Atoles Susan, el sabor que lleva más de 40 años en la Puerta del Diablo
En Puerta del Diablo, uno de los destinos turísticos más visitados del país, hay sabores que forman parte del recorrido tanto como la vista o el clima fresco. Atoles Susan es uno de esos negocios familiares que, desde hace más de 40 años, acompaña a los visitantes
Por
Leidy Puente
Publicado el 15 de diciembre de 2025
Atoles Susan es una parada tradicional en la Puerta del Diablo, Panchimalco, y forma parte de la experiencia turística del lugar desde hace más de cuatro décadas. Este negocio familiar, liderado hoy por Roxana Reyes, ofrece atoles típicos como elote, piñuela, chuco y maíz tostado, además de arroz en leche, elotes y antojitos. La especialidad es el atol de elote, preparado con una receta heredada por generaciones. Con precios accesibles y atención cercana, atrae a familias, visitantes locales y extranjeros. Atoles Susan destaca por constancia, tradición gastronómica y arraigo cultural salvadoreño que vos podés disfrutar cualquier día del año ahí.
Quienes visitan la Puerta del Diablo, en Panchimalco, saben que la experiencia no se limita a disfrutar de las vistas y el clima fresco. El recorrido suele completarse con una parada obligatoria para comer algo típico, caliente y preparado al momento.
En este punto destaca Atoles Susan, un negocio familiar que ha logrado mantenerse vigente durante más de cuatro décadas, convirtiéndose en parte del paisaje cotidiano del lugar.
Roxana Reyes, quien actualmente está al frente del negocio, resume la historia con sencillez. “Venimos luchando desde ya bastante tiempo, echándole ganas y saliendo adelante. Aquí estamos, gracias a Dios, y esperamos seguir muchos años más”, comenta mientras atiende a los clientes que llegan de forma constante, tanto salvadoreños como extranjeros.

En su menú se pueden encontrar atol de piñuela, atol chuco, atol de maíz tostado y arroz en leche, además de elotes servidos con los acompañamientos clásicos.
También ofrecen antojitos como tortitas de elote o elotes locos, opciones que suelen llamar la atención de quienes buscan probar algo típico durante su visita.
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Aunque todos los productos tienen buena aceptación, hay uno que se ha convertido en el sello del negocio. “El atolito de elote es la especialidad, es lo que más busca la gente”, asegura Roxana.
Este sabor, preparado con una receta que se ha mantenido intacta con los años, es uno de los más solicitados por quienes pasan por el lugar, sin importar si es su primera visita o si regresan con frecuencia.

La historia de Atoles Susan no es reciente ni improvisada. Roxana explica que el negocio tiene raíces familiares profundas. Su mamá y su abuelita se dedicaron durante años a la preparación de atoles y elotes, y hoy esa tradición continúa viva. Incluso, la bisabuela de la familia sigue presente y, cuando llega al puesto, colabora en algunas de las preparaciones.
“Ahorita la tenemos aquí con nosotros”, comenta, destacando el valor de mantener el conocimiento culinario dentro de la familia.
Este relevo generacional ha sido clave para que el negocio se mantenga activo durante más de 40 años en un punto turístico que ha cambiado con el tiempo.
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A pesar del crecimiento del lugar y del aumento en la oferta gastronómica, Atoles Susan ha logrado conservar su esencia y su clientela, apoyándose en la constancia y en la calidad de sus productos.
Otro de los aspectos que valoran los visitantes son los precios accesibles. Los productos de Atoles Susan van desde $1.50 hasta $2.00, una característica que permite que personas de todas las edades puedan disfrutar de estos sabores tradicionales sin afectar su presupuesto.
Esto ha contribuido a que el negocio sea una parada frecuente para familias completas, grupos de amigos y turistas que buscan algo típico durante su recorrido.

La clientela es variada. Llegan personas de diferentes partes del país, así como extranjeros que visitan Puerta del Diablo y aprovechan para probar bebidas y antojitos tradicionales. Para muchos, el primer contacto con sabores como el atol chuco o el atol de piñuela ocurre precisamente en este punto, convirtiendo la experiencia en un recuerdo ligado al viaje.
Más allá de los productos, Atoles Susan representa una historia de trabajo constante y de arraigo al lugar. Permanecer durante más de cuatro décadas en un destino turístico no ha sido sencillo, pero la familia ha logrado mantenerse gracias al esfuerzo diario y a la fidelidad de quienes regresan una y otra vez.
Así, entre elotes bien preparados y atoles servidos calientes, Atoles Susan continúa siendo parte de la experiencia de Puerta del Diablo. Un negocio que demuestra que la tradición, cuando se cuida y se trabaja con constancia, puede mantenerse viva a lo largo del tiempo y seguir acompañando a generaciones de visitantes.

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CATEGORIA: Turismo | Sabores de El Salvador
