Crisis alimentaria se agrava y golpea a los más vulnerables en El Salvador
La crisis alimentaria en El Salvador se ha vuelto cada vez más severa, afectando principalmente a los sectores más empobrecidos del país, señalan expertos.
El Salvador está en la lista de países con estrés alimentario de la Organización de Naciones Unidas (ONU), por lo que desde organizaciones comunitarias y sociales se advierte sobre la necesidad urgente de que se replantee el modelo de desarrollo y se fortalezca la producción nacional de alimentos.
El lunes, durante la entrevista de radio YSUCA, Adalberto Blanco y Rubén Quintanilla, de la Mesa por la Soberanía Alimentaria y la Mesa Permanente para la Gestión de Riesgo, señalaron que la situación actual combina factores estructurales, sociales y climáticos que están dejando a miles de familias con acceso limitado o nulo a una alimentación adecuada.
A juicio de los entrevistados, a pesar del discurso oficial que apunta a una supuesta estabilidad económica, la realidad en los hogares salvadoreños pinta un panorama muy distinto.
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“Los precios de los alimentos siguen siendo altos, muy por encima de los niveles previos a la pandemia”, afirma Blanco.
Explica que aunque la inflación general ha disminuido, el índice de precios al consumidor en productos alimenticios continúa en ascenso, agravando el impacto en la economía de los hogares de bajos ingresos.
Poblaciones más vulnerables
Las comunidades rurales, especialmente campesinas, son las más afectadas.
Muchas familias sobreviven con una o dos comidas al día, sacrificando el consumo de proteínas y otros nutrientes esenciales, según han revelado diferentes estudios.
Esta situación provoca un aumento de la malnutrición, especialmente en niños, niñas y personas mayores, resaltan los entrevistados.
Según la encuesta de la Fundación Dr. Guillermo Manuel Ungo (Fundaungo), de marzo de 2023, más del 70% de los salvadoreños dejó de comprar algunos alimentos por el aumento de precios; el 58.3% redujo la cantidad servida en cada comida; el 69.9% dejó de comprar al menos una vez carne, pollo o pescado; el 53.7% dejó de comprar frutas o verduras; el 37.8%, granos básicos; y el 18.2% de los hogares se quedaron sin poder realizar un tiempo de comida al menos una vez.
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Los datos fueron similares en la encuesta "La población salvadoreña evalúa la situación del país al cierre del 2024”, del Instituto Universitario de Opinión Pública (Iudop), de la Universidad Centroamericana Dr. José Simeón Cañas (UCA).
El instrumento reveló que el 66.5 % de salvadoreños ha dejado de comprar carnes y embutidos; el 37.8 % ha renunciado a la compra de productos lácteos y huevos; mientras que el 18.8 % ya no consume granos como frijoles, cereales como el maíz, arroz y otras harinas; mientras que el 11.3 % ha dejado de comprar frutas y verduras.
La Mesa Nacional por la Soberanía Alimentaria, añade que la juventud rural, por su parte, está abandonando el campo ante la falta de oportunidades.
“Cada vez hay menos jóvenes trabajando en la agricultura”, advierte Quintanilla.
La combinación de bajos ingresos, empleo precario, inseguridad territorial y escasa inversión pública ha convertido al campo en una zona de expulsión, alimentando el ciclo migratorio, opinan los expertos.
Causas estructurales
Asimismo señalan que el modelo económico vigente es una de las principales causas de la crisis alimentaria en el país, en el que se prioriza la exportación y la importación de alimentos en lugar de fomentar la producción nacional.
“Importamos más de lo que producimos y subsidiamos la comercialización, no la producción ni al consumidor final”, denuncia Blanco.

La transición del paquete agrícola del Estado a un bono agropecuario ha reducido en un 40% el apoyo a pequeños productores, afectando gravemente el acceso a semillas y fertilizantes, añade.
Para el entrevistado, esta medida ha generado escasez, encarecimiento y una mayor dependencia de insumos privados.
Cuestionan además el uso de las mejores tierras para monocultivos como la caña de azúcar (que demanda altos niveles de agua y agrotóxicos) y se reduce el espacio disponible para cultivos alimentarios esenciales, como maíz y frijol.
Acciones desde las comunidades
Ante este escenario, los expertos señalan que es posible enfrentar la crisis desde las comunidades, con un enfoque basado en la resiliencia comunitaria y la soberanía alimentaria.
Acciones como recuperar la agricultura nacional, apostando por modelos agroecológicos que protejan el medio ambiente y mejoren la calidad del suelo y del agua; además de fortalecer los sistemas comunitarios de semillas, promoviendo la conservación e intercambio de variedades criollas para reducir la dependencia del mercado van a contribuir a reducir su impacto.
Asimismo recomiendan promover la organización social y el trabajo conjunto entre comunidades, sociedad civil, gobiernos locales y actores privados.
Otra de las acciones es apostar por políticas públicas orientadas a preparar a la población para enfrentar amenazas, responder ante ellas y recuperarse con rapidez.
“La agricultura puede generar empleo, mejorar los ecosistemas y devolver hasta 12 o 13 dólares por cada dólar invertido”, subraya Quintanilla. Para que esto sea posible, sostiene, se requiere "voluntad política, coherencia institucional y una visión a largo plazo".
En palabras de Blanco la crisis alimentaria “no es solo un problema del campo. Todos comemos. Todos necesitamos una buena alimentación. La crisis alimentaria nos está alcanzando a todos”.
En tal sentido acota, abordar la crisis alimentaria en El Salvador exige algo más que medidas paliativas: implica transformar el modelo de desarrollo, empoderar a las comunidades y garantizar el derecho humano a la alimentación con justicia social y equidad.

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