los compromisos climáticos, sino que también permitiría agregar valor a las materias primas antes de exportarlas, generando empleo y desarrollo tecnológico en la región.

Movilidad sostenible, otro frente de transformación

Rebolledo también destacó el papel de la movilidad eléctrica en la reducción de emisiones. El transporte es responsable de cerca del 35 % de las emisiones de carbono a nivel global, y su descarbonización resulta clave para cumplir con los objetivos de sostenibilidad.

Algunos países, como Chile, han logrado posicionarse entre los referentes mundiales del transporte público eléctrico. Sin embargo, el secretario de la Olade reconoció que aún falta avanzar en el transporte interurbano y en la adopción masiva de vehículos eléctricos.

“Nuestra región no tiene los estándares ni las velocidades asiáticas, pero está haciendo un ‘catch-up’ importante en la incorporación de esta tecnología”, apuntó.

Para Rebolledo, la movilidad sostenible representa una oportunidad no solo ambiental, sino también económica, ya que impulsa la demanda de baterías, redes de carga y sistemas inteligentes de gestión energética, sectores en los que América Latina podría jugar un papel relevante si refuerza su infraestructura y marcos regulatorios.

Hidrógeno verde e integración energética

Reelecto para un nuevo mandato de tres años al frente de la Olade, Rebolledo identificó entre los principales retos de la región el fortalecimiento de la integración energética y el desarrollo del hidrógeno verde como combustible del futuro.

“La integración energética, tanto en su versión de infraestructura eléctrica, gasífera, como regulatoria, permitirá que en los próximos años tengamos mayores grados de cooperación entre países”, dijo. Esa convergencia regional podría facilitar el intercambio de excedentes eléctricos, mejorar la seguridad energética y acelerar la transición hacia sistemas más limpios y eficientes.

En cuanto al hidrógeno verde, Rebolledo reconoció que, aunque hubo expectativas elevadas sobre su consolidación hacia 2025, los proyectos aún están en una fase inicial debido a los altos costos comparativos con los combustibles fósiles.

“Se esperaba hace algunos años que hacia 2025 hubiera más proyectos consolidados en términos de demanda de hidrógeno verde”, admitió.

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No obstante, aseguró que América Latina y el Caribe siguen siendo “atractivos” para la inversión en esta nueva industria. Con sus abundantes recursos renovables y una creciente experiencia técnica, la región podría consolidar durante la próxima década un papel estratégico en la producción global de hidrógeno verde, contribuyendo así a la descarbonización mundial.