Las trabajadoras domésticas: el pilar invisible de miles de hogares en El Salvador
En el país 140,254 personas se dedican al trabajo doméstico remunerado. De acuerdo a la Encuesta de Hogares de Propósitos Múltiples 2023 este sector representa el 4.8 % del total de las personas ocupadas.
A diario, más de 140,000 personas, en su mayoría mujeres, realizan labores de limpieza, cocina y cuidado de niños, personas con alguna condición médica o adultos mayores en hogares ajenos.
Lo hacen sin horarios definidos, con bajos salarios, sin prestaciones ni derechos laborales garantizados. Pese a su papel fundamental en la economía social, el trabajo doméstico remunerado sigue siendo uno de los sectores más precarizados y olvidados del país, señalan sindicatos y organizaciones sociales.
La Organización de Mujeres Salvadoreñas por la Paz (ORMUSA), que trabaja por la dignificación de este sector, brindando asesoría legal y apoyo psicológico a través del Programa de Justicia laboral y Económica, resalta que este sector enfrentan serias limitaciones, principalmente por las mismas condiciones laborales en las que se desempeñan.
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Jornadas largas, falta de permisos, escaso acceso a servicios y nula cobertura institucional marcan sus ambientes de trabajo.

El acceso a prestaciones básicas, a las que tiene derecho toda persona que ejerce un empleo, permanece como una de las grandes deudas del Estado salvadoreño, apunta Ericka Regalado, secretaria de Organización del Sindicato de Mujeres Trabajadores del Hogar Remuneradas (Simuthres).
"En El Salvador las mujeres que limpian, cocinan, cuidan y sostienen hogares ajenos lo hacen sin prestaciones, contratos, ni garantías", expresa la sindicalista quien también es trabajadora doméstica, desde los 14 años de edad.
Ella logró sacar su bachillerato y trabajó un tiempo como secretaria de una institución del sistema financiero, pero al nacer su segunda hija tuvo que dejar su empleo pues no tenía quien se los cuidara; buscando cómo nuevamente generar ingresos para el hogar regresó a trabajar "en casa ajena", cerca de su hogar, lo que le permitía ir a ver a sus hijos durante el día.
En una entrevista con el Diario de Hoy, señala que las condiciones de trabajo son "precarias" y exige al Estado voluntad política para legislar y proteger sus derechos.
"No hay prestaciones, no hay contratos escritos, no hay acceso a seguro ni jubilación. Es como si no existiéramos", lamenta.
De acuerdo a datos de la Unidad de Inteligencia del Mercado Laboral (UIMEL) del Ministerio de Trabajo y Previsión Social, que toma como base datos de la Encuesta de Hogares de Propósitos Múltiples 2023 (EHPM), en El Salvador 140,254 personas se dedican al trabajo doméstico remunerado.
La EHPM 2023 señala además que, para ese año, esta es la fuente de empleo para el 4.8% del total de ocupados en el país.
Regalado explica que muchas mujeres llegan a esta labor por necesidad, falta de estudios o porque es una tradición familiar. "Hay historias de mujeres que empezaron siendo niñas, a quienes sus empleadores les prometieron estudio, pero terminan explotadas", señala.
Denuncia que la trabajadora doméstica también sufre abuso laboral y violencia psicológica o sexual, y muchas veces en silencio, por temor a perder su única fuente de ingresos.
22.4%
De los trabajadores domésticos remunerados vive en hogares en condición de pobreza, según EHPM
Miedo, impunidad y silencios
ORMUSA registra entre 30 y 40 casos al año de trabajadoras que buscan asesoría legal o psicológica.
"La mayoría no llega a denunciar formalmente. Temen represalias, y cuando llegan a las instituciones les piden testigos, cuando ellas trabajan solas; en muchos casos llegan a nosotros cuando ya han sido despedidas", explica Carmen Urquilla, coordinadora del programa de Justicia económica y laboral de Ormusa.
El maltrato, el impago de salarios y el exceso de carga laboral son las principales causas de denuncia, y razón por las que las trabajadoras también dejan su empleo y buscan irse a trabajar con otra familia, añade la experta.
Desde Simuthres también se da acompañamiento, se capacita a las trabajadoras en derechos, uso de tecnología y manejo de productos de limpieza. Sin embargo, señalan que las limitaciones presupuestarias y la falta de apoyo estatal dificultan su labor.
El perfil de las trabajadoras
Ormusa señala que, contrario a la imagen de mujeres mayores que tradicionalmente se asocia al trabajo doméstico, muchas trabajadoras son jóvenes provenientes de zonas periféricas o rurales, con escasa escolaridad y sin acceso a servicios básicos.

La mayoría son madres y cuidadoras de sus propias familias, a las que deben dejar solas para atender las necesidades de otros hogares. En tanto, su situación económica les obliga a aceptar empleos con salarios bajos.
La EHPM 2023 señala que el 22.4% de los trabajadores domésticos remunerados vive en hogares en condición de pobreza: el 3.8% se encuentra en situación de pobreza extrema, y el 18.6% se ubica en pobreza relativa.
Entre las principales exigencias del sector están el establecimiento de un salario mínimo justo, acorde al costo de vida, acceso a seguridad social y créditos. Además de la formalización del empleo con contratos escritos y jornadas reguladas.
"Que se reconozca el valor del trabajo doméstico. Sin nosotras, muchas mujeres no podrían salir a trabajar. Sostenemos la economía desde las sombras", afirma Simuthres.
La sindicalista señala que a pesar de las promesas, ningún gobierno ha dado pasos firmes para garantizar los derechos de este sector.
Considera que la falta de voluntad política responde al desinterés en trabajos que no generan capital directo. "Pero generamos fuerza de trabajo, sostenemos hogares, cuidamos vidas. Nuestro trabajo importa", concluye.
"Más allá de limpiar, ellas cumplen un rol clave en la sostenibilidad de la vida diaria de miles de hogares. Preparan alimentos, ayudan con tareas escolares, administran medicamentos, bañan a personas con discapacidad, cuidan a niños enfermos y atienden situaciones de emergencia. Muchas incluso trabajan durante las vacaciones de sus empleadores", apunta por su parte Urquilla.
Tanto las organizaciones como sindicatos consideran que el sueldo justo para la trabajadora doméstica es el salario mínimo ($408.80), pero actualmente aseguran que su salario no supera los $200.
Ingreso familiar promedio versus salario mínimo
La EHPM 2023 menciona que en el país el ingreso promedio familiar por mes es de $ $700.94, ante esta realidad, dice Ormusa quienes generalmente podrían contratarlas son personas con empleo formal y salario fijo, especialmente trabajadores del sector público y de empresas grandes que ofrecen prestaciones laborales
Además de familias de ingresos medios o altos que pueden cubrir un salario mensual aproximado de $408.80 que es lo que, consideran, debería fijarse como tarifa mínima, equiparada al sector de comercio y servicios, apuntan.
"Tenemos dos hijos, Martita (trabajadora doméstica) llega por las tardes, cuando regresan del colegio para estar al cuidado de ellos. Solo llega mediodía, aunque quisiéramos como familia no podríamos pagar el salario mínimo, con nuestros ingresos como familia no es posible, tendríamos que buscar otras opciones", comenta Armando Díaz, residente en San Salvador.
$170
Entre $100 y $170 es el salario promedio de una trabajadora doméstica, dice Simutrhes.
Las organizaciones mencionan alternativas para empleadores, que como Armando, no puedan pagar el salario mínimo: contratación por horas o jornadas parciales, fomentar que las tareas domésticas y de cuidado sean distribuidas entre los miembros del hogar, y acceso a servicios públicos de cuidado, entre otros.
"El Estado debe desarrollar una política de corresponsabilidad de los cuidados, como los Centros de Atención a Primera Infancia (CAPIs), que está contemplado en Ley Crecer Juntos, pero que no responde a la realidad, o centros para personas adultas mayores", agrega Urquilla.
"En nuestros estudios tenemos que quienes contratan son personas con capacidad de pago", responde por su parte Regalado al defender la demanda del salario mínimo.
Según estimaciones de ORMUSA, el trabajo doméstico, remunerado y no remunerado, representa entre el 18% y el 21% del Producto Interno Bruto. Sin embargo, este aporte económico, apunta, no se reconoce oficialmente porque el país no ha incorporado una cuenta satélite de trabajo doméstico en su sistema de cuentas nacionales.
"Si queremos una sociedad más justa, tenemos que dignificar a quienes hacen posible la vida diaria de miles de hogares. El trabajo doméstico no puede seguir siendo sinónimo de explotación", concluye ORMUSA.
"Trabajamos hasta que morimos. Hay compañeras adultas mayores que siguen trabajando, no tenemos derecho a una pensión, a ninguna prestación, no hay garantías para nosotras".
Ericka Regalado
Trabajadora doméstica y secretaria de organización de SIMUTHRES
“Nos contratan para cuidar a la mamá o a alguna persona que está enferma. A ellos les conviene más que pagar una enfermera porque ellas ganan más, y estando en la casa nos dicen que hay que limpiar, hacer la comida y demás”
mARGARITA vENTURA
tRABAJADORA doméstica Y SINDICALISTA
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