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Producción de granos básicos ha caído a la mitad en últimos cuatro años
La producción de granos básicos ha caído en últimos cuatro años, pasando de 2.9 millones de quintales en 2021 a 1.5 millones de quintales en 2024.
"Si no se hace nada, nos vamos a quedar sin agricultores antes de 2030", vaticina Luis Treminio, presidente de la Cámara salvadoreña de pequeños y medianos productores del sector agropecuario (Campo).
El representante gremial señala que el rubro, que representa aproximadamente el 4.38% del Producto Interno Bruto (PIB), según el Banco Central de Reserva (BCR), está en completo abandono.
Uno de los aspectos más graves es la constante caída en la producción de cereales, pues en los últimos cinco años la producción de frijol, arroz, maíz y sorgo ha ido en picada.
"En el 2021, que es el último año normal que se da, la producción llegó a tener 28 millones de hectáreas en grano básico, con lo que se lograba abastecer el mercado local; se necesitan 25 millones de hectáreas y queda un excedente para poder exportar" dice.
Sin embargo, a partir del 2022, la producción de cereales se ha ido a pique, pasando de 19 millones de hectáreas ese año, dando 17 millones de quintales en 2023 y 15 millones en 2024, de acuerdo a los datos recopilados por Campo. "Ahorita tenemos un déficit de 10 millones de hectáreas", advierte el agricultor.
Y la crisis también toca a la cosecha de frutas y verduras, ya que el cultivo de éstas es mínimo, lo que ha hecho que haya aumentado la dependencia de mercados extranjeros.
"En el caso de las hortalizas y verduras, nosotros antes necesitábamos el 90% de importación, hoy necesitamos el 93%, o sea que por cada 100 tomates que necesita un salvadoreño, solo tenemos la capacidad de producir siete y otros 93 vienen de importaciones", dice Treminio.
Guatemala es el principal proveedor de frutas y hortalizas de El Salvador, con el 76% de lo que entra, le siguen Honduras y Nicaragua.
Mateo Rendón, coordinador de la Mesa Agropecuaria, Rural e Indígena, coincide con los datos, al afirmar que la enorme dependencia de las importaciones impide que se incentive la producción nacional.
"Lastimosamente perdimos la seguridad y la soberanía alimentaria. Consumimos la leche de Nicaragua, las verduras de Guatemala y los camarones de Honduras", lamenta Rendón.
De hecho, según cifras del BCR, El Salvador reportó $165.26 millones en importación de cereales (maíz, arroz y frijol) en los primeros nueve meses de 2024.
Solo de frijol se importaron 20.6 millones de kilogramos para un total de $26.5 millones y más del 70% de estos venían de Nicaragua.
Falta de políticas públicas hunde al sector
De acuerdo a los consultados, otros factores como el cambio climático – sequías e indundaciones- además del periodo pospandemia e incluso el conflicto entre Rusia y Ucrania, han provocado un alza en el precio de los fertilizantes e insumos agrícolas de entre 70 y 120%, los cuales también golpearon al rubro.
Además, Treminio señala que después del 2020 hubo incrementos en el alquiler de la tierra, lo que afectó en gran medida a los productores de granos básicos y hortalizas.
El dirigente también apunta que a partir de 2022 se comienzan a dar leyes que no favorecen al sector agropecuario, como por ejemplo la Ley de las Once Medidas Económicas, iniciativas impulsadas por el gobierno ese año para "mitigar el impacto de la inflación mundial" y que suprimía los aranceles a los productos importados.
"Ellos dijeron: les vamos a quitar el impuesto a los fertilizantes, pero estos ya no tenían aranceles. Luego, que le iban a quitar tributos a los productos centroamericanos, pero tampoco tenían y, en cambio, mantuvieron impuestos que sí nos golpean directamente", se queja el líder de Campo.
Otra ley que les afectó, según los dirigentes gremiales, fue la reforma de la Ley de Zonas Francas, la cual hoy permite que cualquier empresa transnacional pueda venir a instalarse al país y producir alimentos y están exentas de aranceles, por lo que les ha impactado a nivel de competencia y precios.
El relevo generacional es otro de los aspectos que, de acuerdo a los consultados, está afectado la caída de la producción nacional. "Nos hemos quedado con un recurso humano envejecido y la generación que está abajo no le interesa nada", advierte Rendón.
Treminio también considera grave que no se está haciendo nada para promover la agricultura, como otra actividad productiva. "Si no se hace nada, en cinco años nos quedamos sin agricultores, porque el promedio de edad de ellos en El Salvador es de 65 años (el promedio nacional). Una persona de esa edad o un poco más, difícilmente se va a poder dedicar a esta actividad. Entonces urge buscar cómo incentivar la agricultura y cuál es la forma, hacerla rentable", destaca Treminio.
Para ambos dirigentes gremiales, otro de los obstáculos más grandes que enfrenta el rubro es la ausencia de políticas públicas que faciliten que los programas e insumos lleguen a los interesados y, además, se proteja cosechas y se incentive la producción nacional.
"En este gobierno fue la cartera del Estado más inestable que hemos tenido, porque pasaron por ahí cuatro ministros. Al final terminamos el periodo anterior sin Ministro de Agricultura. Desde el 10 de abril del año pasado estamos sin ministro", se queja el representante de Campo.
Para Treminio, una de las acciones urgentes es nombrar un ministro que sea concertador y que llame a todos los productores u organizaciones de productores a una mesa de diálogo para buscar cómo resolver el problema del sector agropecuario.
"El problema es que los funcionarios que hemos tenido miran a las organizaciones y a los productores como sus enemigos, no los miran como aliados estratégicos y ahí es el problema principal. El gobierno nos debería de considerar como aliados estratégicos, porque somos los que al final de cuentas garantizamos la alimentación del pueblo", subraya el dirigente.
Y Rendón coincide con él: "Si hubiera un plan nacional de desarrollo agropecuario y con énfasis en esto del corredor seco el rubro se fortalecería, pero nunca se ha hecho nada por ver de qué manera se contrarresta en este sector los efectos de las sequías o de las inundaciones".
Otro requerimiento urgente para el rubro es la creación de un seguro agropecuario que proteja a los productores por pérdidas de cultivos y producción, ya sea por efectos naturales u otras causas.
"Nosotros hemos luchado por años para que haya un seguro, lastimosamente, nunca lo hemos logrado. Entonces, lo que pasa es que el agricultor tiene sus pequeños créditos con el banco, con cualquier usurero, y si se le pierde la cosecha, se le pierde el cultivo y entonces le toca asumir los costos y eso lo hunde en más crisis", concluye el dirigente de la Mesa Agropecuaria.