Ansiedad y depresión en chicas: señales que no podés ignorar

Hablar de salud mental ya no es un tabú entre las nuevas generaciones. Cada vez más jóvenes se atreven a ponerle nombre a lo que sienten, a identificar sus emociones y buscar ayuda. Sin embargo, entre todas las voces que hoy se animan a hablar, hay una más urgente: la de las chicas jóvenes. Son ellas quienes, según datos recientes, enfrentan con mayor frecuencia problemas como ansiedad, depresión o trastornos de conducta alimentaria.

Una nota de la agencia EFE recoge los resultados del más reciente informe de Plan Internacional sobre el estado de la adolescencia en España, que revela cifras preocupantes: un 86 % de las chicas afirma haber tenido o conocido a alguien con problemas de salud mental, y un 15 % declara haberlos vivido en carne propia, el doble que los chicos.

Una generación que ya no calla

El contexto global ha sido clave en este despertar. Las crisis recientes —pandemia, conflictos bélicos, desastres climáticos— han dejado huellas profundas, pero también han empujado a los jóvenes a integrar la salud mental como parte fundamental de su bienestar. Ya no es un tema prohibido. Al contrario, es parte de las conversaciones cotidianas entre quienes crecieron con redes sociales, hiperconectividad y nuevos modelos de relación con el mundo.

Este despertar también se ve reflejado en el ámbito educativo. Muchas escuelas y universidades han comenzado a implementar medidas preventivas y crear espacios de escucha. Un ejemplo es la campaña “YoSoyTuParaguas” impulsada por la Fundación Universitaria San Pablo CEU, que invita a hablar sobre salud mental sin miedo ni estigmas, con la participación de figuras públicas del deporte.

Lo que dicen las cifras (y lo que no deberíamos ignorar)

Aunque el entorno académico está más involucrado que antes, aún hay mucho por hacer. Según el Barómetro EducAcción, respaldado por la Universidad Autónoma de Madrid, el 70 % de la población adulta considera insuficientes las medidas de prevención frente al suicidio, la ansiedad o las adicciones.

En el nivel universitario, más del 50 % del alumnado ha sentido la necesidad de recibir apoyo psicológico en el último año. Incluso, uno de cada cinco estudiantes ha tenido pensamientos suicidas recientes. La Coordinadora de Representantes de Estudiantes de Universidades Públicas (CREUP) señala que esto evidencia la urgencia de una estrategia nacional de salud mental universitaria, con mayor financiamiento, más profesionales y planes sostenidos de prevención y evaluación.

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Los datos también muestran una brecha por género: mientras el 75 % de los chicos se sienten satisfechos con su salud mental, entre las chicas la cifra baja al 67 %.

¿Qué trastornos afectan más a las chicas?

Ansiedad, depresión, pensamientos suicidas y trastornos alimentarios son los más comunes. El informe indica que casi 4 de cada 10 chicas ha experimentado ataques de ansiedad o pánico, frente al 23 % de los chicos. En cuanto a la depresión, afecta al 26 % de ellas, frente al 17 % de ellos.

La prevalencia de pensamientos suicidas también es alarmante: 23 % en chicas, y los trastornos de conducta alimentaria se manifiestan en un 22 % de los casos femeninos analizados. Estos datos no son simples estadísticas, sino señales claras de una generación que necesita más escucha, contención y acompañamiento.

Educar desde temprano, acompañar siempre

Prevenir comienza mucho antes. La psicóloga Yolanda Romero, especialista en infancia y adolescencia, destaca que educar en salud mental desde la niñez es clave. Fomentar rutinas, enseñar a reconocer emociones, transmitir calma y permitir que los errores sean parte del aprendizaje ayuda a construir una base emocional sólida.

“Estabilidad emocional no significa perfección. Significa aprender a convivir con las emociones y pedir ayuda cuando se necesita”, afirma Romero en declaraciones recogidas por EFE.

Desde casa, la escuela o la comunidad, todos podemos ser parte de ese apoyo que muchas jóvenes necesitan. Escuchar sin juzgar, validar lo que sienten y romper con frases como “eso no es para tanto” o “solo quiere llamar la atención”, puede hacer una gran diferencia.