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Falleció Chilango, el comediante que hizo reír a El Salvador entero

Óscar Saúl Avelar, creador del personaje “Chilango”, falleció el 12 de agosto. Su legado marcó la comedia salvadoreña desde los años 60.

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Por Marcella Palacios
Publicado el 14 de agosto de 2025

 

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El comediante salvadoreño Óscar Saúl Avelar, conocido como “Chilango”, falleció el martes 12 de agosto, informó su nuera Jenny Galdámez. Su velorio fue en la Funeraria de la Fuerza Armada y el sepelio será el miércoles 14 en Jardines del Recuerdo. Inició en los años 60 con su personaje Rogaciano Chilango, un campesino simpático que popularizó frases como “¡Vos sos, vos sos!” y “¡Ajúa!”. Debutó en Honduras, adoptando el nombre inspirado en Chilanga, Morazán. Trabajó en radio YSAX y dirigió emisoras de la Corporación Gigante. Soltero, con humor se describía como “profesor frustrado” y padre de dos hijos reconocidos.

El comediante salvadoreño Óscar Saúl Avelar, más conocido como “Chilango”, falleció el martes 12 de agosto, según informó su nuera Jenny Galdámez en su perfil de Facebook. Sus restos fueron velados en la Funeraria de la Fuerza Armada y su sepelio tendrá lugar el miércoles 14 de agosto en Jardines del Recuerdo.

Chilango: el campesino que se volvió ícono en la radio y la televisión

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Chilango, personaje creado por Óscar Saúl Avelar, llevó su humor desde la radio hasta la televisión salvadoreña. / Foto archivo

Con una carrera que inició en los años 60, Avelar dejó huella en la cultura popular salvadoreña gracias a su personaje Rogaciano Chilango, un campesino simpático, ingenuo y picaresco que conquistó al público con frases como “¡Vos sos, vos sos!”, “Nuay tales” y “¡Ajúa!”.

Su carisma lo llevó a ser una de las voces más queridas en los hogares del país, tanto en radio como en televisión.

El personaje nació tras su paso por Honduras, donde debutó en la radio HROE. Allí creó a Ignacio Tepuja, pero al descubrir que ya existía un cómico con ese nombre, decidió rebautizarse como Chilango, inspirado en el cantón Chilanga, en Morazán, y en el nombre de su abuelo, Rogaciano.

De regreso en El Salvador, trabajó en la radio YSAX —frente al Teatro Nacional— donde incluso participaba en las misas matutinas con menciones comerciales, lo que le ganó el apodo de “Chilango, el indio de la nueva ola”.

Durante décadas, su voz estuvo presente en distintas emisoras, y su carisma lo llevó a convertirse en director de cuatro radios departamentales de la Corporación Gigante.

Más que comedia: educación, inclusión y legado

En palabras del propio Chilango, fue un “profesor frustrado”, pero nunca se arrepintió de haberse dedicado al arte. Su carrera también incluyó la dirección de emisoras dentro de la Corporación Gigante, demostrando que su talento iba más allá del micrófono.

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En lo personal, se definía con humor como “soltero como un cura” y con “dos hijos reconocidos, pero topado en la Procuraduría como 20 veces”. Su estilo espontáneo, cargado de picardía y autenticidad, lo hizo inolvidable.

Un adiós con gratitud

La muerte de Chilango representa el cierre de un capítulo importante en la historia del humor salvadoreño. Su legado permanece en la memoria de quienes lo escucharon en la radio, lo vieron en televisión o se rieron con sus ocurrencias en vivo.

Rogaciano Chilango no fue solo un personaje: fue un reflejo del país profundo, de la gente sencilla, del ingenio popular que se ríe de sí mismo sin perder el respeto.

El Salvador despide a uno de sus grandes y más auténticos artistas, con cariño y gratitud.

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