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Motoristas de Comandos de Salvamento que arriesgan su vida para salvar la de otros

Johnny Edgar Ramos y Guillermo Fuentes tienen décadas de labor en Comandos de Salvamento.

Por Miguel Martínez | May 16, 2022- 06:00

Johnny Edgar Ramos y Guillermo Fuentes tienen décadas de labor en Comandos de Salvamento.

Jhonny Ramos ingresó a Comandos de Salvamento como voluntario cuando tenía 17 años y hoy con más de 50 años de edad no para de trabajar para ayudar a los demás. Jhonny y Guillermo Fuentes, de 44 años y en servicio desde los 13, ayudaron a evacuar a personas que quedaron en fuego cruzado en la época del conflicto.

“Dios, Valor, Lealtad” se lee en el muro frontal de las oficinas centrales de los voluntarios de Comandos de Salvamento en San Salvador. Ahí, niños, jóvenes y adultos se preparan a diario para responder a la petición de todo ciudadano que necesite ayuda.

“El llamado que se les hace siempre a los conductores a respetar los límites de velocidad parece que no se está atendiendo”, lamenta Guillermo.

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Él fue uno de los socorristas que durante la mañana del pasado 9 de abril llegó a la escena del accidente que ocasionó la muerte súbita del joven conductor de un microbús de la ruta 109 cuando circulaba en el kilómetro cinco y medio de la Troncal del Norte. El conductor atravesó el parabrisas al chocar contra una vivienda. La causa del accidente fue exceso de velocidad.

Como miembros de una entidad de socorro, su labor no para ni en tiempos en que su vida corre peligro, como fue la pandemia a causa del covid-19. Durante el tiempo crítico de la pandemia no contaban con los recursos necesarios para proteger su vida y la de las personas que atendían en los vehículos de emergencia. Esto ocasionó la baja sensible de Carlos De León quien conducía una de las ambulancias, y la de un doctor del municipio de Berlín que fue un gran colaborador de la institución, contó Ramos.

Johnny Edgar Ramos y Guillermo Fuentes tienen décadas de labor en Comandos de Salvamento.

De León fue sepultado con protocolo covid, un hecho que al recordarlo conmueve a Ramos.

“Nosotros no contábamos mucho con equipo de protección, como trajes nivel 3, mascarillas también eran escasas. Las ambulancias había que hermetizarlas”, rememora. Luego de esa primera etapa, explicó, todo el personal utilizó equipos de protección nivel 3 para atender accidentes de tránsito.

“Mucha gente confía en nosotros, los conductores, en los socorristas. Esa confianza no la debemos de defraudar y la gente sabe que nosotros somos unos profesionales de la atención prehospitalaria”, enfatizó el experimentado conductor.

Guillermo Fuentes dice que su tiempo de servicio le ha permitido observar que la edad de los voluntarios también es un factor de riesgo a considerar cuando se habla de los peligros que enfrentan a diario conductores y rescatistas.

“Hemos llegado a lugares donde a veces se nos ha restringido el acceso debido a que la mayoría de personas que desempeñan el trabajo como asistentes de emergencia son jóvenes”, dice Guillermo sobre los obstáculos que imponen estructuras de pandillas en las zonas a las que acuden a hacer su trabajo. En su caso, asegura, su edad madura es un factor que le ayuda a que ser respetado un poco más.

Sin embargo, Guillermo reconoce que eso no siempre ha garantizado que pueda atender a las víctimas. “Nos hemos ido con el dolor en el corazón de dejar a una persona que está a punto de dar a luz”, dice Guillermo al recordar un caso ocurrido hace dos meses.

“El deseo de pertenecer a esta institución es ayudar a las demás personas. Somos seres humanos y sentimos el dolor de las demás personas. Nuestro mayor deseo es servir de la mejor manera. Para eso nos preparamos con técnicas, estudiando para poder dar un atención satisfactoria a todas aquellas personas que lo necesitan”, dijo Guillermo.

Parte de la seguridad que deben considerar cuando van a comunidades de alto riesgo, asegura Johnny, es detener la marcha si son interceptados. “Si alguien nos hace una parada tenemos que detenernos y nuestro personal debe ir totalmente identificado con el emblema de la institución, su carné de la institución y la unidad totalmente identificada”, aseguró este conductor de los vehículos articulados.

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“Debemos manejar siempre a la defensiva para evitar que las ambulancias se accidenten porque para las instituciones es una gran pérdida”, añade Ramos sobre otro factor que a veces les juega en contra y dificulta atender mejor.

Este rescatista lamenta que pasen meses para reparar las unidades y funcionen. Para una institución histórica como Comandos de Salvamento, fundada en 1960, cada unidad averiada limita su labor.

Comandos cuenta con 51 unidades de asistencia para emergencias pero de estas 8 están averiadas.

Por su función, Comandos de Salvamento requiere fondos de mantenimiento del Gobierno; también recibe ayuda de organizaciones internacionales hermanas como Ayuda Popular Noruega. Esa organización facilita fondos para equipamiento y profesionalización de las capacidades de atención prehospitalaria del personal.

“Sería bastante difícil decir que nuestros vehículos en su mayoría están en óptimas condiciones, porque son vehículos que no descansan”, indicó Guillermo.

Estas dificultades y el volumen de emergencias que deben atender, no permite a Comandos contar con su flota de vehículos completa y en condiciones adecuadas para la seguridad de los conductores.

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