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Temas trabajadoras domesticas

Elena, empleada doméstica de 59 años: "No todos los patronos son malos"

Con 30 años en el oficio, es de las pocas que ha logrado algunos derechos laborales. Este es un trozo de su historia.

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Por Tania Urías
Publicado el 10 de agosto de 2025


Aunque la mayoría de historias de trabajadoras domésticas de este especial están ligadas a largas jornadas laborales y la ausencia de derechos, la historia de esta mujer, a la que llamaremos "Elena" por razones de confidencialidad, es un tanto distinta.

Originaria del occidente del país, es la única de entre 230 afiliadas al Sindicato de Trabajadoras Domésticas Remuneradas de El Salvador- al menos en los últimos diez años de registro del sindicato- que ha recibido una indemnización por despido, le pagaban vacaciones y seguro social, pero sobre todo, la trataban con respeto en su lugar de trabajo, relata. 

Elena estuvo 15 años trabajando con los "Gómez" (también se sustituye el apellido por confidencialidad), cuidó cuatro niños y apoyó a la pareja con las labores de la casa. Fue uno de los cuatro empleos en casa que ha tenido en su vida.

"Esa fue la única familia que me respetó. El patrón y la patrona me querían, los niños también. Eran muy obedientes conmigo. Igual yo me porté bien con ellos", recuerda. 

"A los niños los agarré chiquitos y cuando me fui dejé a tres de ellos en la universidad; la verdad, yo los quería bastante", cuenta.

"Dos mil dólares me dieron por los quince años que estuve con ellos; a mis patronos les dolió quitarme y a mí también irme, pero era la pandemia y ya los niños ya estaban grandes", relata. 

La casa de los "Gómez" fue el último lugar donde se sintió a gusto y hasta feliz, asegura.

"Me pagaban el seguro social. Como al año de estar con ellos me aseguraron. Me dijeron, mire, le vamos a asegurar, pero no le vamos a aumentar el salario. Me daban once dólares el día y pagaban 37 al seguro", cuenta. 

Luego de permanecer quince años con ellos y ser cesada post pandemia, "Elena" ha continuado un largo peregrinar, ahora "casa afuera" ya sea lavando y planchando ajeno o cuidando niños o ancianos, pero no ha encontrado otro lugar donde tenga beneficios legales por sus labores.

 "Ahorita estoy cuidando a un adulto mayor y tres perros también. Ese es el trabajo que hago, bañarlos y alimentarlos a todos", dice.

Por esta tarea gana $15 al día, tres veces por semana, y si hay asuetos no recibe pago extra, tampoco vacaciones o alguna compensación y aunque lamenta no tenerlas, al menos agradece contar con oportunidades a las puertas de sus sesenta años. "Lo importante es la oportunidad", dice resignada. 

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