OMS alerta por aumento de malaria en África y riesgos para la niñez
La OMS advierte que la malaria repuntó en África subsahariana y que los menores de cinco años siguen siendo los más afectados, pese a avances globales.
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EFE
Publicado el 04 de diciembre de 2025
La malaria volvió a crecer en África subsahariana, donde ocurrieron el 95 % de las 610,000 muertes globales el último año, y un 75 % de ellas fueron niños menores de cinco años, según la OMS. Los contagios aumentaron 3,2 % y más de la mitad se concentraron en Nigeria, República Democrática del Congo, Uganda, Etiopía y Mozambique. La agencia atribuye el repunte a resistencias a medicamentos e insecticidas y a la expansión del mosquito Anopheles stephensi. Aunque más países lograron reducir casos, la falta de financiamiento y la menor efectividad de las mosquiteras amenazan los avances recientes.
La malaria continúa siendo una de las amenazas sanitarias más graves en África subsahariana, región que concentra la mayoría de contagios y fallecidos por esta enfermedad. En su informe más reciente, la Organización Mundial de la Salud (OMS) subrayó que las muertes globales alcanzaron las 610,000 durante el último año, y un 95 % de ellas ocurrieron en esta zona del continente. El impacto es particularmente severo entre los más pequeños: un 75 % de los fallecidos fueron niños menores de cinco años.
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Un retroceso en la lucha contra la enfermedad
El reporte indica que los contagios crecieron un 3,2 % respecto a 2023, hasta llegar a 282 millones de casos globales. Cinco países africanos concentraron más de la mitad de las infecciones: Nigeria, República Democrática del Congo, Uganda, Etiopía y Mozambique. Aunque la cifra total de muertes aumentó un 2,1 %, la tasa de mortalidad se mantuvo en 13,8 por cada 100,000 personas en riesgo, lo que sugiere que los sistemas de atención han logrado evitar un deterioro mayor.
La malaria no solo continúa siendo un desafío sanitario, sino que está creciendo en complejidad. La OMS resaltó que el número de personas que contrajeron la enfermedad llegó a 64 por cada 1,000 habitantes en riesgo, un valor tres veces mayor al objetivo fijado para 2025.
Las razones del repunte son múltiples. La OMS señaló las crecientes resistencias a medicamentos y a insecticidas, así como la expansión del mosquito Anopheles stephensi, un vector que se adapta fácilmente a entornos urbanos. También alertó sobre la supresión genética de proteínas en el parásito Plasmodium falciparum, lo que dificulta su detección oportuna.

Avances puntuales y brechas críticas
A pesar de estas cifras preocupantes, el informe también destacó señales positivas. El número de países con menos de mil casos de malaria subió a 37, lo que indica progresos sostenidos en regiones fuera del continente africano. Egipto, Georgia, Surinam y Timor Oriental fueron declarados libres de malaria, sumándose a la lista de 47 Estados que han logrado erradicarla.
Sin embargo, estos avances conviven con desafíos urgentes. Una de las herramientas más efectivas para reducir contagios las mosquiteras tratadas con insecticidas enfrenta hoy una amenaza significativa: la resistencia de los mosquitos a los piretroides, los compuestos sintéticos más utilizados en estas protecciones. La OMS recordó que el uso de mosquiteras fue responsable del 70 % de la reducción de casos entre 2000 y 2015, por lo que su pérdida de efectividad representa un riesgo considerable para los progresos alcanzados.
A esto se suma una fuerte limitación financiera. Según el informe, en 2024 la lucha contra la malaria no alcanzó ni la mitad del presupuesto requerido, “debido en gran medida a la reducción del apoyo de Estados Unidos”. La falta de recursos pone en jaque estrategias de prevención, investigación y distribución de tratamientos, especialmente en zonas rurales donde el acceso a servicios de salud es más limitado.
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Un reto que exige cooperación y soluciones sostenibles
Para la comunidad internacional, los hallazgos de la OMS reafirman la necesidad de sostener esfuerzos coordinados y de largo plazo. La combinación de factores biológicos, climáticos y económicos ha creado un escenario en el que la malaria avanza con más rapidez que las herramientas disponibles para controlarla.
La región africana, donde vive una parte significativa de la población joven del mundo, sigue siendo clave para cualquier estrategia global de salud pública. Aunque el informe muestra que la erradicación es posible como lo demuestran los países libres de la enfermedad también evidencia que los logros pueden estancarse si se reducen las inversiones o si las innovaciones llegan demasiado lento.
La OMS llamó a reforzar la vigilancia, impulsar nuevas tecnologías y garantizar financiamiento estable. Y, sobre todo, insistió en un mensaje esencial: la malaria sigue siendo prevenible y tratable, pero solo si el esfuerzo colectivo se mantiene firme y adaptado a las nuevas amenazas.
