Comedor Yolan, 63 años de tradición en San Rafael Cedros
Desde 1962, este negocio familiar ha conquistado a los salvadoreños con comida casera hecha al fuego de leña y servida a la vista. Es una parada obligatoria rumbo al oriente del país.
Por
Leidy Puente
Publicado el 09 de octubre de 2025
A lo largo de la carretera Panamericana, antes del desvío a Ilobasco, se encuentra el Comedor Yolan, un icónico establecimiento que ha estado funcionando durante más de 60 años. A pesar de su apariencia sencilla, el lugar es conocido por su calidez y los sabores que han acompañado a generaciones de viajeros, con brasas chisporroteando bajo las ollas y ofreciendo un refugio en el bullicio de la ruta.
A la orilla de la carretera Panamericana, justo antes del desvío a Ilobasco, el olor a leña encendida anuncia que se acerca un lugar especial. Entre el bullicio de los camiones y el paso constante de los buses, el Comedor Yolan se mantiene firme desde hace más de seis décadas. Es una parada donde el tiempo se detiene para dar paso a los sabores que acompañan la historia de miles de viajeros rumbo al oriente del país.
A primera vista, parece un comedor sencillo, de esos que abundan en las carreteras salvadoreñas. Pero basta con dar un paso adentro para notar la diferencia, las brasas chispean bajo las ollas y en cada rincón se siente la calidez de un lugar que ha alimentado a generaciones.

El Comedor Yolan nació el 11 de diciembre de 1962, cuando Paz Yolanda y Elías Mendoza decidieron abrir un pequeño espacio donde servir desayunos y almuerzos a los conductores que cruzaban la zona. Sin grandes lujos, pero con sazón y cariño, fueron ganándose la confianza de los clientes hasta convertirse en un punto obligado del camino.
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Con los años, su hija Raquel Yolanda continuó la tradición, y desde 2010 la tercera generación, liderada por Karen Rivas, es quien mantiene viva la llama —literal y simbólicamente— del fogón familiar.
“Yo crecí entre ollas y humo. Mi mamá y mi abuela me enseñaron que cocinar con amor es el secreto. Las recetas del pollo y la carne guisada siguen siendo las mismas, nada se ha cambiado”, dice Karen, mientras supervisa las bandejas que hierven sobre la leña.

Comida casera con alma salvadoreña
Desde temprano, el equipo del comedor enciende el fuego que alimentará el día. En esa cocina se preparan más de 20 platillos diarios, todos hechos desde cero y servidos recién salidos del fogón. Aquí no hay recalentados, todo se cocina despacio, como se hacía antes.
Por las mañanas, el menú incluye chorizos de Cojutepeque, frijoles refritos, plátanos, huevos al gusto y café de olla. Los almuerzos llegan hasta las 3:00 de la tarde con una variedad que hace difícil elegir: chicharrones, gallina asada, pescados fritos y guisos tradicionales que mantienen el sello original de la familia Mendoza.

Los platos se acompañan con arroz, ensalada y tortillas tostadas al carbón. Comer en Yolan es una experiencia sencilla, pero completa un homenaje a la comida de casa servida, sin prisa y con el toque perfecto de nostalgia.
El comedor no solo alimenta, también guarda historias. Muchos de sus clientes son los mismos que, de niños, se detenían allí con sus padres rumbo a San Miguel o La Unión. Hoy regresan con sus hijos para revivir esa costumbre. Algunos incluso llegan con fotos antiguas del local o con anécdotas que Karen escucha con gratitud.
“Es bonito ver cómo la gente sigue regresando. Hay clientes que venían hace cuarenta años y todavía nos buscan. Dicen que el sabor no ha cambiado, y eso para mí es el mejor cumplido”, comenta sonriendo.

Entre los rostros que forman parte del alma del lugar está José Jeremías Beltrán, conocido como Chepito. Llegó siendo un adolescente, fue adoptado por los fundadores y aún sigue trabajando allí.
“He visto pasar miles de personas. Aquí la comida tiene el sabor de la vida misma: sencilla, sincera y hecha con amor”, afirma mientras acomoda los platos humeantes sobre el mostrador.
Una parada que huele a hogar
De esta manera, el Comedor Yolan sigue siendo un punto de encuentro entre lo cotidiano y lo entrañable. Su fogón de leña, las botellas de cebolla encurtida en vinagre de piña y las tortillas recién tostadas son símbolos de resistencia ante la comida rápida y los tiempos modernos.

“Mantener este lugar abierto es una manera de honrar a mi familia y a los clientes que nos han acompañado todos estos años. Aquí no solo servimos comida, servimos recuerdos”, dice Karen mientras despide a un grupo de motociclistas que promete volver.
Con 63 años de fundación, el Comedor Yolan continúa siendo una joya en la carretera Panamericana. Más que un restaurante, es un pedacito del corazón salvadoreño donde las recetas se heredan, el fuego nunca se apaga y cada plato lleva la historia de quienes han hecho del buen comer una tradición.

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