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Cinco libros para descubrir la esencia salvadoreña

Descubrí 4 libros esenciales que narran la historia y la identidad salvadoreña, entre memoria, crítica social y esperanza colectiva.

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Por Lissette Figueroa
Publicado el 16 de septiembre de 2025

 

TU RESUMEN

En El Salvador, la independencia no solo se celebra en las calles, también en las páginas de los libros. La literatura ha sido espejo de nuestra historia, desde los clásicos que retratan la vida rural y la lucha social, hasta las voces contemporáneas que exploran nuevas miradas y experiencias. Leer a nuestros escritores es descubrir la memoria, la identidad y la esperanza que nos definen como país.

En el marco de las celebraciones por la independencia, no solo los desfiles, las banderas y la música resuenan en las calles: también la literatura se convierte en una manera de reconocer quiénes somos como nación. Entre páginas y personajes, los libros han sido espejos de la sociedad salvadoreña y, según el escritor y maestro Ricardo Hernández Pereira, constituyen una ruta privilegiada para entender la historia del país.

Hernández, autor de Soft Machine (2021) y de un nuevo volumen de cuentos publicado en 2024 por la Editorial Universitaria de la UES, asegura que “cada libro es un producto cultural” y que la literatura nacional refleja las búsquedas, dolores y esperanzas de los salvadoreños a lo largo de las décadas.

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La escritora y máster internacional en escritura y creatividad literatura, Jacqueline Lira, afirma que en la actualidad, en la literatura salvadoreña contemporánea se perciben búsquedas muy diversas que nacen tanto de experiencias colectivas como de vivencias personales recientes.

Estas narrativas, según Lira, dialogan con los mandatos sociales, con la cotidianidad y, de manera especial, con las escrituras de mujeres. Aun en medio de estos contextos, las historias no dejan de abrir espacio para el respiro y la esperanza.

Con la mirada de estos dos escritores, compartimos tres obras que, según su experiencia, invitan a sumergirse en las raíces históricas, sociales y culturales de El Salvador.

1. Siempre vivas de Elena Salamanca

Este libro, publicado en 2023, recoge 14 historias de mujeres que marcaron hitos para el país, en ámbitos como la educación, el arte, la cultura, la política, la ciencia y los derechos de las mujeres. Relatos cortos donde la investigación rigurosa se transforma en narración bella y esperanzadora, dejan claro que la memoria de las mujeres también es memoria de la nación.

Entre sus páginas aparecen nombres ampliamente reconocidos, como Prudencia Ayala, primera mujer aspirante a la presidencia; Dominga Herrera, pionera de las miniaturas de barro en Ilobasco; o Isabel Rodríguez, una de las primeras médicas graduadas en la UES. También destacan figuras decisivas para la cultura nacional, como la poeta Ana Dolores Arias, la artista Julia Díaz, la pintora Rosa Mena y la inolvidable Claudia Lars.

2. Hombres contra la muerte, de Miguel Ángel Espino

Publicada por primera vez en 1942, esta novela es un retrato de la lucha por la tierra en Centroamérica. Espino presenta a campesinos enfrentados al poder de los terratenientes, en un relato que combina denuncia social con un tono profundamente humano. Para Hernández, este libro es esencial porque “nos habla no solo del país, sino de toda Latinoamérica. Es la novela del criollo, del hombre que pelea contra la injusticia y los intereses de los poderosos”.

3. Jaraguá, de Napoleón Rodríguez Ruiz

Escrita en la década de 1940 y publicada en 1950, Jaraguá es considerada una de las novelas fundamentales del realismo salvadoreño. Rodríguez Ruiz retrata la vida en el campo y la vida ganadera.

La obra narra la historia de Nicasio, un hombre apodado Jaraguá —como la planta que crece en cualquier terreno—, símbolo de resistencia y nobleza. Con diálogos fieles al habla popular, Rodríguez Ruiz ofrece un retrato sin adornos de la vida rural, convirtiendo esta novela en una pieza clave de nuestra tradición literaria.

Poeta Roque Dalton
Roque escribió para varios medios y noticieros de televisión en los años 50. Foto: archivo EDH

4. Pobrecito poeta que era yo, de Roque Dalton

Irreverente, divertida y profundamente política, esta novela-collage publicada en 1975 es una muestra de la llamada generación comprometida. Dalton utiliza humor, parodia y experimentación literaria para narrar la vida de un grupo de jóvenes que descubren la amistad, la bohemia y la conciencia revolucionaria.

Hernández señala que “es una obra irreverente llena de humor, pero también de sueños colectivos. Nos habla de cómo una generación entera fue marcada por la lucha social y artística”. Leer a Dalton es recordar que la literatura también puede ser un arma para transformar la realidad.

5. El perro en la niebla, de Roger Lindo

Publicada en 2007 en España, esta novela ofrece una mirada desideologizada sobre el conflicto armado. Lindo relata la historia de un joven que se involucra en actividades revolucionarias y enfrenta tanto esperanzas como pérdidas.

Lo que distingue a esta obra, según Hernández, es que “no busca glorificar ni condenar, sino mostrar la experiencia humana en medio de la guerra”. Es un testimonio literario de una época dolorosa, contado con sobriedad y honestidad.

Más allá de títulos: la identidad literaria salvadoreña

La literatura nacional es diversa y está marcada por distintas etapas.

En los inicios del siglo XX, autores como Arturo Ambrogi y Francisco Gavidia cultivaron un modernismo influenciado por Rubén Darío, mientras otros como Napoleón Rodríguez Ruiz o Miguel Ángel Espino reflejaron la vida rural con un realismo costumbrista.

Durante los años sesenta y setenta, la llamada generación comprometida, con figuras como Roque Dalton y Mario Bencastro, volcó la literatura hacia la crítica social y la conciencia. Posteriormente, surgieron narrativas de posguerra que abordaron el conflicto armado desde perspectivas más íntimas, desideologizadas o incluso vinculadas a la migración.

En la actualidad, explica Hernández, “vemos una literatura más desenfadada, con búsquedas estéticas individuales, donde caben temas sexuales, de costumbre o de memoria. La violencia sigue presente, pero también surgen nuevas miradas, desde la fantasía hasta la migración”.

Así como el 15 de septiembre se celebra con desfiles, música y orgullo patrio, la independencia también puede celebrarse leyendo. Cada una de estas obras no solo relata episodios históricos, sino que invita a la reflexión y a comprender la identidad salvadoreña en toda su complejidad.

Para Hernández, la literatura no busca moralizar, sino “cuestionarnos más. En la medida en que un lector reflexiona, puede tomar conciencia y comprender mejor la sociedad en la que vive”.

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