5 razones por las que turistas visitan la tumba del “Brujo Cachimbón de Izalco”
La tumba de Macario Canizales, en el cementerio municipal de Izalco, es uno de los destinos más visitados. Muchos aseguran que este personaje, conocido como el "Brujo Cachimbón", ayuda a quienes lo buscan.
Por
Leidy Puente
Publicado el 31 de octubre de 2025
La tumba de Macario Canizales, conocido como el Brujo Cachimbón, en Izalco, Sonsonate, es uno de los lugares más visitados del occidente salvadoreño. Muchos creen que su espíritu sigue ayudando a curar enfermedades, atraer prosperidad o reconciliar amores. Su fama ha impulsado el necroturismo en la zona, con recorridos místicos y ceremonias guiadas. Más allá de la fe, visitar su tumba permite descubrir la herencia indígena del nahualismo y conectar con una tradición espiritual viva. Entre fe, curiosidad y misterio, Macario sigue siendo parte del alma cultural de Izalco.
La tumba de Macario Canizales, ubicada en el cementerio municipal de Izalco, se ha convertido en uno de los destinos más visitados del occidente del país. A este personaje, conocido como el Brujo Cachimbón, muchos le atribuyen una identidad espiritual que sigue actuando desde el más allá.
Por eso, salvadoreños y visitantes del extranjero viajan hasta este distrito de Sonsonate Este para pedir, agradecer o simplemente descubrir la historia detrás de un enigma que se mantiene vigente más de un siglo después de su muerte.
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A continuación, te contamos cinco razones que explican por qué su tumba jamás está sola, según explicó a elsalvador.com el Benjamín Bautista, guía turístico especializado en cultura, historia y necroturismo en Izalco.

1. Creen que cura enfermedades que la ciencia no pudo solucionar
El motivo más repetido entre los visitantes es la salud. Cuando ya no queda nada más que intentar, la fe toma protagonismo. Bautista detalla que desde finales del siglo XIX se buscaba a Macario para curar con plantas y conocimientos espirituales.
“Aquí viene la gente cuando la esperanza está en su punto más frágil”, aseguró.
Según él, hay testimonios de personas que afirman haber mejorado tras visitarlo o realizar alguna ceremonia guiada por médiums que trabajan “de la mano del espíritu de Macario”.
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2. Lo invocan para resolver temas de amor y prosperidad
En el altar siempre hay ofrendas: flores, tamales, pan, agua, velas, puros y botellas de licor. Estas últimas hacen alusión a su personalidad:
“Macario era alegre, fiestero. Si le traés lo que le gustaba, te ayuda”, comenta el guía.
Las peticiones suelen estar orientadas a:
- Reconciliaciones amorosas
- Protección contra envidias
- Mejora económica y laboral
Quienes regresan con promesas cumplidas dicen: “Macario no queda mal”.

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3. La experiencia única del necroturismo
Izalco se ha posicionado como un referente nacional del necroturismo. Los recorridos liderados por Bautista muestran una mezcla de tradiciones indígenas, historia local y relatos espirituales y místicos.
En este sentido, los tours pueden ser diurnos o nocturnos, y tienen dos opciones: recorrido histórico-místico $8 y con ceremonia o chamán $15.
Turistas de Estados Unidos, Guatemala, Honduras y Europa han buscado esta experiencia que no se vive en ninguna otra parte del país.

4. Mantiene viva una herencia indígena que aún se practica
Para Bautista, Macario encarna una identidad espiritual profundamente ligada al pueblo izalqueño. Su figura se vincula al nahualismo, entendido como la capacidad de proteger a la comunidad y mantener conexión con los elementos de la naturaleza.
“Macario es un ser de luz, ayudador del pobre y de quien cree con respeto”, enfatiza el guía.
Visitar su tumba no es solo un acto de fe, sino una oportunidad para entender una tradición indígena viva, que forma parte del patrimonio cultural del país.

5. Curiosidad del misterio
Incluso quienes no creen en lo paranormal llegan al sitio motivados por las historias que han escuchado. Bautista comparte que hay testimonios sobre:
- Cambios bruscos en la temperatura
- Aromas a licor o incienso sin explicación
- Vientos repentinos que apagan velas
- Sensaciones de parálisis o “miradas” invisible.
No a todos les pasa algo, pero nadie se va indiferente. Una turista extranjera: “aunque no creás, aquí sentís que no estás sola”.

De esta manera, Bautista asegura que la tumba no tiene publicidad ni promoción institucional; es la gente la que mantiene viva la tradición con cada visita, cada historia y cada ofrenda dejada con gratitud.
“Izalco ha cambiado, pero nuestra espiritualidad sigue. Y mientras alguien venga a pedir o agradecer, Macario estará presente”, concluye el izalqueño.
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